La 'salvación' de los pisos compartidos para cuidar a familiares hospitalizados lejos de su ciudad
La fundación Jubert Figueras ofrece pisos compartidos en Cataluña para las familias que deben trasladarse de ciudad por un tratamiento médico.
15 julio, 2024 01:50El diagnóstico de una enfermedad puede remover los cimientos de la vida de un paciente. Si a esto se le suma el traslado a otra ciudad para que se pueda tratar, la situación se complica todavía más. Al miedo que supone algo así, se le suma el estrés por encontrar un alojamiento durante el tiempo necesario y una vida que se pone en pausa. Para ayudar con esta cuestión nació la Fundación Jubert Figueras hace 20 años, que ofrece soluciones habitacionales a pacientes y acompañantes a un coste muy bajo durante el tiempo de hospitalización o tratamiento. Uno de sus beneficiarios es Alberto Gutiérrez, que pudo entrar hace unas semanas al que será su nuevo piso hasta después del verano.
Alberto y su mujer, Manuela, conocen bien esa sensación, aunque en su caso no ha sido una enfermedad lo que ha puesto su vida patas arriba. Su hijo, Bruno, ha tenido que nacer en Barcelona (a 100 kilómetros de su casa) por complicaciones en el embarazo. Tras cuatro días de ingreso en Tarragona, sus médicos decidieron trasladarlos al Hospital Vall d’Hebron. El pequeño se ha adelantado más de dos meses, está en la UCI neonatal y deberá estar ingresado al menos tres meses. Aunque ambos padres sabían que su vida cambiaría cuando llegara su retoño, no esperaban que fuera así. "Es la sensación más bonita de tu vida mezclada con la peor", describe Alberto.
El catalán reconoce que la fundación ha supuesto un gran apoyo para ellos. "Te dan la oportunidad de solucionar un gran problema que se presenta de repente", afirma. No solo le han proporcionado alojamiento, también le han ayudado con los trámites que ha tenido que hacer para su vida temporal en Barcelona. Por ejemplo, le han ayudado con la tarjeta de transporte. El matrimonio procede de Alcover, un pueblo de Tarragona de cinco mil habitantes, por lo que esta alteración ha supuesto un gran choque para él. "Es un cambio bestial en el día a día".
El objetivo de la fundación es que las personas alojadas tengan la mayor comodidad posible, por eso intentan que los pisos queden cerca del hospital asignado. En el caso del matrimonio, su nueva casa queda solo a 20 minutos en autobús del hospital Vall d’Hebron. Él y Manuela comparten la casa con otra familia. La habitación es privada pero las demás zonas son comunes. "Ellos se encargan de limpiar y de comprar la comida, como si estuvieran en su casa", Paola Jubert, directora de la entidad. Para Alberto, es "como volver a ser estudiante".
La directora de Jubert Figueras destaca que, aunque al principio la gente suele ser reticente sobre compartir la casa, luego las experiencias suelen ser muy positivas. "Algunos han llegado, incluso, a desarrollar amistad". Jubert explica que la convivencia puede ser de gran ayuda porque así tienen personas con quien hablar que están en situaciones similares y les entienden. "Te solidarizas con el otro porque él lo está haciendo con tu problema", asegura Jubert. La fundación cuenta también con un servicio de acompañamiento conformado por voluntarios con los que el familiar del paciente puede hablar para desahogarse y sentirse apoyado.
En el piso puede alojarse sólo el acompañante, si el enfermo debe estar ingresado, o ambos si se trata de un tratamiento ambulatorio. Una de las características de la institución es que no diferencia "por patología ni por edad" al ofrecer su servicio. En España existen otras organizaciones que también cuentan con programas de este tipo, pero se centran en patologías o tipos de pacientes concretos (cáncer, cardiopatías, etc).
El tiempo de estancia tampoco está regulado, no tienen ni un mínimo ni un máximo. Jubert explica que les parecía injusto establecer esta medida. "Cuanto más tiempo tienes que estar, más difícil es". Las familias tienen que seguir pagando sus gastos habituales (hipoteca, facturas, etc) y un alquiler a precio de mercado o un hotel complicaría mucho más su situación.
Alberto y Manuela conocieron la posibilidad que ofrecía la fundación gracias a la asistente social del hospital, cuenta. Paola Jubert explica que esta es la forma más habitual. En otros casos, les llaman desde el territorio en el que reside la familia para comenzar a buscarles un alojamiento antes de que lleguen. Jubert Figueras trabaja en Cataluña y cuenta con 12 pisos repartidos entre Barcelona (8), Badalona (2), 1 L’Hospitalet de Llobregat (1) y Sabadell (1). Ahora están buscando fondos para poder establecerse en Girona. La mayoría son de uso compartido y los pisos para una sola familia los dejan para pacientes inmunodeprimidos que deben estar aislados.
"No damos abasto"
En total, tienen 33 habitaciones disponibles, pero, aún así, solo pueden atender el 50% de las solicitudes que les llegan: "No damos abasto", lamenta Jubert. La directora reconoce que esto debería ser un indicador para que la fundación creciera, pero no cuentan con la seguridad presupuestaria necesaria para hacerlo. Cuando reciben más de tres solicitudes de un mismo hospital, piden que el asistente social decida a quién se le concede la habitación. "Ellos conocen mejor el caso y cuál es la necesidad de cada uno", añade.
Ninguna de las viviendas que emplean son propiedad de la organización. Algunos son inmuebles en alquiler (tanto de mercado como social) y, otros, cedidos por la administración, por entidades bancarias y por fundaciones sociales. En algunas ocasiones, incluso, han contado con pisos ofrecidos por particulares.
La institución cuenta con tres requisitos para poder optar a su servicio: tener a un familiar en el hospital, un hogar a más de 50 kilómetros, y al que regresar tras ese periodo, y no tener recursos para poder pagar un alquiler de mercado o un hotel. A los inquilinos les cobran en función de sus ingresos. Generalmente, durante el primer mes les piden 10 euros por día y si su estancia se alarga más de ese tiempo, la cantidad baja a 5 euros. Otros grupos, como los jubilados o personas que cobran algunos tipos de ayuda, pagan solo 1 euro diario. Asimismo, "hay un 25% de familias que son muy vulnerables y no pagan nada", agrega Jubert. Además, a estos últimos, desde la propia fundación les ayudan a adquirir la tarjeta de transporte y los alimentos durante su permanencia.
La lista de espera
A pesar de contar con lista de espera, intentan resolver las solicitudes lo más pronto posible, asegura Jubert. "Más de la mitad de las entradas suelen ser en las siguientes 48 horas". Es lo que les ha ocurrido a Alberto y Manuela, la asistente social del hospital solicitó el alojamiento el pasado martes y dos días después pudieron instalarse en la vivienda. "Te quitan un peso de encima", agradece el nuevo padre.
La fundación Jubert Figueras cuenta con otro servicio para estancias mucho más cortas. Tienen un convenio con tres cadenas hoteleras que ceden habitaciones para los pacientes que solo tienen que acudir al hospital para revisiones o para tratamientos cortos, como la quimioterapia. También pusieron en marcha el programa Familia Amiga: se trata de particulares que ponen a disposición de la organización habitaciones vacías en sus propias casas. Para optar a esta opción, los solicitantes deben haber estado anteriormente en uno de sus pisos compartidos.
Alberto destaca que la situación que está viviendo supone dejar atrás y en pausa muchas cosas. En Tarragona se han quedado sus familiares, sus amigos, sus trabajos, y sus aficiones, entre otros. Ambos son grandes amantes del deporte y tendrán que buscar una alternativa al senderismo que practican normalmente en su pueblo. Mientras, empiezan a organizar las visitas para que sus seres queridos conozcan al pequeño Bruno. "Ahora nuestra familia también son los miembros de la fundación, los enfermeros y los médicos que están con mi hijo".