Lo crean o no, en España hay un Campeón en Rebobinar Cintas de Cassete con Boli BIC. Ganó el título en enero de 2015, en un concurso celebrado en la feria Retrobytes de Córdoba. Tenía 14 años y era la primera vez que hacía este gesto en su vida, pero consiguió ser el más rápido: 51 vueltas en 30 segundos. No obstante, no sólo enaltecemos al cassette en estas tierras.
La nostalgia de lo perdido, la magia que nos arrebató la tecnología y todos los sentimientos relacionados con Cualquier tiempo pasado nos parece mejor han suscitado
diversas reivindicaciones de este utensilio: la serie documental chilena Cassette, una recaudación de fondos para que vuelva al mercado o una exposición en el Espacio Telefónica de Madrid, por no hablar de fundas de móviles, camisetas y otros ítems con su imagen.
En Prodigios somos muy románticos y hemos querido dejarle un espacio en la serie de Tecnología Viejuna. Qué menos para un invento que cambió para siempre la manera de escuchar música.
Siglo XX: la carrera por el trono musical
El primer casete compacto fue lanzado al mercado por Phillips en 1963, que lo patentó libre de derechos para impulsarle a ser el rey de los formatos a nivel internacional. La principal ventaja fue el tamaño, como en la práctica totalidad de los inventos tecnológicos que se apoderan del mercado. El AMPEX 200-A, el sistema de grabación y reproducción, podía albergar la misma cantidad de datos con un volumen menor.
La idea de incorporar estéreo a los equipos había sido patentada por el ingeniero británico Alan Blumlein en 1933, pero hasta finales de los años cincuenta no llegó
a la radio ni a la industria musical. Lo hizo de la mano de la cinta de carrete y el magnetofón, que vivieron su época dorada durante la década de los sesenta. Los vinilos se resistían ante la enorme expansión y acogida que había provocado la llegada de la radio. Con su emisión constante y gratuita, los discos gramofónicas lo tuvieron más difícil para extenderse entre la población. Pero el casete no tardaría en llegar al trono.
La mayor facilidad de manejo, transporte y compatibilidad (era apta para mono y estéreo) lo convertían en un gran candidato frente a la cinta de carrete, de grandes
dimensiones y con dificultades para el uso doméstico.
Comenzó a aparecer en grandes referentes de la comunicación audiovisual del momento, tales como el Show de Bing Crosby o en sesiones de grabación de artistas como Nat King Cole y Frank Sinatra, pero aún quedaban detalles por pulir para que se extendiera entre el público, como permitir una amplia frecuencia de respuesta y garantizar una dinámica de rango, además de mejorar la precisión del motor o reducir el ruido.
Música para llevar
A principios de los ochenta, las mejoras del formato llegaron de la mano del walkman para consolidar al casete como líder de la grabación y la reproducción. "Es fácil imaginar lo contentos que se pondrían los jóvenes del momento al poder disponer de un aparato con el que poder escuchar la música que quieran y donde quieran", cuentan a EL ESPAÑOL desde la Fundación Telefónica". "Y además grabar los programas de radio y reproducirlos de una manera tan simple como apretar un botón".
Esa forma personalizada y portátil de escuchar música conquistó a todo el planeta e incluso se ha descrito como imprescindible en la explosión del rock y del punk de aquella década. Y con ella, aquella estupenda forma de rebobinar la cinta, introduciendo un BIC en los huecos del casete, para hacer girar al casete alrededor del bolígrafo y que la banda se reprodujera otra vez desde el principio.
La razón de este truco era tan simple como práctica: ahorrar pilas. El pequeño motor de los reproductores portátiles de la época, los llamados walkman, podían rebobinar los casetes, pero claro, gastaban energía en el proceso y dejaban las baterías secas en ese proceso.
Las marcas (Pioneer, Sony, TDK o Technics) lanzaron sus modelos de casete y las compañías discográficas comenzaron a lanzar los LP junto a las cintas. Paralelamente, distintos formatos basados en cinta magnética se enfrentaban en su propia carrera; los casetes no servían sólo para la música, sino para la incipiente informática.
Y el boom del vídeo doméstico que arrancó en los años 80 nos trajo una de las más célebres -y largas- batallas comerciales entre grandes compañías que querían imponer su propia tecnología.
"La guerra de los formatos de vídeo merecería un libro completo", explica a este medio Alejandro Polanco Masa, divulgador científico especializado en tecnologías obsoletas. "Por lo general, quien plantea mejor distribución y (o) estrategia comercial, suele ganar,
aunque su formato sea técnicamente peor".
Lo digital vs. lo retro
Los noventa siguieron siendo años de gloria para el casete compacto, pero la tecnología digital, arrebató el poder a todos los formatos, sistemas y productos, y la música no fue una excepción. El CD-ROM, el disco compacto, convenció por su mayor capacidad y por la posibilidad de hacer copias sin perder calidad. En los inicios del siglo XXI, las ventas ya habían descendido notablemente, aunque hoy en día aún resisten en el mercado musical con un bajo porcentaje.
Si actualmente podemos escuchar la canción que queramos allí donde nos plazca (en los lugares con WiFi, se entiende), se debe a los avances de estos años, cuando
poder escuchar tu disco favorito mientras andabas por la calle resultaba uno de los mayores logros de la vida moderna que empezaba a vislumbrarse en los años ochenta.
Pero siempre hay quien se niega a salir del pasado, tal y como relata Polanco Masa a este diario: "Hoy se vive un extraño renacimiento de ciertas personas, muchas de
ellas con nostalgia de lo no vivido, que han vuelto a comprar walkmans y cintas de casette de audio. Una curiosidad muy interesante era que, por ejemplo, en algunas
ciudades se establecieron grupos de aficionados a los juegos de ordenados en los ochenta que eran capaces de emitir por radio el contenido de cintas de juegos,
mientras que los receptores lo copiaban a través de la radio en sus propios casetes. Es una historia a la que estoy siguiendo la pista, tan entrañable como los
sonidos de los clásicos modems".