Sammy Basso, enfermo de progeria, junto al investigador español Carlos López-Otín.

Sammy Basso, enfermo de progeria, junto al investigador español Carlos López-Otín.

Salud

Así es como la progeria, la enfermedad que hace a los niños envejecer, está a punto de ser curada

Las revolucionarias técnicas de innovación genética está transformando el tratamiento de enfermedades raras. 

22 agosto, 2024 02:32

La progeria, una enfermedad genética ultra rara que acelera drásticamente el envejecimiento en los niños, afectando a uno de cada cuatro millones de nacimientos, ha sido durante mucho tiempo un enigma trágico para la medicina. Esta enfermedad no solo afecta a un pequeño número de personas en todo el mundo, sino que también las priva de una vida plena al acortar su esperanza de vida, provocando el fallecimiento entre los 10 y 15 años por ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares. La buena noticia es que después de muchos años de investigación parece que la cura está más cerca que nunca. Esto es gracias a los recientes avances en la edición genética, particularmente en la técnica conocida como edición base. 

Esta técnica innovadora, desarrollada por el equipo de David Liu, profesor de Harvard y director del Instituto Merkin de Tecnologías Transformativas en el Cuidado de la Salud, junto a Francis Collins, exdirector de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), podría no solo cambiar el destino de los pacientes con esta enfermedad, sino también transformar el tratamiento de una multitud de enfermedades genéticas. Lo cierto es que, durante décadas, no ha existido un tratamiento efectivo para esta enfermedad devastadora. 

Sin embargo, en los últimos años, este pequeño grupo de académicos y científicos gubernamentales, ha trabajado incansablemente, sin esperar ganancias financieras, para detener la progeria mediante una innovadora técnica de edición genética. El proyecto, que ha requerido más de 25 años de investigación, está ahora en la fase de acercamiento a los fabricantes farmacéuticos y preparando todo lo necesario para la aprobación de un ensayo clínico en humanos. 

El desafío de la progeria radica en su raíz genética: una mutación puntual en el gen LMNA. En esta mutación, una sola letra en el ADN, el aminoácido guanina (G), es sustituido por adenina (A) en una de las 3.000 millones de combinaciones de unidades en el ADN, y produce la catástrofe. Esta debacle comienza con la producción de la proteína anómala llamada progerina, que desestabiliza la estructura celular y provoca un envejecimiento acelerado. La edición base, una técnica de edición genética de alta precisión que altera directamente una base específica en el ADN, ha sido capaz de corregir esta mutación en experimentos con células humanas y modelos animales. 

En el último estudio de Collins y Liu con ratones modificados genéticamente para portar la mutación, estos fueron tratados con esta técnica, consiguiéndose una corrección significativa de la mutación en más del 70% de las células afectadas. Un logro sin precedentes que consiguió extender la esperanza de vida de estos animales que lograron mantener su pelo (cuando uno de los síntomas de la enfermedad es la caída del mismo) y vivieron hasta el comienzo de la vejez en los ratones.

Una esperanza de vida del doble

Pero estos animales no solo vivieron más del doble de tiempo que los no tratados, sino que experimentaron una reversión de otros problemas asociados a la enfermedad como el daño a las arterias, que fue casi completamente revertido. A pesar del entusiasmo generado por estos hallazgos, la transición de la investigación en animales a los ensayos clínicos en humanos plantea una serie de desafíos. Por eso, los investigadores están trabajando meticulosamente para optimizar la seguridad y eficacia de esta técnica antes de proceder a ensayos humanos. La razón es que, aunque los estudios iniciales han mostrado un bajo riesgo de efectos secundarios graves, como la formación de tumores observada en algunos ratones, la seguridad a largo plazo en humanos sigue siendo una preocupación crítica a la hora de aprobar el tratamiento.

El interés de Collins en la progeria se remonta a 1982, cuando conoció a Meg Casey, una joven que padecía la enfermedad y que marcó el resto de su carrera, según detalla al New York Times. Décadas más tarde, tras liderar el proyecto federal de mapeo del genoma humano, el investigador fue atraído nuevamente hacia la investigación de esta enfermedad al conocer a Sam Berns, un niño afectado por esta, cuya familia fundó la Progeria Research Foundation, lo que inspiró a Collins para investigar esta enfermedad en su propio laboratorio. De hecho, en 2003, publicó un artículo explicando el primer hallazgo, la causa de la enfermedad. Una mutación que se produce en un espermatozoide o un óvulo antes de la fecundación.

CRISPR permitió editar el ADN

El avance más significativo en esta búsqueda llegó con la aparición de CRISPR en 2012, una tecnología de corte de ADN, y más tarde con la invención de la edición de bases por parte del laboratorio de Liu en Harvard en 2017. Esta técnica permite corregir directamente la mutación genética que causa la progeria, la del gen LMNA. Como si fuera un lápiz, usando una encima borra la adenina y escribe guanina, así de simple y milagroso. En experimentos iniciales, esta técnica se utilizó para corregir la mutación en células de pacientes con progeria cultivadas en placas de Petri, con resultados exitosos.

Tras coincidir ambos científicos, Collins y Liu comenzaron la investigación con ratones que ha devuelto la esperanza sobre la cura de la progeria mediante la administración de una infusión única del editor de bases. La posibilidad de que una simple inyección postnatal pudiera corregir la mutación desde el principio de la vida es un avance que puede revolucionar la medicina genética. Sin embargo, Collins y su equipo reconocen que, aunque los resultados en modelos animales son prometedores, esta técnica presenta distintos problemas además del riesgo ya mencionado en cuanto a la aparición de tumores, como la necesidad de miniaturizar el editor de genes para que pueda ser administrado eficientemente a las células humanas. Aunque esperan obtener la aprobación de la FDA y comenzar los ensayos clínicos en los próximos dos años.