Si no quieres que algo de tu vida se sepa, no lo cuentes, ni lo escribas, ni muchísimo menos lo subas a la Red. Nunca. Todo lo que entra en la esfera digital deja rastro, o al menos eso es lo que sostiene Silvia Barrera, inspectora jefe del departamento forense de la Unidad de Investigación Tecnológica de la Policía Nacional.
Barrera participó junto a Juan A. Rando, ex agente de campo del servicio de inteligencia español -ex espía- y actualmente abogado, en un curioso acto promocional de la película Jason Bourne, protagonizado por un amnésico Matt Damon que recupera su memoria en la quinta entrega de esta saga de acción. "Es un buen momento para reflexionar sobre la época en la que vivimos, nuestro mundo es ya el mundo virtual, digital", comenta la agente.
Si hoy perdiéramos la memoria, como el agente Bourne, podríamos recuperar "fácilmente" muchos datos en Internet, según esta agente, quien resalta varias ideas repetidas por todos los expertos en ciberseguridad en los últimos años: "La seguridad 100% no existe"; "no hay nada secreto"; "el anonimato en Internet no existe".
La exposición digital viene principalmente por dos caminos. Por un lado, hay infinidad de datos que cedemos voluntariamente (en redes sociales, en dispositivos como pulseras inteligentes, en aplicaciones y los permisos que concedemos...), muchas veces alegre y casi inconscientemente, a cambio de servicios gratuitos. Por otro lado, de forma involuntaria, simplemente mediante el uso de navegadores o del uso de tarjetas de crédito.
Y remarca que la información que se indexa en buscadores supone tan solo el 4% de los datos en red: el otro 96% se encuentran en la llamada web profunda.
Porque, como dice la agente Barrera, somos lo que publicamos: "Cada vez nos exponemos más, queremos ser más populares, pero nos olvidamos de que a veces nos exponemos demasiado", recuerda.
Por tanto, no está de más insistir: la única manera de esquivar que se sepa un secreto es no contarlo. Un consejo que, por evidente que parezca, no termina de calar en la sociedad en vista de la cantidad de información que voluntariamente volcamos en redes sociales, servicios de mensajería electrónica y sitios de publicación de contenidos.
¿Se puede borrar el rastro del todo?
"Si entendemos como 'rastro' aquella información que vamos dejando por el simple hecho de navegar por Internet (direcciones IP, cookies, etc) no va a ser posible eliminar este rastro porque, de hecho, es necesario para que una persona pueda navegar por Internet", razona Samuel Parra, responsable del bufete ePrivacidad y experto en protección de datos.
"Ahora bien, si una persona desea preservar su privacidad en Internet lo ideal no sería que se preguntase si tal o cual dato podrá borrarlo en el futuro, sino evitar directamente que el dato pueda ser recopilado; en el ámbito de Internet esto es posible gracias a herramientas como TOR, que permiten a cualquier ciudadano navegar por Internet con cierta expectativa de privacidad", añade.
Este experto recuerda a EL ESPAÑOL que la información que aparece publicada en los boletines oficiales, por ejemplo, no es susceptible de eliminación: "Si tu nombre, apellidos, DNI y matrícula de tu vehículo aparece en un boletín oficial en relación a una sanción de tráfico, esa información no podrá ser eliminada del boletín". No obstante, existen algunas medidas para evitar que esa información no sea fácilmente localizable, por ejemplo, evitar el acceso a los mismos desde los buscadores de Internet, "lo cual en la práctica significa que desaparezcan de Internet".
Conviene destacar, según este experto, que en países como el nuestro "prácticamente a los pocos minutos de nacer ya nos agregan en diversas bases de datos de las cuales de hecho será prácticamente imposible desaparecer, porque además será necesario que estés en ellas si quieres vivir en sociedad: Sanidad, Educación, Trabajo, etc".
Deberían existir mecanismos ágiles para evitar la difusión indiscriminada de datos personales o información sensible de las personas cuando éstas son personas anónimas
"Deberían existir mecanismos ágiles para evitar la difusión indiscriminada de datos personales o información sensible de las personas, cuando éstas son personas anónimas o no existe un interés público en su difusión", añade, y destaca que "en la mayoría de los casos sí es posible eliminar o 'anonimizar' toda la información que aparezca sobre una persona en Internet", aunque puede no ser sencillo.
A juicio de Parra, incluso "deberían existir mecanismos reales de desconexión virtual". "Si yo mañana me doy de baja de Facebook, que no tenga la menor duda de que toda la información que yo he volcado a esa red social, así como la que ésta ha recopilado sobre mí sin enterarme, será completamente eliminada", apunta, y añade: "Sin embargo, actualmente tenemos la sensación contraria. ¿O acaso creemos que si nos damos de baja de Facebook eliminarán todos los datos que hayan podido obtener sobre mí?"
'Peor' que Snowden
"¡Nos han hackeado! ¡Podría ser peor que Snowden!". Esta frase se puede escuchar en el trailer de Jason Bourne. ¿"Peor" que las revelaciones de Edward Snowden, gracias a cuyas filtraciones sabemos que algunos estados espían indiscriminadamente y de forma masiva a sus ciudadanos? ¿Es Snowden una mala noticia?
En una breve charla con EL ESPAÑOL, Juan A. Rando sonríe ante esa pregunta y sostiene lleno de prudencia que, "en potencia, existe la posibilidad de que todo el mundo esté vigilado por el Estado, pero la realidad es que eso no es así, al menos desde la perspectiva de un servicio de inteligencia". "Tiene unos medios limitados que tiene que gestionar y aplicarlos allí donde el riesgo es más inmediato y grave", añade.
Porque para los servicios de inteligencia es crucial llegar a lo que Rando llama "la explotación de la información", que es decir si vas a hacer algo con ella o no. "Cuando se dice que un terrorista hizo tal cosa y ya estaba fichado por la policía anteriormente, hay que recordar que posiblemente estaba fichado él y otros cientos de miles más como él", asegura. "Que en determinado momento aparezca un nombre por aquí o por allí no significa que esa persona se le pueda someter a un control permanente", sentencia.
Es decir, por mucho que exista un rastro, es necesario aplicar el trabajo suficiente como para poder "explotar" esa información.
Uno va a ver una película y luego deja volar su imaginación, y eso es bueno para los servicios de inteligencia porque, al final, es desinformación
Este abogado y economista, antiguo espía, reconoce que en su vida ha tenido experiencias "intensas" cuando era agente de campo, un exclusivo club al que pertenece un pequeño porcentaje de miembros de los servicios de inteligencia. En plan Jason Bourne, con menos efectos especiales pero con riesgos reales para su integridad física.
Eso sí, reconoce que salta de su sillón cuando ve situaciones inverosímiles o directamente imposibles en películas de acción. "Sí, eso me pasa frecuentemente", reconoce riendo, "pero es que en el campo de los servicios de inteligencia algunos directores no cuentan con buen asesoramiento". Eso sí, reconoce también que en otras ocasiones los filmes sí han contado con gente que conoce cómo se realizan las operaciones especiales.
Pero reconoce que las exageraciones en las películas benefician a menudo el trabajo de los espías. Sobre todo si llevan una gran carga de acción (y una buena dosis de propaganda). "Uno va a ver una película y luego deja volar su imaginación", comenta a este diario, y añade: "Es bueno para los servicios de inteligencia porque, al final, es desinformación".