Esto es lo que pasa cuando llamas por el móvil
Todos tenemos uno en el bolsillo y lo usamos a diario, pero pocos son conscientes del viaje que hace nuestra voz para llegar hasta el destinatario durante una llamada.
5 agosto, 2016 02:55Noticias relacionadas
Los humanos siempre se las han ingeniado para comunicarse a distancia, igual que otros animales. Si los lobos aullaban, las personas gritaban (muchas siguen haciéndolo), pero después se inventaron otros métodos para transmitir mensajes a distancia. Estaba la percusión con tambores, las campanas, el gong o los cuernos, que al menos emitían el sonido al soplar y no aporreando alguna superficie.
Las cosas han evolucionado y hoy el último exponente de la comunicación a distancia es el móvil. Ahora no solo móvil sino smartphone, lo que significa que tiene WhatsApp y que puedes jugar a Pokémon Go. Pero antes de que Internet entrara en nuestros bolsillos lo hicieron las llamadas.
Todo empezó con Martin Cooper, el director de investigación y desarrollo de Motorola. En abril de 1973 hizo la primera llamada desde un teléfono móvil. Llamó a un fijo (obvio), al responsable de los laboratorios Bell, a quien debió sentarle como una bofetada oír la voz de Cooper porque justo competía con él por ver quién sería el primero en lograr esa llamada.
Después vendría el primer ladrillo comercial, un DynaTAC, y más adelante los 3310, así hasta llegar al iPhone y a los supersofisticados dispositivos actuales. La electrónica portátil ha avanzado tanto que hoy un adolescente tiene en su bolsillo un ordenador más potente que los que la NASA usaba algunas décadas atrás.
Dejando Internet aparte, la verdad es que el móvil ha sido uno de los inventos de (todavía) el siglo XX, junto con el propio Internet, los ordenadores, la televisión, el avión, la penicilina o los años 80. Pero, ¿cómo funciona?
El viaje de una llamada
Carmen desenfunda su móvil para llamar a Ramón. Unas horas antes lo había encendido y el móvil había buscado cobertura como cada mañana. Al encontrar cobertura el teléfono de Carmen se identifica ante la red, diciendo "este es mi número" y "aquí estoy", como si presentara su DNI y su domicilio. Solo que en este caso el domicilio se mueve de un sitio a otro. A partir de ahí la red, que es ese ente que todo lo sabe y que se compone de las antenas de los operadores más sus sistemas de información, sabe que el móvil de Carmen está en una zona de cobertura determinada.
Al llamar Carmen envía una señal en forma de onda electromagnética, que no se dirige descabezada hacia el éter sino que alcanza la estación base más cercana. Esta estación base se acompaña de una antena y ambos aparatos delimitan una zona de cobertura, también llamada celda (porque qué sería de las telecomunicaciones sin un sabor a distopía). Por cierto, si al desplazarse Carmen cambia de celda se produce lo que se llama 'un traspaso'. Suena inquietante, pero sencillamente es que los sistemas de la operadora saben que el móvil ha cambiado de celda.
Eloy Fustero, director en España del fabricante de módems y chips Qualcomm, explica gráficamente en qué consiste una estación base: "La antena detecta la frecuencia, como una antena de radio o de televisión. La estación base sería ese receptor de televisión y la antena que está en las azoteas es como las antenas que tenemos en los tejados de las casas para la televisión. Una antena de televisión detecta la frecuencia y con un cable bajas de la antena hasta el receptor y este convierte la señal de la antena en señal digital".
La estación base, por tanto, capta la señal electromagnética del móvil de Carmen y la convierte en digital para poder entenderla. Los sistemas saben ahora que el número de Carmen quiere llamar al número de Ramón y lo buscan en la base de datos de la operadora de Carmen. Si lo encuentran establecerán la comunicación entre ambos, si no, se hará la petición a otra operadora para que termine el último tramo de la comunicación.
En cuanto localizan a Ramón, que está en la celda tal, asignado a la estación base tal, la red hace su magia. Es como si se creara un tubo directo entre Carmen y Ramón, que en realidad se llama conmutación de circuitos porque los ingenieros le tienen que poner nombres complicados a todo. A través de este tubo Carmen y Ramón pueden hablar libremente, primero una, luego el otro, los dos a la vez; se pueden quedar callados también si les da la gana. El 'tubo' lo transmite todo.
Ahora toca hablar. La voz de Carmen es sonido, palabras aceptadas por la RAE mezcladas con interjecciones y esnobismos variados como debuten o fiestaza. Se transmite al micrófono del móvil y de ahí se convierte. "La voz genera unas ondas sonoras en el aire que impactan en el micrófono, que tiene una membrana sensible y vibra según las ondas sonoras. Estas vibraciones del micrófono se convierten en una señal eléctrica", apunta Fustero. El audio se digitaliza, se pasa a señal electromagnética y se envía a la estación base de Carmen. Esta la reenvía hasta que la señal llega a la estación base de Ramón, que la manda a su teléfono. Este es el tubo. Ramón contesta, usando palabras como "media maratón" y "tope guay", para que otra señal inicie el viaje inverso.
Si la comunicación se produce a través de Internet, como los mensajes de WhatsApp o el acceso a una página web, el proceso se llama conmutación de paquetes. Y en vez de crearse un tubo entre dos usuarios la información se empaqueta por partes. Se envían paquetes, cada uno de ellos con su origen y su destinatario definidos.
Bandas de frecuencias
El espectro radioeléctrico es una parte del espectro electromagnético y a través de él viajan las ondas electromagnéticas. Está dividido en bandas de frecuencia. Cada banda se ha definido para que albergue un tipo de servicio determinado, como la radio, la televisión y también la telefonía móvil.
Cada operadora paga por tener derecho a usar una banda de frecuencia, la autopista a través de la cual enviarán sus ondas. Y un móvil se puede conectar a cualquiera de estas bandas, solo tiene que buscarla de la misma forma que una radio lucha por sintonizar una emisora concreta.