Marvin Minsky (Nueva York, 9 de agosto de 1927) falleció el domingo 24 de enero por la noche en Boston (EEUU) a causa de una hemorragia cerebral. Tenía 88 años.
Este matemático y experto en ciencias de la Computación, profesor emérito del MIT Media Lab, siempre consideró el cerebro como una máquina "reproducible" en un ordenador, lo cual ayudaría precisamente a entender mejor cómo funciona la mente humana. Fue ese punto de partida lo que le convirtió en el padre de lo que conocemos como inteligencia artificial (IA).
Estudió en las Universidades de Harvard y Princeton. En 1959 cofundó, junto a su colega John McCarthy, el Proyecto de Inteligencia Artificial, luego rebautizado como Laboratorio de Inteligencia Artificial y Ciencias de la Computación (CSAIL, por sus siglas en inglés), en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts MIT, en donde era venerado como un auténtico visionario.
Lo cierto es que mucho antes de la llegada de los microprocesadores ya sentó las bases para el desarrollo de la IA: la posibilidad de dotar a las máquinas de razonamiento autónomo y, de alguna manera, sentido común. A partir de ese momento, su labor investigadora fusionó las ciencias de la computación con la filosofía para conseguir lo imposible: que las máquinas piensen.
"Marvin Minsky ayudó a crear la visión de la inteligencia artificial como la conocemos hoy en día," dice la directora del CSAIL Daniela Rus, profesora en el Departamento de Ingeniería Eléctrica y Ciencias de la Computación del MIT. "Los desafíos que definió aún impulsan nuestra búsqueda de máquinas inteligentes e inspiran a los investigadores para empujar los límites de la informática".
Otros logros de Minsky que subraya el MIT son su papel como inventor del primer microscopio confocal, que patentó en 1957, y que usa una iluminación puntual para aumentar el contraste. Diseñó en 1951, durante su primer año en Princeton, la primera red neuronal capaz de aprender. También participó en otras invenciones como el cursor para el lenguaje de programación LOGO, y en la creación del sintetizador "Muse" para las variaciones musicales, junto a su colega del MIT Edward Fredkin.
De su extensa obra investigadora destaca especialmente La sociedad de la mente, de 1985, en la que se plantea maravillado la diversidad de mecanismos que interactúan en la inteligencia y el pensamiento.
Consejero... y pianista
Como todos los genios dotados de capacidades extraordinarias, Minsky tuvo una intensa vida en la que pudo desarrollar sus múltiples talentos. Desde el MIT recuerdan, por ejemplo, su faceta de brillante pianista: era una de las pocas personas en el mundo capaz de improvisar fugas.
Como curiosidad, fue consejero en la película de Stanley Kubrick 2001, una odisea en el espacio. E inspiró a Michael Crichton para la creación de su obra Parque Jurásico, en una corta conversación entre ambos en la playa de Malibú.
Su trayectoria estuvo plagada de premios y reconocimientos, entre los que destacan el Premio Turing -el más alto honor en Ciencias de la Computación- en 1969; el Premio de Japón; el Computer Pioneer Award de la IEEE Computer Society; la medalla Benjamin Franklin; y el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento 2013 en la categoría de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).
Minsky estaba convencido de que los humanos algún día desarrollarían máquinas capaces de competir con nuestra propia inteligencia, aunque solía quejarse de la falta de medios económicos y humanos.
"Los grandes avances en Inteligencia Artificial se dieron entre los 60 y los 80 del pasado siglo", declaró al recibir el premio de la Fundación BBVA. "En los últimos años no he visto nada que me sorprenda, porque ahora la financiación se enfoca más en aplicaciones de corto plazo que en ciencia básica". Toda una llamada de atención.