La longevidad toca techo en España: un estudio alerta de que apenas ha aumentado en los últimos 30 años
- Los avances en esperanza de vida ganados durante el siglo XX se han ralentizado y ni siquiera la mayoría vivirá 100 años en el siglo XXI.
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Pese a los avances en la medicina y el énfasis en los hábitos de vida saludables, el récord que marcó la francesa Jeanne Calment al morir a los 122 años en 1997 sigue imbatible. El aumento de supercentenarios -personas que alcanzan más de 110 años- contrasta con la ralentización del aumento de la esperanza de vida. Así, si los años de vida se duplicaron a lo largo del siglo XX, desde 1990 apenas se han ganado seis años y medio en los países desarrollados, insuficiente como para garantizar que la mayoría de nacidos en el siglo XX cumpla los 100.
Así, y aunque a nivel individual no se descarta que alguien rebase el hito de Calment y cumpla los 125 años antes de mediados de siglo, un nuevo estudio realizado por investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Illinois en Chicago plantea que la humanidad estaría tocando techo en cuanto a la longevidad. Según el líder del presente trabajo, el profesor de epidemiología y biométrica S. Jay Olshansky, los mayores progresos ya se han alcanzado al contrarrestar las enfermedades, pero ahora queda el tope del envejecimiento natural.
"La mayor parte de las personas que viven actualmente hasta edades avanzadas lo hacen con tiempo ganado y manufacturado por la medicina", explica Olshansky. "Pero estas 'tiritas' nos están dando cada vez menos años de vida incluso si están ocurriendo a un ritmo acelerado, lo que implica que la época de incrementos acelerados en la esperanza de vida ha llegado oficialmente a su fin". Los esfuerzos deberían dirigirse, argumenta en el artículo publicado en la revista Nature Aging, en el ralentizamiento del proceso de envejecimiento.
Ya en 1990, Olshansky había argumentado en un artículo en la revista Science que el techo de la esperanza de vida humana se situaría en los 85 años a nivel global. 34 años después, el investigador ha coordinado a equipos de las universidades de Harvard, de Hawái y de la UCLA para recopilar datos de los ocho países más longevos del mundo: Hong Kong, Japón, Corea del Sur, Australia, Francia, Italia, Suiza, Suecia y España. Estos registros se contrastaron con los de Estados Unidos, donde la esperanza de vida ha decrecido.
"Nuestros resultados desmontan el mito de que todavía no hemos llegado al máximo de la prolongación natural de la longevidad en nuestra especie. Al contrario, ya la hemos rebasado en un momento entre sesenta y treinta años atrás", advierte. "Los avances médicos están ocurriendo a velocidad de vértigo, pero ya solo reportan mejoras incrementales cada vez más pequeñas". Y si cada vez más personas superarán los 100 años, y los récords de edad se pueden batir ocasionalmente, el impacto general no modificará sustancialmente la esperanza de vida humana global.
Es erróneo, por tanto, basar las transformaciones económicas en un horizonte en el que la mayoría de la población llegue a centenario, "porque solo un porcentaje menor vivirá tanto". Olshansky pone el foco en las ciencias gerontológicas, añadiendo más años de vida con salud en lugar de la mera prolongación cronológica. "No estamos ante un muro sino ante un techo de cristal", plantea, "y podemos empujarlo hacia arriba". Medidas como la reducción del riesgo sanitario, los hábitos de vida saludables y la lucha contra la desigualdad sí pueden beneficiar la longevidad global.
El optimismo, a "revisión"
"Ante la visión más optimista de un crecimiento continuo de la esperanza de vida al nacimiento, con un crecimiento a 0,3 meses por año, los autores proporcionan la evidencia de que ese ritmo se ha desacelerado", valora en declaraciones a Science Media Centre Diego Ramiro, director del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSI. "Estas estimaciones basadas en previsiones optimistas deberían revisarse, ya que no es esperable que haya unos crecimientos tan importantes".
Ramiro añade que "hubiera sido deseable que ahondaran más en las razones que están detrás de esos frenos al crecimiento acelerado en la esperanza de vida". Entre esos posibles factores, destaca "las desigualdades dentro de la misma sociedad en diferencias en esperanza de vida por nivel educativo o por nivel socioeconómico, que pueden marcar que la esperanza de vida crezca a diferente ritmo en cada grupo de población".