Dominic Royé: "Calculo que en agosto habrá 3.000 muertes por calor, unas 4.000 en todo el verano"
"La mortalidad excepcional de los últimos dos años será la norma en el futuro" / "Las muertes por calor del MoMo subestiman la realidad" / "España forma parte del foco de mayor vulnerabilidad al cambio climático".
11 agosto, 2024 01:56Los cada vez más frecuentes episodios de calor intenso de los últimos veranos han puesto sobre la mesa el debate sobre el efecto de las altas temperaturas en la salud.
El principal peligro del verano era, tradicionalmente, el golpe de calor. Pero las muertes por esta afección son solo una mínima fracción de las que ocurren bajo los efectos de las altas temperaturas.
Y, como siempre, los más vulnerables son los más afectados: personas mayores, con enfermedades crónicas y socioeconómicamente desfavorecidos.
A medida que somos más conscientes de que el calor mata, surge la duda: ¿cuánto mata? Modelos como el Sistema de Monitorización de Mortalidad Diaria (MoMo) estiman que ya ha habido más de 1.000 muertes por calor este verano.
Sin embargo, Dominic Royé, investigador y responsable de ciencias de datos en la Fundación para la Investigación del Clima, piensa que el MoMo subestima las cifras.
Es uno de los desarrolladores de la aplicación MACE (Mortalidad Atribuible en verano por Calor en España), que utiliza -cuenta a EL ESPAÑOL- una metodología internacionalmente aceptada. Y calcula muchas más víctimas del calor que el MoMo.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de muertes por calor?
Es el resultado de aplicar un modelo estadístico que puede detectar la fracción [de las muertes totales] que se puede deber al calor. Eso implica calor moderado o extremo.
Esto es importante: cuando ponemos en un gráfico la relación entre mortalidad y temperatura, lo que vemos es que existe una temperatura de mínima mortalidad. Encima de esta temperatura de mínima mortalidad, vemos un aumento de riesgo de mortalidad. Pero también por debajo, y ahí iríamos a un efecto del frío.
El calor extremo se define por encima del percentil 95% de la temperatura media diaria. Cada provincia tiene su propio umbral a partir del cual se considera extremo porque, evidentemente, la población está adaptada a las temperaturas de su localidad.
¿Por qué hay tanta diferencia entre el modelo del MoMo y el modelo que habéis desarrollado con el MACE?
No hemos desarrollado un modelo: esta modelización estadística existe desde hace más o menos diez años y se está usando en todos los estudios que se publican.
La del MoMo, no tengo ni idea de quién la hizo, [su modelo] no está publicado y nadie la usa, habría que preguntarles a ellos por qué subestiman la realidad. No sé qué tipo de calor es para ellos extremo, excesivo, moderado, etc. Nadie lo entiende.
La metodología que se utiliza a nivel internacional es la vuestra.
Claro. El MoMo calor solamente existe en España, no en otros países.
¿Por qué es tan difícil determinar las muertes por calor?
Porque necesitas modelos estadísticos complejos que recojan dos cuestiones. Primero, la relación entre temperatura y mortalidad no es lineal. Segundo, que tenga en cuenta que la exposición que tienes hoy puede tener efecto mañana, pasado mañana o hasta seis días después. Lo que tienes que introducir en un modelo estadístico es este efecto, reconocido en salud ambiental.
Ahí está buena parte de la complejidad, y eso viene dado porque, realmente, si vamos a las patologías, aunque existe el golpe de calor como tal, el porcentaje que se registra es solo del 0,2%. Además, hay países que ni siquiera registran estos códigos en la práctica del médico o del forense: simplemente dicen que ha muerto por infarto, no por golpe de calor.
El problema viene, de una parte, porque no es fácil decir "esto es calor y esto no", y, por otra, porque hay muchas enfermedades –cardiovasculares, respiratorias– en las que el calor eleva el riesgo sin que exista un golpe de calor como tal. El estrés térmico es lo que eleva el riesgo.
Ya llevamos más de la mitad del verano. ¿Podemos aventurar cómo va a ser en términos de salud?
En los primeros tres días de agosto llevamos 300 muertes atribuibles al calor extremo. Supongamos que va a ser así, una media de 100 personas por día. Podemos hacer el cálculo de que, como máximo, podríamos llegar a final de mes a 3.000 personas, pero si miras el global de todo el verano, serían a lo mejor 4.000. Pero es que en 2022 fueron 8.000, y el año pasado 4.000 y algo.
Por tanto, no vamos a llegar al nivel de los últimos años. Sí vamos, si sigue así, a estar por encima de los años anteriores a 2022. Pero habrá que ver cómo serán los próximos días y semanas. Pero, si miras los primeros días, hay muchos días extremos en muchas provincias y hace que el conteo suba.
¿El futuro se va a parecer más a 2022 o a los años anteriores?
Lo excepcional de los últimos dos años va a ser lo normal en el futuro. Recientemente publicamos un artículo analizando varias ciudades españolas. La primera pregunta fue con qué periodicidad iban a vivir un verano de calor excepcional, que pasaba una vez cada 100 años en el pasado reciente.
Por ejemplo, en A Coruña, de uno (de estos episodios extremos) cada 6 años en 2020 pasarán a uno cada 5 con el aumento de dos grados en la temperatura a nivel global.
Pero no solo eso. Después, calculamos la fracción atribuible (porcentaje de todas las muertes se pueden atribuir al calor) de mortalidad por cada verano excepcional. Vimos que la fracción atribuible pasa de un 4% en estos eventos tan extremos en 2020 a hasta un 12% con un aumento global de 2 grados.
Estamos viendo que, realmente, la mortalidad futura va a subir.
El modelo MACE estima las tasas de mortalidad más altas en Castilla y León, Extremadura, Teruel o Toledo. ¿El calor afecta más a la España vacía?
Hay varios factores. Primero, el número de días de calor extremo que ha tenido cada provincia. Los que hayan tenido más días de calor extremo tendrán más muertes atribuibles. Eso por una parte.
Por otra parte, hay que tener en cuenta el factor del envejecimiento: todas ellas son provincias muy envejecidas y hay más población vulnerable al calor. Hay que mirar la composición demográfica de las provincias que tienen efectos porque vas a tener un impacto mayor en una población envejecida.
Con el envejecimiento explicaríamos el aumento de los riesgos a futuro. Es un factor de vulnerabilidad enorme, como las enfermedades crónicas.
Hay un argumento de los negacionistas [del cambio climático] que dice que hay más muertes en invierno que en verano. Pero en España el cambio climático suavizará los inviernos, con lo que habrá menos muertes.
Lo que se obvia es que la reducción en invierno no será tanta por el envejecimiento: aunque el hecho de que los inviernos sean más suaves debería llevar a una reducción de la mortalidad invernal, esto no va a pasar, justamente, por el envejecimiento de la población y, al mismo tiempo, ese envejecimiento va a disparar mucho más la mortalidad en verano.
¿España acabará dando la vuelta a esta tendencia, entonces?
Publicamos un estudio este año sobre este efecto, con cuatro posibles escenarios. El primero de ellos, el más optimista, no es muy realista. El último es bastante fuerte. Nosotros nos movemos más que nada en los medios, van a ser los más realistas, pero sí es posible que a mitad de siglo se van a equilibrar las muertes.
Es muy interesante ver que la mortalidad invernal no baja tanto, y eso es efecto del envejecimiento, pero sube mucho más en el verano.
No es que se equilibren verano con invierno sino que el primero superará al segundo.
Claro. No se van a equilibrar. Puede haber años que sí, hay que tener en cuenta que es una tendencia general: temporada a temporada puede ser diferente.
Hay efectos que ya se conocen: si tienes una altísima mortalidad en verano, puede que en invierno haya menos simplemente porque hay mucha gente que murió antes.
¿Es España especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático?
España es muy vulnerable, forma parte del foco de mayor vulnerabilidad en el mundo porque la cuenca mediterránea es uno de los focos del cambio climático, donde más aumento de temperatura estamos observando.
El aumento de la temperatura global va a ser de dos grados pero, ahora mismo, en el sur ya estamos casi en dos grados de subida. Ya estamos mucho más allá del famoso 1,5 ºC. Eso indica que las temperaturas van a subir mucho más que a nivel global.
Esto se combina con el hecho de que España es uno de los países más envejecidos y lo va a ser más todavía. Eso es un factor de vulnerabilidad enorme.
¿Qué pueden hacer las autoridades para prevenir las muertes por calor?
Aquí se combina la lucha contra el cambio climático y las medidas de adaptación para estos momentos [de gran calor]. Algo que no se menciona mucho pero, si luchas contra la desigualdad, estás luchando contra el cambio climático, porque es un factor que explica esa vulnerabilidad. Si tú tienes calor extremo y no tienes la capacidad económica para tener confort en tu vivienda, tienes mayor riesgo que otras personas que sí la tiene.
No es solo poder comprarse o encender el aire acondicionado, o tener una vivienda energéticamente sostenible, sino irme de la exposición a altas temperaturas. Si en Madrid las temperaturas llegan a 40 grados, mucha gente que puede, se va. Pero otra tiene que trabajar y está expuesta a estas temperaturas.
Hay que reducir las desigualdades y ofrecer viviendas y posibilidades de reducir la exposición que tenemos.
¿Crees que el negacionismo puede llegar a ser perjudicial a la hora de prevenir la mortalidad por efecto del calor?
Creo que no tanto. Sobre todo en los últimos dos años, la gente se ha hecho más consciente de lo que está pasando. Si notas que este calor tan extremo afecta a tu salud, a tu vecino, a la gente que está a tu alrededor, a lo mejor empiezas a notar que esto no es normal.
No se puede convencer a los negacionistas porque vienen con estos argumentos de que en invierno muere más gente y ya está. Hay que decir también que la mortalidad en invierno es más complicada porque el efecto de la exposición puede venir no solo a los tres o seis días sino incluso semanas después, lo que se explica por las enfermedades infecciosas.
Además, en el caso del calor, este mata directamente y no tienes el efecto de los ingresos hospitalarios. Tenemos un estudio en que comparamos cómo es la curva de exposición en ingresos respecto a la mortalidad y se ve claramente que, por ejemplo, en la mortalidad hay un efecto por frío y por calor, pero en ingresos hospitalarios solo existe por frío. La gente, con el impacto del calor, muere directamente, no hay forma de salvarlos.
¿Qué se puede hacer? Hay que hacer monitorización correcta de la mortalidad atribuible, como lo estamos haciendo en MACE, pero hay que ir más allá. Hay que reducir la escala: nosotros estamos en escala provincial, y eso es bastante grueso; hay que ir a proyección no solamente a retrospectiva viendo lo que ha pasado en los últimos días, y empezar a tomar medidas para reducir las islas de calor.
En los últimos meses hemos discutido sobre árboles, en algunas ciudades bastante conocidas se está quitando la sombra de los árboles. Muchos estudios han demostrado que, con cada 10% de aumento de zonas verdes, se reduce casi un 9% de la fracción atribuible. Esto significa que se puede hacer y tiene efecto. Pero si empiezo a reducir zonas verdes, va a aumentar la mortalidad.