Los 'emisarios' de Michael J. Fox en España: así se busca el 'milagro' contra el párkinson desde Barcelona
La fundación creada por el actor en conjunto con el Clínic de Barcelona desarrolla un proyecto pionero que trae esperanza para la enfermedad.
23 octubre, 2022 03:17"Yo creo que la gente no conoce realmente lo que es el párkinson". Quien habla es Montserrat Cortijo, una mujer de 46 años que lleva 15 años conviviendo con este trastorno neurodegenerativo. "No son sólo los temblores, es mucho más. Yo he llegado al punto de no poder moverme, no poder salir de la cama, no ser capaz de hacer nada por mí misma", desvela.
Su nombre es uno más de entre las 150.000 personas que padecen esta dolencia en España. Según estima la Sociedad Española de Neurología (SEN), cada año se diagnostican unos 10.000 nuevos casos y se calcula que, en 2050, las cifras se habrán triplicado. Hablamos de la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente. Tan sólo la supera el alzhéimer.
Por eso, urge encontrar cuanto antes un tratamiento que lo combata, una tarea en la que está inmersa la Fundación Michael J. Fox, la cual tiene en marcha en España un proyecto pionero, el estudio Envejecimiento Cerebral Saludable, impulsado junto al Hospital Clínic de Barcelona.
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"Lo que buscamos es identificar a través de una encuesta online a aquellas personas que tienen un alto riesgo de padecer párkinson", responde al otro lado del teléfono Eduard Tolosa, catedrático de Neurología de la Universidad de Barcelona, director del Servicio de Neurología del Clínic durante 25 años y uno de los investigadores a cargo del proyecto.
La idea es que personas neurológicamente sanas, de entre 50 y 80 años, respondan a una serie de preguntas sobre síntomas tempranos de la enfermedad e identificar a aquellos que puedan ser de riesgo. "Creemos que detectando la enfermedad en una fase muy temprana podremos estudiar nuevos medicamentos que consigan ralentizar la enfermedad", prosigue.
Tolosa dirige la investigación junto a María José Martí, de quien Montserrat Cortijo es paciente y para la que sólo tiene buenas palabras: "Llevo desde el principio con ella. Es una maravilla. Acudí a ella porque, cuando me diagnosticaron la enfermedad, no me lo creía y quería una segunda opinión".
No sólo de mayores
Lo que el lector no sabe de Cortijo es que a ella el diagnóstico le llegó con tan sólo 31 años y en uno de los mejores momentos de su vida, su recién estrenada maternidad. "Yo pensaba que el párkinson era de gente mayor", recuerda.
La mujer está más o menos en lo cierto. Se estima que el 70% de las personas diagnosticadas de párkinson en España tienen más de 65 años. Como confirma Tolosa, un diagnóstico tan temprano no es algo usual: "Sabemos que, más o menos, un 10% empiezan antes de los 40 años, pero no es lo frecuente".
La palabra clave en todo esto es 'diagnóstico'. Para desgracia de muchos pacientes, el informe médico les llega cuando llevan años y años desarrollando la enfermedad, que no ha sido visible hasta que se ha presentado con alguno de sus síntomas más conocidos, como el famoso temblor. Cortijo tuvo suerte, ya que a ella se le manifestó con un tembleque en la mano mientras daba la papilla a su hijo.
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"La enfermedad de Párkinson tiene los síntomas clásicos, como los problemas motores o el temblor. Pero también están los síntomas prodrómicos, que son aquellos que aparecen cinco, diez o hasta 20 años antes", ilustra el doctor. De lo que hablamos, pues, es de cómo se presenta la enfermedad antes de que haya problemas motores.
Si alguien es capaz de prestar atención a estas señales de alerta y recibir un diagnóstico en su etapa inicial, podrá recibir un tratamiento mucho más efectivo y lograr frenar la destrucción de las células del cerebro encargadas de producir dopamina, un neurotransmisor relacionado con el movimiento.
La voz de alarma
A esas personas, son las que busca la investigación, ya que, normalmente, cuando una persona recibe el informe del párkinson, ya ha perdido al menos el 50% de estas neuronas. El daño cerebral ya está hecho, mientras que en dichos sujetos puede estar todavía en un estadio muy poco avanzado.
Entonces, ¿cuáles son estas señales de alerta de la enfermedad que podrían ayudar? Según explica Tolosa, entre los síntomas prodrómicos más importantes están la depresión, la pérdida de olfato, disfunción urinaria, estreñimiento y problemas para dormir.
A colación de este último punto, el doctor lideró una investigación publicada en The Lancet Neurology y que demostró por primera vez que es posible diagnosticar el párkinson en personas con trastornos del sueño a través de una biopsia que detecte niveles anómalos de alfa-sinucleína.
Dicha proteína provoca la acumulación excesiva de cuerpos de Lewy en las partes del cerebro que controlan la memoria, el pensamiento y el movimiento. Se desconoce por qué se forman estos depósitos, pero sí se sabe que involucran a la alfa-sinucleína, que también está relacionada con el desarrollo de demencia. "Al final, la persona con párkinson que tiene demencia, es una demencia por cuerpos de Lewy", explica el doctor.
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Montserrat Cortijo, además del temblor que le dio la pista, también tiene algunos de estos síntomas. Por ejemplo, desde hace años que no tiene buen olfato. "Tiene que ser un olor muy fuerte para que lo pueda detectar", relata.
En su caso, durante los primeros años de la enfermedad, no sufrió muchas complicaciones. Es más, consiguió ocultar su diagnóstico a toda su familia durante dos años. "No les quería preocupar, sólo lo supo mi marido y porque estaba conmigo cuando me lo dijeron".
La esperanza
Durante bastante tiempo no precisó de medicación y pudo hacer una vida tranquila. Incluso llevó el embarazo de su segunda hija con toda naturalidad. El infierno que aceleró su enfermedad, hasta el punto de no poder levantarse de la cama, fue el estrés que sufrió cuando le detectaron cáncer a su madre, primero, y después a su padre: "Llegué a un punto horrible, hasta que me ofrecieron operarme, dije que sí, y he mejorado muchísimo".
Cortijo habla de la famosa cirugía del párkinson, la cual ofrece una gran mejora en síntomas motores, como demuestra su propio caso. Ahora, puede volver a hacer casi de todo, menos conducir y trabajar: "Fue un palo dejar el trabajo, me encantaba, pero yo era profesora de infantil y no podía atender a los niños así".
Después de la operación, ha pasado de tomar ocho pastillas diarias a dos o tres, dependiendo del día. Mientras, al estilo de Michael J. Fox, diagnosticado de párkinson a los 29 años, vive su enfermedad con positividad, con la esperanza de que algún día llegue la ansiada cura.
Tolosa tampoco pierde la esperanza de dar con ella y pone su mirada en este nuevo estudio. Si son capaces de encontrar sujetos en los que la enfermedad todavía no haya causado grandes estragos en el cerebro, quizá podrán entender cómo va actuando la enfermedad y encontrar un medicamento que ponga freno a ese desarrollo. "De verdad creo que vamos a avanzar en esta investigación y sólo pedimos a las personas que contesten a una encuesta online. Se estará ayudando a la sociedad y, realmente, a ellos mismos, ya que más tarde, quizás, podrán desarrollar la enfermedad", termina el investigador.