El arduo trabajo de los pocos psicólogos de los militares en la DANA: "Están educados para ser duros y les cuesta pedir ayuda"
- Los militares que intervienen en las zonas afectadas por la catástrofe necesitarán un seguimiento psicológico cuando vuelvan a sus bases.
- Más información: Así trabajan los médicos forenses para identificar a las víctimas de la DANA: "El problema es el volumen"
La DANA que azotó la semana pasada el sur y el este de la península ha dejado imágenes desoladoras que quedaran en la memoria del país durante décadas. Desde los primeros días hay desplegados miles de militares de la Unidad Militar de Emergencias (UME), los tres Ejércitos y la Guardia Real. Estos profesionales desarrollan todo tipo de tareas, desde limpiar las calles con los vecinos hasta trabajar en la búsqueda y recuperación de cadáveres de las personas desaparecidas. Esto hace que sea imprescindible en primera línea el papel de los psicólogos militares: los que cuidan de quienes cuidan de la población.
Los profesionales que dan apoyo a los efectivos desplegados en los territorios anegados por la inundación trabajan de una manera no reglada. En ese contexto no hay tiempo de citarlos para que acudan a terapia. Se centran en ofrecerles una contención y liberación emocional, que sientan que se pueden expresar libremente, explica el capitán Francisco Javier Estévez, psicólogo del Ejército de Tierra.
Su trabajo en estos casos es brindar a estos profesionales un primer apoyo cercano. "No es adecuado hacer ningún tipo de tratamiento más complejo", detalla Estévez. Sus intervenciones están limitadas en el tiempo y es muy importante que se adapten de manera individual. "No hay un manual específico", dice, resaltando la importancia de respetar el espacio y entender las peculiaridades de cada caso.
El trabajo en las zonas afectadas está estructurado en dos líneas, dice el capitán. Por un lado, hay un centro de tratamiento para intervinientes al que pueden acudir los militares que lo necesiten. Está coordinado por psicólogos del Ejército que ya estaban destinados por la zona o las proximidades, pero cuenta también con el apoyo de los que han llegado de refuerzo.
La otra pata son unas líneas telefónicas con las que cuentan todas las unidades. Si durante el trabajo se detecta a alguien con ansiedad, o que puede estar mal a nivel emocional, puede hacer uso de ellas para dar el aviso. También puede llamar un militar a título personal para pedir ayuda. Este sistema está funcionando las 24 horas del día sin interrupción, indica Estévez.
El psicólogo del Ejército de Tierra destaca que es un gran paso que los propios militares les llamen para reconocer que no están bien. "Están educados para ser duros y puede costarles pedir ayuda". Por eso, otra parte del trabajo de estos profesionales de la salud mental es estar también sobre el terreno, verlos. "Hablas con ellos, con sus mandos y detectas si hay alguna necesidad". En esos momentos, aunque solo trabajan con miembros del ejército, si se les acerca un civil a pedir ayuda también le atienden.
Actualmente, hay trabajando 25 psicólogos de los distintos ejércitos en los territorios afectados, algunos destinados en esa zona y otros que han llegado como refuerzo desde otros puntos, ha informado la UME. Estévez es uno de los que ya estaba allí porque está destinado en la base de Bétera (al este de la provincia de Valencia).
Trastorno de estrés postraumático
La evaluación y el nivel de riesgo para la salud mental dependerá precisamente de las labores a las que se tengan que dedicar. No es lo mismo los que se dedican a limpiar las calles y ayudan a los vecinos a vaciar sus casas para deshacerse del mobiliario, que quienes trabajan en la localización y rescate de cadáveres. Estos últimos cuentan con un riesgo mayor de ver afectada su salud mental, dice el capitán.
Tras una situación como la que se está viviendo, el problema más común que pueden desarrollar los efectivos es el trastorno de estrés postraumático (TEPT), cuenta el capitán Estévez. Es "una patología un poco tramposa", ya que no se puede saber cuándo se va a desarrollar, informa el militar. Puede dar la cara mientras se vive ese contexto trágico, pero también puede ocurrir después del proceso, incluso meses después. "La persona se queda bloqueada".
Hay otros problemas que también pueden sufrir durante el desempeño de sus labores, especialmente los que se encargan de la parte más desagradable y deben rescatar cadáveres. De esta parte se está encargando sobre todo el personal de la UME, desgrana Estévez. En este tipo de situaciones límite pueden sufrir ansiedad, depresión o incluso quedarse bloqueados por la intensidad de las emociones que conlleva este trabajo. Afortunadamente, amplía el psicólogo, estas afecciones se van diluyendo con el tiempo y no suelen causarles problemas a largo plazo.
Los que se encargan de tareas de limpieza, aunque tienen jornadas duras y es un trabajo muy exigente, no ven tan mermada su salud mental. "Los que están en contacto con la población pueden sentirse hasta bien", afirma Estévez. Normalmente, los militares están acostumbrados a actuar fuera, en misiones internacionales. En esta ocasión, señala el psicólogo, sentirse útiles en su propio país y ver la gratitud de la gente puede servirles como refuerzo.
Después de la tragedia
Estévez reconoce que todavía se están viviendo las primeras fases de la tragedia. Cuando pueda normalizarse la situación y los refuerzos vuelvan a sus bases, los soldados necesitarán un seguimiento con los psicólogos de sus unidades. De esta forma se podrán asegurar de que no aparece ningún problema en el futuro, como el TEPT, o de que se aborda si aparece. Esos profesionales decidirán el tiempo de seguimiento de cada caso.
El psicólogo de la base de Bétera se muestra especialmente preocupado por los efectivos que ya estaban destinados en la zona afectada. Muchos de ellos, incluso, vivían en los municipios inundados y han perdido sus casas. Cuando todo pase, "van a tener esta realidad más cercana y más continuada".
El tema de salud mental es cada vez menos tabú también entre los miembros de los ejércitos. Estévez celebra que desde el Ministerio de Defensa se trabaja cada vez más para darle visibilidad al tema. En esa apertura reside la fortaleza psicológica: "Hay que saber reconocer los estados emocionales y las habilidades, solo así se es más fuerte y más resistente".
Esto se refleja también en el aumento de psicólogos dentro de las unidades, cuenta. Actualmente, desarrolla, los militares cuentan con una atención psicológica "bastante adecuada". El capitán considera que la atención psicológica distribuida en las bases se ajusta correctamente a las necesidades. De hecho, cuentan con una ratio de profesionales mayor que la población, algo que Estévez justifica debido a la exigencia de la profesión.
De momento, todos esos efectivos continuarán prestando sus servicios al pueblo valenciano, estén o no destinados en esas zonas. Junto a ellos, los psicólogos como Estévez les procurarán la ayuda y el apoyo para que puedan cumplir con su trabajo de la forma más sencilla posible. "En la medida que haya desaparecidos, seguiremos estando el tiempo que sea necesario".