Cuando la pandemia de Covid-19 llegó a EEUU lo hizo -como suele pasar en ese país- a lo grande. Nueva York se convirtió en el epicentro de la misma y era tal la incidencia de nuevos casos y el aumento de mortalidad que se llegó a plantear construir fosas comunes en pleno Central Park.
La situación parecía incluso peor que en la capital de España, Madrid, que vivió el pico de la pandemia sólo dos semanas antes que la ciudad de los rascacielos.
Así lo ha recordado en Twitter el epidemiólogo español Miguel Hernán, que se ha preguntado cómo dos ciudades que en marzo se vieron sorprendidas por una pandemia y tuvieron que decretar un confinamiento han llegado a septiembre de una manera tan distinta.
"Observen la forma de estas curvas. Nueva York y Madrid tenían una epidemiología similar hasta que divergieron espectacularmente. En marzo, ambas ciudades fueron sorprendidas y confinadas por la Covid 19. En septiembre, la situación está bajo control en Nueva York y es alarmante en Madrid, ¿por qué?", se pregunta Hernán.
El experto, uno de los asesores científicos del Ministerio de Sanidad desde que se inició la pandemia en España, pasa a continuación a explicar qué ha hecho Nueva York y qué Madrid para haber llegado a septiembre de una manera tan distinta.
En primer lugar, Hernan señala las similitudes entre ambas ciudades. Ambas son grandes, con una gran densidad de población, una red importante de transporte público y muchos visitantes. En ambos casos, la explosión de la Covid 19 hizo inútil el sistema de rastreo de contactos y desbordó los hospitales. En las dos, se requirió un confinamiento para reducir el desastre que la enfermedad estaba suponiendo para la salud pública.
Para cuando llegó junio, ambas ciudades habían logrado reducir el número de nuevos casos, consecuencia directa del confinamiento. Pero tan sólo un mes después, en julio, los nuevos casos empezaron a crecer en Madrid hasta alcanzar una de las incidencias más altas de Europa. En Nueva York, sin embargo, no se ha detectado un aumento desde el fin del confinamiento.
Se podría argumentar, señala Hernán, que los nuevos casos de Covid-19 no son el mejor parámetro para definir cuál es la gravedad epidémica del nuevo coronavirus. ¿Es posible, acaso, que la mayoría de los casos sean asintomáticos o sólo muestren ligeros síntomas?
Para responder a esa pregunta, Hernán propone mirar a la ocupación de los hospitales. Y lo que se ve es desolador: no hay problema en Nueva York y sí lo hay -y parece sólo el principio- en Madrid.
Mientras en la ciudad estadounidense no hay pacientes de Covid-19 en la UCI (si hay algún caso, no llegaría al 1%), en Madrid se estima que un 30% de las camas de cuidados intensivos ya están ocupadas por pacientes Covid.
Diferencias entre ciudades
Tras describir objetivamente la situación, Hernán desglosa las diferencias en el manejo de la pandemia que se dividen en tres aspectos: el rastreo de contactos, el número de test realizados y la velocidad a la hora de reabrir las dos ciudades.
Respecto al primer aspecto, antes de reabrir el estado de Nueva York ya tenía 30 rastreadores por cada 100.000 habitantes, lo que se traduce en 6.000 rastreadores en Nueva York. En contraste, en Madrid había 200 rastreadores en julio y hay alrededor de 700 ahora.
En cuanto a los test realizados, a pesar de lo mucho que presumen tanto el Gobierno español como el regional de la cantidad de test que hacen, se sabe que la cifra de pruebas en bruto no es el parámetro para medir si se hacen suficientes pruebas.
Es la tasa de positividad lo que determina que los test se están haciendo correctamente o, de otro modo, que sirven para detectar más casos, confinarlos y evitar la transmisión. La OMS estableció en menos de un 5% el porcentaje de positividad adecuado.
Pues bien, en abril más del 70% de los test realizados eran positivos tanto en Madrid como en Nueva York -si bien es cierto que al menos en Madrid se hacían muy pocas pruebas-. Pero ahora, cuando ya no hay excusas de falta de test, Nueva York no reabrió la ciudad hasta que la tasa fue menor del 5% y ahora es de entre el 1 y el 2%.
En Madrid no se puso un parámetro de positividad como condición antes de abrir y el porcentaje actual supera el 20%, más de cuatro veces más de lo que recomienda la OMS.
En cuanto al control de lugares especialmente propicios para contraer la Covid-19, está más que demostrado que los restaurantes interiores son uno de los mayores focos. Ahí también actuaron distinto Madrid y Nueva York, que aún no ha permitido su apertura y lo hará el 30 de septiembre, pero con ciertas condiciones.
En esa fecha el aforo permitido será del 25% -aunque aumentará al 50% el 1 de noviembre- , no habrá servicio de bar -adiós a esperar a los invitados tomándose algo en la barra-, se seguirán protocolos estrictos y se tendrá que dejar el teléfono para avisar de cualquier cosa.
¿Les suena algo parecido en Madrid? Imposible, porque en la capital de España se abrió en junio al 60%, con servicio de barra y prácticamente sin protocolos especiales.
Así, la ciudad de los rascacielos ha abierto con seguridad. "Lo ha hecho sin sobrecargar a los hospitales y ha confirmado sus credenciales como un lugar serio donde hacer negocios", escribe muy crítico Hernán.
El epidemiólogo además descarta que la baja incidencia actual en Nueva York se deba a que hayan adquirido la famosa inmunidad de grupo. La razón: los estudios de seroprevalencia han dado cifras parecidas en ambas ciudades. Sin duda, Madrid tiene un espejo en el que mirarse y más valdría que lo hiciera cuanto antes.