La gallega Concepción Martín Picciotto, 'Conchita', conocida por haber permanecido acampada ante la Casa Blanca como medida de protesta contra la proliferación de armas nucleares durante casi 35 años, falleció este lunes en un refugio para mujeres sin techo de Washington.
El refugio para personas sin hogar N Street Village de la capital estadounidense informó a The Washington Post del fallecimiento de Picciotto, considerada por muchos la persona que ha mantenido un acto público de protesta política durante más tiempo de la historia de EE.UU.
Aunque se desconoce la edad precisa de la fallecida, el Post apunta que rondaba los 80 años, y pese a que había sufrido una caída recientemente, se desconoce la causa de su muerte.
Pocos sabían su nombre y casi no hay detalles sobre su vida antes de emigrar a EE.UU. y casarse con un italiano, pero Conchita Martín, oriunda de Vigo, es una figura reconocida por casi todo el mundo en Washington, ya que llevaba acampada desde 1981 enfrente de la Casa Blanca.
Martín emigró a Nueva York en 1960 y trabajó en la Gran Manzana como recepcionista en la oficina comercial de la embajada española, para casarse más tarde con un emigrante italiano, de quien adquiriría el apellido y con quien adoptaría a una niña.
La convicción de que su marido quería separarla de su hija fue la que la llevó a Washington por primera vez en 1979, con la intención de buscar ayuda entre la clase política para recuperar a la niña, pero su empresa no resultó exitosa.
Fue entonces cuando conoció a William Thomas, un activista contra la proliferación nuclear que ocupaba una tienda de campaña en la avenida Pensilvania frente a la residencia presidencial, y decidió unirse a él.
Desde entonces, y durante más de tres décadas, Conchita Martín Picciotto no abandonó esa posición pese al fallecimiento de Thomas en 2009, y se convirtió en un personaje célebre entre los residentes de la capital y los miles de turistas que cada día visitan la Casa Blanca.
Un personaje con una causa
Desde su acampada en el parque Lafayette, Conchita se había convertido en un elemento consustancial a la vida en la capital de los Estados Unidos. Para unos era un símbolo de convicción y resistencia. Sobrevivía con donaciones, limosnas y la comida que le entregaban simpatizantes y turistas. Dormía de pie o sentada, nunca tumbada, para evitar que la expulsaran aplicando la ley contra la vagancia.
Para otros, era una lunática. Su discurso, con un fuente acento español, no siempre resultaba coherente, y no se quitaba su famoso casco por miedo a los "rayos" que el Gobierno podría usar para manipular su cerebro. A menudo era objeto de burla. Respondía a sus detractores acusándoles de ignorancia.
"Son los mismos perros con distintos collares", aseguró la manifestante en una entrevista con Efe en 2001 al referirse a los cuatro presidentes estadounidenses que entonces habían pasado por el Despacho Oval -de Reagan a Bush hijo- desde que en 1981 comenzó su protesta contra las armas atómicas. La llegada de Obama al poder siete años después no la disuadió de su empeño.
Conchita aseguró entonces que no se movía de su emplazamiento "ni en invierno ni en verano, ni de noche ni de día", poco antes de interrumpir la charla ante la petición de un turista coreano para sacarle una foto junto a su hija de corta edad.
Mientras hacía el gesto de la paz y sostenía un cartel en coreano -tenía en casi todos los idiomas-, la manifestante aseguró que sólo abandonaba su pequeño "garito", junto a una pancarta "Contra la bomba atómica" y fotos explicativas, para "ir al baño".
Legado en la red
Preguntada por su causa, Conchita remitía a una web lanzada en 1997 para relatar su historia y su ideario. En ella se recoge la protesta que a principio de los ochenta cubrió la verja de la Casa Blanca con pancartas pacifistas y de cuyos participantes solo fueron quedando Thomas y Piccioto, y finalmente, solamente ella.
"El propósito de mi vida es adquirir sabiduría y alcanzar la perfección moral. Soy una vagabunda sin un centavo y una peregrina" reza la web citando al pensador estadounidense William Thomas.
En la red, Conchita ha recibido el homenaje de los internautas conmovidos por su constancia que lamentan la desaparición de una figura irreductible.