¿Funcionan las terapias para rehabilitar violadores como el de Igualada? Hablan los expertos
El acusado por la brutal agresión a una joven en Cataluña había recibido tratamiento psiquiátrico por haber abusado de su hermanastra.
11 mayo, 2022 03:27Noticias relacionadas
La agresión a una joven en Igualada el 1 de noviembre de 2021 dejó al país conmocionado por la violencia con la que se había perpetrado el delito y por los detalles más sensibles del caso. El suceso se convirtió rápidamente en prioridad de las autoridades, que a finales de abril de este año encontraban al presunto culpable del suceso, un chico de 20 años que ya se había sometido a un tratamiento psiquiátrico por abusos sexuales.
Brian C.M. había terminado pocos meses antes de la violación de Igualada su libertad vigilada por abusar de su hermanastra pequeña, cuando ella tenía siete años y él 14. El hecho tardó unos años en denunciarse y fue juzgado en 2020 por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, que le condenó a un año de internamiento por un delito de "agresión sexual en grado de tentativa".
Meses más tarde, el juzgado decidía conmutarle la pena a cambio de tratamiento psiquiátrico y una terapia de desintoxicación, pero algo falló en el proceso. ¿Sirven las terapias para rehabilitar a violadores como el de Igualada?
"Por todos los factores de este caso, lo que presenta este chico es una personalidad antisocial, es decir, la de un psicópata con mayúsculas y eso no tiene arreglo ni dentro ni fuera de prisión", opina Juan José Carrasco, psiquiatra forense con una dilatada carrera ligada al ámbito de la medicina legal y forense.
El doctor hace referencia al ensañamiento del supuesto violador con la víctima, a la que intentó matar después de la agresión y a la que le robó toda la ropa como trofeo, además de a los antecedentes de Brian C.M, que tenía una denuncia por malos tratos por parte de su expareja.
Problema de personalidad
"Yo lo que pienso es que en este caso no sólo hay un problema sexual, sino que hay un problema de personalidad de base", argumenta el psiquiatra. "Es un sádico, de los que disfrutan generando dolor y sufrimiento y a los que les da lo mismo pegar, que maltratar, que violar", sentencia.
Los datos sobre el tipo de terapia psiquiátrica a la que fue sometido el joven no han trascendido, pero se apunta que estaría relacionada con farmacología. "Se le puede dar sedantes, tranquilizantes, reguladores de la agresividad, pero eso es tratar síntomas, no ir al fondo del asunto", detalla Carrasco.
"La delincuencia sexual no es un problema psicopatológico, en el sentido de que un fármaco sea la solución que controle el impulso", explica Santiago Redondo Illescas, profesor de psicología y criminología en la Universidad de Barcelona. "Yo no digo que no pueda ayudar, pero no va a cambiar las cosas, en el sentido de remover a esa persona internamente para que cambie", prosigue.
Redondo es también uno de los impulsores en nuestro país de los tratamientos para agresores sexuales en prisión. Desde su perspectiva, en España existe una red de programas muy válidos y punteros en Europa, la cual sigue el modelo canadiense, que destaca por tener uno de los índices de reinserción más altos del mundo.
El criminólogo explica que estos programas suelen basarse en la aplicación de terapia cognitivo-conductual grupal, durante unas 400 o 500 horas, y trabaja en función de varias unidades terapéuticas. "Una es la empatía, otras son distorsiones cognitivas, educación sexual, etc.", detalla Redondo, a la par que señala que "la primera cuestión importante no son los límites sexuales, sino ir al origen de la delincuencia", es decir, lo que impulsa a la persona a cometer ese tipo de delitos. Desde su experiencia, cuando se logra ir a la raíz, se consigue reducir de forma notoria la reincidencia de agresores sexuales.
Un 20% reincide
Según datos de la Fundación para la Investigación Aplicada en Delincuencia y Seguridad (Fiadys), en España la reincidencia de estos delincuentes se sitúa en el 20%. El dato es más bajo de lo que a priori se puede esperar, sobre todo si se compara con otros delitos, como los cometidos contra la propiedad, que está entre un 40% y un 60%.
Respecto a esa cuestión, Redondo aclara que es normal que sea así, ya que muchas agresiones sexuales se dan bajo circunstancias muy específicas. "Son delitos en los que la situación ha jugado un papel muy importante y, probablemente, las situaciones que los facilitaron no se van a dar más".
Para frenar a ese 80%, lo que entra en juego es la educación y el trabajo en valores, forjar un buen sistema de prevención, pero lo que de verdad preocupa a los expertos es el 20% que volverá a reincidir. En 2013, un estudio realizado en el Centro Penitenciario Brians 1 (Cataluña), comparó los datos de reincidencia entre un grupo sometido a un programa específico de intervención para agresores sexuales y otro que no lo había hecho. Mientras que, entre los primeros, sólo un 6% volvió a reincidir, entre los segundos el dato se situaba en el 31,8%.
Desde su experiencia como evaluador de estos sistemas, Redondo confirma su efectividad. "Cuando se aplican tratamientos, las tasas se reducen en más o menos la mitad".
Castración química
Ya a comienzos de los 90, Manuela Carmena, durante su labor como juez de vigilancia penitenciaria de Madrid, puso en marcha una experiencia piloto que consistía en la concesión de permisos de salida a agresores sexuales para que acudieran a centros de salud en los que se pudiera estudiar su evolución. "No hay que tomar una actitud de conmiseración con ellos, pero una manera de resolver el problema de las víctimas es ayudarles a ellos", respondía por aquel entonces en una entrevista para El País.
Con lo que no comulga Santiago Redondo es con los programas que abogan por la popularmente conocida como castración química. "Esos fármacos lo que hacen es inhibir el deseo sexual y podría tener eficacia si la testosterona excesiva fuera la causa principal de la agresión sexual, pero es que no lo es".
Juan José Carrasco opina exactamente lo mismo. Por ejemplo, volviendo al caso del acusado por el crimen de Igualada, sentencia: "El problema no es sólo la agresión, sino la personalidad" y eso es algo que no se arreglaría con la castración química. En todos sus años como psiquiatra forense, donde ha tenido la oportunidad de colaborar en casos como el violador de Pirámides, nunca ha recomendado esta práctica.
Con el presunto violador de Igualada, si finalmente es condenado, el tiempo dirá si a la segunda va la vencida. Si bien, Carrasco no cree que haya mucha solución: "Me gustaría decir que hay una solución para casos como este, pero soy muy escéptico. Lo soy porque llevo 60 años viendo casos parecidos o casi iguales".