Fitbit va a dar un nuevo paso en su intento por conquistar las muñecas de los consumidores comprando, por un un precio muy bajo, a la que un día fue la niña bonita de los smartwatches, Pebble. De esta forma, el gigante, uno de los principales actores en el mercado de las pulseras inteligentes dedicadas a la salud y al fitness, obtendría nuevas herramientas para hacerse con un trozo del pastel de la venta de relojes inteligentes, un terreno que se le resiste (y en el que tiene que plantar cara a Apple). A finales de 2015 tenía 29 millones de usuarios registrados.
Aunque el precio de la compra todavía no se ha hecho oficial, distintas informaciones apuntan a que Fitbit podrá hacerse con la compañía por una cifra entre los 34 y los 40 millones de dólares (entre 31 y 37 millones de euros). No obstante, no sería la primera empresa que intenta comprar Pebble. En 2015, Citizen, una compañía japonesa fabricante de relojes, habría tratado de adquirir la firma de relojes por 740 millones de dólares (696 millones de euros).
Aquel trato no llegó a buen puerto y, un poco antes del lanzamiento de Pebble 2, en octubre de este año, Intel realizó una oferta de 70 millones (unos 66 millones de euros). Tampoco prosperó. Las malas cifras de ventas que han ido encadenado habrían hecho que el CEO de Pebble, Eric Migicovsky, que hasta ahora había rechazado las ofertas, se haya visto obligado a aceptar la cifra, mucho más baja, que poner sobre la mesa Fitbit. Según se cree, alcanzaría para cubrir las deudas y llevarse un estrecho beneficio.
Mucho han cambiado las cosas para los que fueron en su momento los reyes de los smartwatches En abril de 2012, hicieron historia al batir todos los récords de Kickstarter recaudando un millón de dólares en sus primeras 28 horas de campaña. Éxito de ventas, los lanzamientos posteriores siguieron funcionando bien en la financiación colectiva. Un precio relativamente asequible, un diseño y unas funcionalidades sencillas y un software que permitía interactuar muy fácilmente con el smartphone fueron las claves de su éxito.
Sin embargo, la última versión de su smartwatch, lanzada en octubre, no ha funcionado tan bien como esperaban, rematando un periodo de problemas económicos que condujo al despido de un 25% de su plantilla en marzo de este año.
Por su parte, Fitbit también ha tenido que hacer frente una disminución del valor de sus acciones y a grandes problemas para asentarse en el mercado de los smartwatches. Con la compra de Pebble y de todas sus patentes, el gigante conseguiría una gran variedad de herramientas para potenciar sus pulseras y relojes.
En principio, los productos de Pebble dejarían de fabricarse y el gigante se aprovecharía de toda la tecnología ideada por la empresa para mejorar sus propios productos. El sistema operativo de la próximamente desaparecida compañía, el PebbleOS, podría ser ese empuje necesario para sus dispositivos que, en el caso de los relojes inteligentes, pecan de falta de control sobre los smartphones.
Comprada a bajo precio, la desaparición de Pebble y su integración en Fitbit podrían convertir a esta última en la reina de la tecnología wearable, afinando aún más sus ofertas para nuestra muñeca y permitiéndole plantar cara a titanes como Apple en el terreno de los relojes inteligentes.