El signo distintivo de tu cuerpo que 'anuncia' que puedes sufrir alzhéimer dentro de unos años
Un nuevo estudio vincula un menor índice de masa corporal con una mayor probabilidad de padecer demencia en el futuro.
7 septiembre, 2022 03:32Durante muchos años, diversos estudios han analizado la potencial relación entre el índice de masa corporal (IMC) en la vejez y el potencial riesgo de demencia asociado. Así mismo, otros trabajos también han sugerido que los estrógenos tendrían efectos protectores frente a estas enfermedades neurodegenerativas, algo que alteraría la relación de riesgo en hombres y mujeres.
Ahora, un nuevo estudio que se publicará en el Journal of Alzheimer's Disease ha querido estudiar en profundidad esta posible relación entre el IMC y la demencia, pero teniendo en cuenta las diferencias entre hombres y mujeres para evitar posibles sesgos.
Como bien comenta el profesor Karel Kostev, investigador del departamento de Epidemiología de IQVIA, existe una gran probabilidad de que la prevalencia de demencia aumente en las próximas décadas a raíz del envejecimiento poblacional, y sin embargo sigue sin existir una cura para esta enfermedad, motivo por el cual los estudios que analizan los diversos factores de riesgo han ido cobrando cada vez más importancia.
En este caso, Louis Jacob, de la Unidad de Investigación y Desarrollo del Parc Sanitari Sant Joan de Deu y sus colegas usaron datos de la base de datos Disease Analyzer (IQVIA), en la cual constan datos demográficos, diagnósticos y de prescripción de pacientes seguidos en consultas generales y especializadas en Alemania. Así, se incluyeron pacientes seguidos en una de las 832 consultas generales entre enero de 2006 y diciembre 2019. En total el estudio incluyó a 296.767 pacientes con una edad media de 70 años.
Se tuvieron en cuenta datos como el IMC durante el año previo a la visita, y el año previo al diagnóstico de demencia, la edad superior a 65 años en el momento de la primera visita, y el diagnóstico o no de demencia antes o durante dicha primera visita al incluirse al estudio. Respecto a las enfermedades estudiadas, se tuvieron en cuenta la enfermedad de Alzheimer, demencia vascular y demencias indefinidas. También se tuvieron en cuenta otros datos generales como edad, sexo y otras enfermedades documentadas en los cinco años previos al diagnóstico de demencia.
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Según los datos del estudio, la incidencia de demencia a 10 años disminuyó de un 11,6% en personas con bajo peso hasta un 8,7% en personas con obesidad: a mayor peso, menor riesgo de demencia a largo plazo, según este estudio. Así mismo, en el caso de las mujeres, el sobrepeso (IMC 25-30) se asociaba negativamente con la demencia. Por su parte, en los hombres, el bajo peso (IMC inferior a 18,5) se relacionaba positivamente con la demencia.
Respecto a los tipos específicos de demencia, la obesidad se asociaría negativamente con la enfermedad de Alzheimer, y el sobrepeso se asociaría negativamente con la demencia indefinida en mujeres. En el caso de los hombres, también se detectó una relación negativa entre la obesidad y la enfermedad de Alzheimer, pero el bajo peso se asociaba positivamente con la demencia indefinida.
En conclusión, los autores explican que existiría una relación fuerte y positiva entre el bajo peso y la demencia en los hombres mayores: a menor peso, mayor riesgo de sufrir demencia en estos casos. Por dicho motivo, explican, sería adecuado evaluar el deterioro cognitivo de forma periodica en hombres mayores con un IMC inferior a 18,5. Así mismo, los autores sugieren la necesidad de implementar intervenciones dirigidas al aumento de peso en esta población, incluyendo suplementos nutricionales de alto contenido energético y servicios de apoyo comunitario.
Por otro lado, parece ser que el sobrepeso protege contra la demencia en el caso de las mujeres mayores, lo que sugeriría que un exceso de peso moderado en la vejez podría ser aceptable en cuanto a protección cognitiva se refiere, según los autores del nuevo trabajo.
Aún así, serán necesarios más estudios para corroborar estos hallazgos en otros países y entornos, y serían necesarios más datos para comprender mejor las razones subyacentes para explicar estas diferencias entre hombres y mujeres respecto al IMC en la vejez y la demencia; es posible que las hormonas femeninas tengan algo que ver, pero aún no es posible asegurarlo.
Finalmente, como limitaciones del estudio, habría algunas a destacar: los datos sobre el IMC no estaban disponibles en la mayoría de los pacientes seguidos en consultas generales, algo que podría ocasionar sesgos. En segundo lugar, el IMC podría no ser una medida totalmente fiable, y habría sido mejor disponer de otros parámetros como la circunferencia de cintura. En tercer lugar, no existían datos sobre actividad física y dieta, dos factores asociados tanto al IMC como la demencia. Y en cuarto y último lugar, los pacientes con bajo peso eran significativamente mayores que aquellos con un IMC más elevado, aunque la edad se tuvo en cuenta en los análisis estadísticos.