España alcanza el millón y medio de contagios desde que Sánchez impuso la mascarilla en exteriores
Criticada por los especialistas, esta medida no ha supuesto ningún frenazo a la expansión de la variante ómicron.
8 enero, 2022 06:50Noticias relacionadas
El pasado 24 de diciembre entró en vigor nuevamente la obligatoriedad de usar la mascarilla en exteriores. A las cuatro de la tarde del día anterior fue publicado un BOE extraordinario que introducía medidas para solventar la escalada de contagios impulsada por la variante ómicron desde principios de dicho mes. ¿Fue efectiva esta medida, la única tomada por el Gobierno central para ralentizar la sexta ola? Estas dos semanas han dictado sentencia y no es favorable.
Los contagios diarios han marcado récords desde entonces, llegando casi a duplicarse: el último dato previo a la vuelta de la mascarilla en exteriores, del 23 de diciembre, indicaba 72.912 casos. Este 5 de enero fueron notificados 137.180 (el día 7 se registraron 242.440 porque el 6 no se publicaron datos).
En total, en estos 15 días de mascarilla obligatoria se han registrado 1,44 millones de contagios, cifra no muy lejana al total de casos de la tercera y la quinta ola, las que habían notificado mayor número de infecciones hasta el momento.
La incidencia acumulada se ha triplicado, pasando de los 911 casos por cada 100.000 habitantes –lo cual ya era un récord de la pandemia– a 2.722,27 en el último dato dado a conocer por el Ministerio de Sanidad. Es decir, 1.810,96 puntos más en estas dos semanas.
El impacto de una medida de este tipo, que va dirigida a la población de una forma transversal, debería haberse notado desde un primer momento y en todas las franjas poblacionales. Pero todas, sin excepción, han crecido de forma nunca antes vista.
En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros que aprobó la norma, la titular de Sanidad, Carolina Darias, indicó que el uso obligatorio del tapabocas en exteriores tenía el interés de "detener" la transmisión comunitaria del virus.
Dos excepciones se daban a esta obligatoriedad, las actividades deportivas y en espacios naturales, siempre que se pueda mantener la distancia de seguridad de 1,5 metros con otras personas que no fueran convivientes. Esto daba pie a diferentes interpretaciones: ¿Es la playa un espacio natural?
Inmediatamente, numerosos expertos criticaron la medida por ser la menos eficaz de todas las posibles, por lo que muchos, desde entonces, han acusado al Gobierno de querer seguir una estrategia de contagio masivo, tirando la toalla en su esfuerzo de contener el virus.
Y es que los especialistas en salud pública califican dicha medida como poco menos que estética: da la impresión de que la Administración está haciendo algo sin perjudicar las actividades económicas. El balance, no obstante, es el mismo que no haber tomado medida alguna.
El pasado 24 de junio, la ministra Darias anunciaba el fin de la mascarilla obligatoria en exteriores. Había pasado un año desde que se impusieron tras una larga polémica: ni la OMS ni los especialistas consideraban que fuera una medida especialmente útil.
Esto se debía, en parte, al desconocimiento sobre la forma de propagarse el virus. Al principio se dio importancia a la contaminación de superficies y las gotículas (gotas microscópicas) expulsadas por las personas al hablar, que se quedarían pegadas a la ropa y los objetos. En este contexto, la mascarilla no parecía la mejor de las opciones para prevenir la infección, y la OMS consideraba que su uso desanimaría a realizar las, por aquel entonces, acciones principales para evitar el contagio: el lavado de manos y la desinfección de superficies.
La evidencia científica que se ha ido acumulando a lo largo de la pandemia ha ido dando la razón a aquellos que afirmaban que el virus se transmite por aerosoles y no por gotas en las superficies de los objetos, por lo que las mascarillas demostraron su utilidad. Eso sí, en interiores mal ventilados, cuando el virus puede permanecer en el aire durante horas.
En exteriores, en cambio, el espacio y la circulación del aire es suficiente si se mantiene la distancia de seguridad con las otras personas. Por ello, paulatinamente, muchas voces empezaron a afirmar la inutilidad de esta medida. Han pasado seis meses hasta que el Gobierno ha decidido rescatarla.
Las mascarillas no frenan la sexta ola
Nos encontramos en lo peor de la sexta ola y todavía no hemos comprobado el impacto completo de las fiestas navideñas en la enfermedad grave, la que causa hospitalizaciones, ingresos en UCI y, en última instancia, muertes.
El objetivo de las restricciones, una vez que el virus circula libremente por todas partes, no es tanto impedir su propagación como ralentizar ese flujo constante de infectados hacia el hospital, señalan los expertos.
Pese a que la enfermedad causada por ómicron es más leve y las vacunas protegen efectivamente frente a formas graves de la Covid, hay un pequeño porcentaje que, por distintas razones (frágil estado de salud, inmunosupresión, etc.), acaba siendo hospitalizado. Los técnicos buscan alargar las olas para que no se produzcan esas hospitalizaciones en un corto lapso de tiempo y puedan saturar la atención especializada, como se está viviendo estas últimas semanas en la atención primaria.
Los datos, sin embargo, muestran que estamos lejos de conseguir ese objetivo. Desde la imposición de la mascarilla en exteriores, el número total de hospitalizados por Covid en nuestro país se ha incrementado en 6.500 personas, superando los 14.000 ingresados al mismo tiempo, cifra para la que hay que retroceder un año si queremos buscar alguna similar.
En las UCI, la situación está empeorando por momentos: son ya más de 2.000 los pacientes que se encuentran en una cama de cuidados intensivos, 500 más desde el 24 de diciembre. Y todavía no hemos llegado al pico de la sexta ola, lo que implica que todos los indicadores mencionados continuarán creciendo durante una o dos semanas más como mínimo.