Un vial de vacuna para la gripe.

Un vial de vacuna para la gripe. Reuters

Salud

Los médicos 'pasan' de vacunarse contra la gripe: solo el 43% lo hace frente al 66% de las personas mayores

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En casa del herrero, cuchara de palo. Es lo que podría pensar un paciente que acuda a la consulta de su médico estos meses de frío y este le recomiende vacunarse contra la gripe: solo el 43% de los profesionales sanitarios se ha inmunizado frente al virus en la última temporada.

Los datos oficiales que recoge el Sistema de Información de Vacunaciones del Ministerio de Sanidad (Sivamin) indican que la vacunación en este grupo, recomendada para reducir el impacto de la gripe y garantizar el mantenimiento de servicios críticos y esenciales a la comunidad, ha caído un tercio desde 2020 y casi iguala los —bajos— niveles prepandemia.

Ni siquiera cuatro de cada diez profesionales sanitarios se inoculaba la vacuna a finales de la década pasada. Con la pandemia, sin embargo, el interés de médicos, enfermeros, farmacéuticos y otros profesionales en contacto con los pacientes aumentó y un 65,58% se vacunó ese año.

Pero esta alta cobertura no duró: en 2021 había disminuido hasta 59,97%; en 2022 lo hizo hasta el 50,84% y en 2023 alcanzó tan solo al 43,76% de los profesionales. Los objetivos de la OMS fijan una cobertura del 75% para este grupo.

En comparación, los mayores de 65 años siguen diez puntos porcentuales por encima de los tiempos prepandemia: del 54,59% en 2019 al 65,97% en 2022.

Parece que la concienciación ha funcionado: el punto álgido de la vacunación en este grupo fue en 2021, con un 69,48% de la población inmunizada, es decir, tan solo cuatro puntos porcentuales por encima de las últimas cifras recogidas.

Las recomendaciones de vacunación contra la gripe para la temporada 2024-2025 incluyen a las personas de 60 años o más de edad, las que están en residencias e instituciones cerradas, los pacientes de enfermedades crónicas e inmunosuprimidos, las embarazadas y los niños entre los seis y los 59 meses de edada.

Como colectivo aparte, se recomienda la vacunación del personal de centros sanitarios y sociosanitarios y trabajadores de servicios públicos esenciales como las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, los bomberos y los servicios de protección civil.

Entre los sanitarios "depende mucho del ámbito, de las especialidades, etc.", explica Pablo Aldaz, portavoz del grupo de vacunas del Programa de Actividades Preventivas y de Promoción de la Salud de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria, Semfyc.

"Los profesionales que trabajamos más en contacto con el paciente somos los que más lo hacemos porque vemos el efecto de una gripe en el paciente".

Así, los médicos de familia son los más concienciados, pero también profesionales de las urgencias y las unidades de los cuidados críticos, internistas, geriatras o neumólogos.

La vacuna tiene un triple objetivo para este colectivo: protegerse a sí mismos, al paciente (evitando la transmisión) y "prevenir las bajas laborales en el momento álgido de las infecciones respiratorias".

No obstante, cree que los sanitarios tienen arraigados prejuicios sobre esta vacuna, como que no protege o que tiene efectos secundarios. En parte, esto se debe, argumenta, a la poca formación sobre vacunas que se imparte en el periodo formativo (grado y MIR). "La gente no está a la última en cuanto a vacunas, no es algo que les motive especialmente".

Formación e información

Un estudio realizado por profesionales de la Dirección General de Salud Pública del Ministerio de Sanidad quería abundar en las causas de esta reticencia a vacunarse por parte de los profesionales.

Realizaron más de 11.000 encuestas y observaron que los que trabajaban en atención primaria se vacunaban más que aquellos que lo hacían en ámbitos especializados: 75,6% frente al 70,5%.

También se vacunaban más los mayores de 40 años (70,4%) en comparación con los menores (61,9%).

Entre los que contestaron que no se vacunaban, el principal motivo era que nunca lo habían hecho: así lo afirmaba el 46,5% de ellos. El 23,6% señalaba que no lo hacía porque gozaba de buena salud, el 17,5% adujo mostrar preocupación por los efectos secundarios y el 15,7% los justificaba por no considerarse grupo de riesgo.

Hay que tener en cuenta que las encuestas se realizaron entre febrero y marzo de 2020, cuando explotó la pandemia de Covid, por lo que esto pudo modificar la percepción de los encuestados sobre la vacuna de la gripe.

Por eso, Aldaz considera que la estrategia más efectiva para mover a los profesionales a inocularse es la información. Sin embargo, Raquel Alfaro, miembro del grupo de Infecciones, Migrantes, Vacunas y Actividades Preventivas de Semergen (Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria) apunta una estrategia de éxito.

"Yo trabajo en un centro de salud, así que en cualquier momento podemos ir a enfermería a vacunarnos, no hay trabas. Pero en algunos hospitales un enfermero se pasa por los diferentes servicios, así que los profesionales no tienen que ir hasta Medicina Preventiva, y eso ha hecho que las coberturas vacunales aumenten".

Alfaro considera que hay una falta de conciencia sobre las consecuencias de la gripe, que se sigue viendo como una enfermedad banal. "Cuando hablo con compañeros, muchos se sorprenden cuando les cuento que, en la semana posterior a la gripe, se multiplica por diez el riesgo de infarto y por ocho el de ictus, neumonía, complicaciones de la diabetes... No se trata de asustar pero hay que tener claro que no es una enfermedad cualquiera".