El Paseo Marítimo de Barcelona en plena pandemia.

El Paseo Marítimo de Barcelona en plena pandemia. EFE

Salud

España vuelve a los 22.000 casos diarios entre la incertidumbre interna y el recelo exterior

La incidencia a 14 días se sitúa en 316,17 casos, muy por encima del umbral de riesgo extremo. La cifra se ha multiplicado por tres en sólo dos semanas.

10 julio, 2021 02:50

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Este viernes, el ministerio añadió 21.879 casos al total acumulado de positivos desde que empezó la pandemia. Eso, sin contar los más de 1.000 de la Comunidad Valenciana que se han perdido en el proceso. La última vez que vimos una cifra así fue el 5 de febrero, y entonces estábamos en descenso. Si cogemos la última semana, se han añadido 103.324 casos por 51.405 de la anterior, un aumento del 101%. De esos 103.324, 94.642 se han conseguido fechar en los últimos siete días, lo que implica una incidencia acumulada semanal de 199,45 casos por 100.000 habitantes. En cuanto a la incidencia en 14 días, estamos en 316,17, lo que no solo consolida al país en su totalidad por encima del umbral del riesgo extremo sino que triplica de sobra la cifra de hace dos viernes (95,03).

La incidencia, como sabemos, es muy dispar según la edad y la región. Aunque el aumento es generalizado, entre los mayores de 70 años apenas llega a los 40 casos por 100.000 habitantes, mientras que en el grupo de edad entre 12 y 29 años supera los 900. Obviamente, en este grupo se mezcla el hecho de apenas estar vacunado con el de llevar una vida social particularmente activa. Una cosa sola no explica todo el proceso. Los menores de 12 años tampoco están vacunados y su incidencia está en 140,35. Por comunidades, la situación sigue siendo especialmente grave en la costa -Cataluña, Comunidad Valenciana, Cantabria, Asturias...- y en Castilla y León, donde la incidencia se ha disparado a 488,87 desde los 67,31 de hace dos viernes.

¿Qué quiere decir todo esto? Lo peor es que no lo sabemos con certeza. Como ya comentamos el pasado 16 de junio, un aumento grave en la incidencia no solo puede tener consecuencias sanitarias -ponerse en 150.000 casos semanales, como vamos en camino, satura por completo la atención primaria- sino que pone a España en el disparadero en el aspecto turístico. Francia y Alemania ya han recomendado no viajar a ningún lugar de nuestro país este verano salvo que uno se haya vacunado. El turismo menor de 40 o 50 años de esos países y muchos otros que pueden irse sumando a las restricciones se nos puede ir escapando ante el riesgo de contagios masivos.

Según el CEDC, solo Castilla La Mancha y Galicia se salvan del color rojo en el mapa de seguridad de la Unión Europea. Aunque es probable que el resto del continente tarde o temprano tenga también sus propios problemas con la variante delta, en este momento solo Portugal, Irlanda y determinadas zonas de Suecia y Noruega muestran un peligro similar aunque no tan alto. El asunto es qué hacer ante todo esto. Aunque sepamos que la incidencia ya no es el indicador más relevante en términos puramente sanitarios, se ve que lo sigue siendo en términos de imagen en el exterior y toma de decisiones. Vamos disparados a los 500 pese a tener un 44,3% de la población ya vacunada con la pauta completa.

Esta desconfianza exterior choca con un cierto descontrol interno. Se repite el mantra "son jóvenes que apenas necesitan hospitalización", y en buena medida es cierto, pero moverse en tasas de reproducción como en las que nos hemos movido estas dos últimas semanas es un disparate. No puedes tener un virus tan peligroso tan activo. Es caldo de cultivo para futuros problemas que ninguno deseamos. Como dijo el doctor Anthony Fauci, responsable del CDC estadounidense, "la mejor manera de protegernos contra la mutación de un virus es evitando que se propague". En ese sentido, nosotros, como Portugal o en su momento Reino Unido, estamos jugando con fuego.

Ahora bien, con un incremento en los ingresos del 56,52% y en la ocupación total del 29,39%, y previendo que estos porcentajes no se vayan a disparar, las autoridades no saben muy bien de qué manera actuar. En algunos casos, se pide todo y todo a la vez -restricción del ocio nocturno, mascarillas al aire libre, toques de queda…- sin medir bien qué puede funcionar y qué no. En otros, conscientes de que estas limitaciones dañan la economía y viendo los hospitales -que no los centros de salud- tan vacíos, la solución es no hacer nada. No parece que nos estemos manejando bien en los términos medios.

La cifra de nuevos ingresos del pasado viernes fue de 562, más del doble que hace dos semanas, aunque una quinta parte de lo que vimos en la tercera ola sobre un número de casos similar. Es obvio que las vacunas nos protegen y que, aunque es posible estar vacunado y contagiarse, es muy improbable acabar en el hospital. No es imposible, por supuesto, pero ahora mismo la inmensa mayoría de los hospitalizados tienen menos de cuarenta años, lo que quizá explique que el número de camas UCI ocupadas suba "solo" un 6,99%. La gran excepción en ese sentido es Cataluña, que sigue complicándose, superando el 15% de camas de críticos ocupadas con clínica Covid.

El número de muertos diarios en media semanal consolidada está ahora mismo en 12, es decir, sigue estable y muy bajo. El pasado viernes esta media estaba en 11,85. Tenemos aquí dos fuerzas que tiran en sentidos opuestos: la necesidad de mantener el virus en una tasa de reproducción inferior a uno por una cuestión de mero sentido común sanitario… y la necesidad de reactivar una economía muy maltrecha intuyendo por los ejemplos de Israel o Gran Bretaña que, por muchos casos que haya, y muchas desgracias individuales que haya que lamentar, tanto hospitales como tanatorios van a estar relativamente vacíos de Covid.

Decidir ese pulso es el reto de lo que queda de verano. Probablemente en un mes y pico, con el famoso 70% de la población ya vacunada, apenas haya motivos para el debate, pues los hospitalizados serán aún menos y los casos bajarán muchísimo y casi todos entre vacunados, es decir, con sintomatología inexistente o muy leve. Ahora mismo, es un problema. Un problema al que todo indica que hemos llegado tarde. Aunque el pico de casos está cerca y probablemente se alcance la semana que viene, pasará un tiempo hasta que los mapas de peligro registren esa estabilidad o incluso esa mejoría. Cuánto perderemos en el camino, en términos de atención primaria y de turismo exterior, es difícil de calcular ahora mismo.