La última actualización del ministerio de Sanidad incorpora 13.318 casos en las últimas 24 horas y fecha 6.603 en el día de ayer. Hablamos de las cifras más altas desde el 18 de septiembre, cuando se incorporaron 14.389 nuevos positivos.
La situación es muy preocupante en medio país: suben sin apenas descanso las incidencias acumuladas de Aragón, Cataluña, Castilla y León, La Rioja y Melilla.
Coquetean con el abismo las de Ceuta, Murcia y País Vasco, que lleva una semana terrible… y está a un paso del precipicio Navarra, cuyos datos son pésimos: 811,05 casos detectados por cada 100.000 habitantes en apenas dos semanas (rozando el 1% de la población total), un 14,7% de positividad y 256 pacientes hospitalizados cuando hace dos semanas eran 200.
Precisamente la cifra de hospitalizados es la que más preocupa ahora mismo. O, más bien, la de ingresos hospitalarios. Con la prevalencia también en máximos (11.692 en total, 1.702 en UCI) y los fallecidos rozando los 140 al día, los últimos datos de ingresos no invitan al optimismo: 1.473 en apenas 24 horas, de nuevo la cifra más alta de toda la segunda ola.
Mantenerse en los 1.500 ingresos diarios es inviable, requiere de un número equivalente de altas hospitalarias para no saturar los hospitales… y se entiende que que aumente el número de fallecidos, como está sucediendo, para liberar camas, es la peor opción posible.
Si las cifras totales no se disparan es porque Madrid, que estuvo subiendo dos meses, lleva bajando tres semanas. Ahora bien, los datos de Madrid son raros, quizá porque cuando uno somete una situación a demasiado escrutinio acaba perdiendo la perspectiva.
Desde este miércoles ya sabemos cuántas pruebas diagnóstico se hacen en la comunidad y sabemos, por boca de sus autoridades, cuáles son los criterios para hacerlos.
Se está confiando por completo en los tests de antígenos, relegando las PCR a casos excepcionales. Al hacer los cribados con antígenos -para lo que, en principio, no están indicados-, la positividad baja del 18 al 15%, pero hay serias dudas de si no nos estamos dejando demasiados asintomáticos por detectar. El número de pruebas realizadas ha bajado de 170.000 a 130.000 en estas dos semanas, una bajada considerable.
Recordemos que el protocolo de la Comunidad, aceptado por el Ministerio de Sanidad, y ante la inasumible tardanza en la entrega de resultados de las pruebas PCR, es no hacer tests a los contactos directos asintomáticos de un positivo. En un principio, se puede pensar que si esos contactos hacen de todos modos la cuarentena, no hay tanto problema.
Sin embargo, la cadena de rastreo se pierde en el segundo paso: si no sabemos quiénes de esos contactos son de verdad positivos asintomáticos o presintomáticos, ¿cómo podemos a su vez avisar a sus contactos de que deben seguir la misma cuarentena? Si uno ve la situación en Europa, en España y se da cuenta de que Madrid sigue teniendo una incidencia casi cinco veces por encima del nivel de alerta europeo, la jugada parece como mínimo arriesgada.
De hecho, a lo largo de octubre, el mes de los antígenos por excelencia, nos hemos encontrado con un dato curioso y preocupante a la vez. Aunque el número de casos confirmados -y bastante consolidado porque los tests de antígeno dan el resultado en horas- ha bajado a 23.882 en 14 días, una media de apenas 1.705 diarias, el porcentaje de ingresos sobre caso se ha disparado del 9% en agosto y en septiembre al 17% en octubre.
Uno de cada seis positivos acaba hospitalizado. Eso quiere decir que nos estamos dejando demasiados casos leves sin detectar. Casos leves que pueden perfectamente transmitir la enfermedad y corremos el riesgo de crear una bolsa de asintomáticos contagiadores como la que derivó en el desastre de marzo y abril. Habrá que estar atentos y alerta a esa posibilidad, porque tropezar tres veces en una misma piedra es tremendo.
Al haber bajado la capacidad de detección, los demás indicadores también se disparan. Por ejemplo, la tasa de mortalidad por caso, que estuvo en el 0,9% en agosto y subió al 1,1% en septiembre, va ya por el 2,2% en lo que va de octubre. ¿Se ha hecho súbitamente más peligroso el virus, que ahora mata a uno de cada 50 positivos? No.
El virus no muta, mutan nuestras conductas. Entiendo y respeto el optimismo de las autoridades madrileñas ante los datos objetivamente buenos a corto plazo de ingresos y detecciones… pero hay que mirar más allá y se está creando un caldo de cultivo peligroso: demasiada gente descontrolada sin estar debidamente aislada y compartiendo pronto interiores con la llegada del frío.
Aunque la capital y otros diez municipios están nominalmente "confinados", lo cierto es que el Estado de Alarma de momento se traduce en bastante poco. El puente del Pilar ha sido un fin de semana de terrazas y restaurantes llenos. El resto de los días lo son de transportes públicos abarrotados y oficinas abusando de la presencialidad.
Cada vez será más difícil ventilar, debido al frío, y sabemos lo que pasa cuando una estancia no se ventila y hay un positivo dentro, por muy asintomático que sea. En los últimos 30 días van 1.168 muertos solo en Madrid y 3.689 en todo el país. Si los casos suben, ya saben, el resto de las fichas de dominó van cayendo una a una. No sé si estamos a tiempo.