Este es el hotel gastronómico que se esconde tras el mejor destino de España para The New York Times en 2025
- Ubicado en el Pirineo Aragonés, este hotel bajo el sello Royal Hideaway Hotel, del grupo Barceló, es historia viva de la antigua estación ferroviaria internacional de Canfranc.
- Más información: El hotel del Pirineo que esconde el único vagón de tren con estrella Michelin del mundo
Enclavado en un rincón del Pirineo aragonés, el pueblo de Canfranc es hoy un destino que combina historia, naturaleza, lujo y gastronomía. Con su espectacular estación convertida en hotel, Canfranc Estación, a Royal Hideaway Hotel, se ha transformado en un hito cultural y culinario que ha llevado a The New York Times a incluir esta joya española entre los lugares imprescindibles para visitar en 2025.
En realidad, esta estación palaciega reconvertida en hotel es la joya de Canfranc, ha sido seleccionado el pueblo de Canfranc el elegido como uno de los 52 lugares para visitar este 2025 por el periódico estadounidense.
“Escondida en los Pirineos, la localidad española de Canfranc se encuentra en la frontera de los dos países más visitados del mundo, pero parece un secreto bien guardado, donde se puede esquiar, montar en bicicleta de montaña, hacer senderismo por lagos glaciares e incluso recorrer la menos conocida ruta aragonesa del Camino de Santiago”, apunta el periodista Michael Harmon en su texto para The New York Times.
Un viaje al pasado
La antigua estación de trenes de Canfranc, inaugurada en 1928, es un testimonio de la ingeniería y el esplendor de principios del siglo XX. A lo largo de los años, este imponente edificio ha sido testigo de grandes eventos históricos, desde el estraperlo durante la dictadura franquista hasta las huidas secretas de refugiados y espías durante la Segunda Guerra Mundial. Tras décadas de abandono, su reciente renovación bajo el sello Royal Hideaway ha devuelto la vida a este lugar, convirtiéndolo en un hotel de lujo donde la historia y la modernidad conviven en perfecta armonía.
El edificio principal, con sus 241 metros de longitud (casi igual que el Titanic), alberga 104 habitaciones con vistas privilegiadas al imponente valle. Entre sus espacios destacan un lobby que emula una oficina de turismo de la época, una biblioteca reconvertida en coctelería y un área wellness. Sin embargo, lo que verdaderamente hace de Canfranc un destino único es su oferta gastronómica, distribuida entre el edificio central y dos vagones de tren restaurados.
La gastronomía franco-aragonesa de Canfranc
La cocina de Canfranc Estación es un homenaje al entorno y a la rica historia cultural de la región. Liderada por el chef español Eduardo Salanova y el francés Loïc Thoraval, la propuesta culinaria combina lo mejor de la tradición aragonesa y la elegancia de la gastronomía francesa. La apuesta por los productos locales es clara, destacando ingredientes como los quesos de Oxortical, el caviar de Per Sé, la trucha local y el pan de cereales ecológicos de la panadería Sayón en Jaca.
El restaurante principal, El Internacional, ofrece una carta que celebra los sabores locales con platos como el cordero con ajada de perejil y albahaca, un guiño a las recetas tradicionales aragonesas. Pero la verdadera joya culinaria se encuentra en los vagones de tren, que elevan la experiencia gastronómica a otro nivel.
En julio de 2023, el vagón Canfranc Express dio el primer paso hacia la excelencia, consolidándose como un restaurante con estrella Michelin. A esta experiencia se sumó en abril de 2024 el vagón 1928, cuyo menú rinde homenaje a los viajes que conectaban Aragón y Francia en los años dorados de la estación.
El recorrido culinario en estos vagones es una experiencia inmersiva que comienza antes de sentarse a la mesa. Los comensales cruzan el antiguo túnel bajo las vías mientras degustan aperitivos como migas del pastor con caldo clarificado de jamón. Una vez a bordo, los platos son una sucesión de homenajes históricos y geográficos, desde la flor de remolacha con pintada escabechada, que rememora las revueltas de los remolacheros en 1914, hasta la borraja marina, una audaz interpretación que lleva el sabor del mar al corazón del Pirineo.