Una nueva investigación realizada entre los mayores consumidores de alimentos lácteos del mundo ha demostrado que aquellos con una mayor ingesta de grasa láctea -medida por los niveles de ácidos grasos en la sangre- tenían un menor riesgo de enfermedad cardiovascular en comparación con los que tenían una baja ingesta. Además, la mayor ingesta de grasas lácteas no se asoció a un mayor riesgo de muerte.
Los investigadores combinaron los resultados de este estudio en poco más de 4.000 adultos suecos con los de 17 estudios similares realizados en otros países, creando así la evidencia más completa hasta la fecha sobre la relación entre esta medida más objetiva del consumo de grasa láctea, el riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV) y la muerte.
El doctor Matti Marklund, del Instituto George de Salud Global, de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos, y de la Universidad de Uppsala, en Suecia, afirmó que, dado el aumento del consumo de lácteos en todo el mundo, era necesario conocer mejor sus repercusiones en la salud.
"Muchos estudios han dependido de que las personas sean capaces de recordar y registrar las cantidades y los tipos de productos lácteos que han consumido, lo cual es especialmente difícil dado que los lácteos se utilizan habitualmente en una gran variedad de alimentos", apunta.
"Pero nosotros medimos los niveles en sangre de ciertos ácidos grasos, o 'componentes básicos' de la grasa que se encuentran en los alimentos lácteos -explica-, lo que proporciona una medida más objetiva de la ingesta de grasa láctea que no depende de la memoria o de la calidad de las bases de datos de alimentos".
"Descubrimos que los que tenían los niveles más altos tenían en realidad el menor riesgo de ECV -prosigue-. Estas relaciones son muy interesantes, pero necesitamos más estudios para comprender mejor todo el impacto en la salud de las grasas lácteas y los alimentos lácteos".
Suecia, 'paraíso' de los lácteos
El consumo de lácteos y productos lácteos en Suecia es uno de los más altos del mundo. Una colaboración internacional entre investigadores de Suecia, Estados Unidos y Australia evaluó el consumo de grasas lácteas en 4.150 personas suecas de 60 años midiendo los niveles en sangre de un ácido graso concreto que se encuentra principalmente en los alimentos lácteos y que, por tanto, puede utilizarse para reflejar la ingesta de grasas lácteas.
A continuación, se realizó un seguimiento durante una media de 16 años para comprobar cuántos sufrieron infartos de miocardio, derrames cerebrales y otros episodios circulatorios graves, y cuántos murieron por cualquier causa durante ese tiempo.
Tras ajustar estadísticamente otros factores de riesgo de ECV conocidos, como la edad, los ingresos, el estilo de vida, los hábitos alimentarios y otras enfermedades, el riesgo de ECV era menor para los que tenían niveles elevados de este ácido graso (lo que reflejaba un consumo elevado de grasas lácteas). Los que tenían los niveles más altos no presentaban un mayor riesgo de muerte por todas las causas.
El doctor Marklund añade que los resultados ponen de manifiesto la incertidumbre de las pruebas en este ámbito, que se refleja en las directrices dietéticas.
"Mientras que algunas directrices dietéticas siguen sugiriendo a los consumidores que elijan productos lácteos bajos en grasa, otras se han alejado de este consejo, sugiriendo en su lugar que los lácteos pueden formar parte de una dieta saludable haciendo hincapié en la selección de ciertos alimentos lácteos -por ejemplo, el yogur en lugar de la mantequilla- o evitando los productos lácteos azucarados cargados de azúcares añadidos", señala.