Saber esto te puede salvar la vida: los productos de limpieza de la cocina que no se pueden mezclar
- Mezclar dos productos de limpieza pensando que conseguiremos un mayor poder de limpieza puede ser un error con graves consecuencias.
- Ni vinagre ni alcohol: esta es la mezcla más efectiva para limpiar las juntas de los azulejos de la cocina.
Internet está lleno de trucos virales para hacer de todo, y la limpieza de la cocina no es una excepción. En las redes sociales y en los medios proliferan publicaciones de todo tipo con mezclas caseras para limpiar todo tipo de objetos de la cocina. Muchas de ellas son realmente eficaces y otras no tanto, aunque todas ellas sean mezclas inocuas si se manipulan con un mínimo de precaución.
Aún así, se siguen produciendo accidentes en la cocina al mezclar productos buscando una limpieza más fácil o más profunda. Es fácil que, como la mayoría no somos químicos experimentados, en algún momento podamos pensar que si no tenemos un producto de una mezcla que hemos visto en un vídeo, podemos sustituirlo por otro similar y, en caso de hacerlo, podríamos estar creando una mezcla que nos pondría en peligro.
Una mezcla no controlada puede dar lugar a un producto que sea altamente corrosivo, que desprenda gases tóxicos o que reaccione violentamente pudiendo, incluso, producirse una explosión. Así pues, vamos a dar un repaso a las mezclas de productos de limpieza habituales en las casas que podrían causar accidentes de graves consecuencias.
Lejía y amoníaco
La mezcla de lejía, que en términos químicos es lo que se llama hipoclorito sódico, con amoníaco, que contiene nitrógeno, produce unos gases tóxicos que se llaman cloraminas. Estos gases pueden causar irritación severa en los ojos, nariz, garganta y pulmones.
En concentraciones altas, pueden provocar dificultades respiratorias, dolor en el pecho y daño pulmonar grave.
Lejía y ácidos
Cuando se mezcla lejía con productos como vinagre (ácido acético), zumo de limón (ácido cítrico), aguafuerte (ácido clorhídrico) o cualquier otro producto ácido, se libera cloro gaseoso que es un gas tóxico.
La exposición al cloro gas puede causar problemas respiratorios muy graves, picor en los ojos y garganta, tos intensa y, en casos graves, puede llevar a un edema pulmonar por acumulación de líquido en los pulmones.
Lejía y alcohol
Tanto si es etanol (el alcohol de las heridas) como si es alcohol isopropílico (usado para limpieza), la mezcla con lejía produce cloroformo y ácido clorhídrico.
El cloroformo es tóxico y puede causar mareos, pérdida de consciencia y, en altas concentraciones, daños en el sistema nervioso, hígado y riñones. La exposición prolongada puede ser peligrosa e incluso letal. El ácido clorhídrico es una sustancia altamente corrosiva que puede producir quemaduras graves.
Agua oxigenada y vinagre
Estos dos productos reaccionan entre sí produciendo ácido peracético, un líquido altamente corrosivo y peligroso.
Se trata de un ácido cuyos vapores pueden dañar las vías respiratorias y producir una grave irritación ocular. También puede producir quemaduras severas en la piel si entra en contacto con ésta.
Otras mezclas con las que se debe tener precaución
La mezcla de vinagre y amoníaco, sin ser tan peligrosa como las anteriores, es una mezcla que genera vapores que pueden irritar las vías respiratorias y las mucosas.
Otra mezcla, y esta sí es muy frecuente a la hora de limpiar, es la de vinagre o zumo de limón con bicarbonato sódico. En ambos casos, el resultado de dicha mezcla da como productos agua, una sal que no es tóxica y CO2, un gas que se libera durante la reacción. Esta mezcla no debe hacerse en recipientes cerrados como botellas, pues la liberación de burbujas de gas hace que la presión en el interior aumente y podría llegar a reventar el envase si las concentraciones son elevadas.
En realidad, esta mezcla de vinagre/zumo de limón con bicarbonato no es más eficiente que utilizar los productos por separado, pues los primeros son ácidos y el segundo es alcalino y, cuando se mezclan, se neutralizan perdiendo eficacia, aunque la efervescencia que se produce pueda darnos la sensación de que se trata de un potente agente de limpieza.
Precauciones generales
A la hora de manipular cualquier producto de limpieza siempre se deben leer las advertencias que vienen en el etiquetado del envase y deben seguirse las instrucciones del fabricante.
Debemos evitar la mezcla de productos de limpieza cuando no estemos completamente seguros del resultado de la reacción y, si queremos utilizar dos productos, los utilizaremos por separado y asegurándonos de retirar completamente el primero antes de aplicar el segundo.
Cuando estemos utilizando productos de limpieza que puedan ser más agresivos como potentes limpiadores alcalinos de los que se utilizan para retirar la grasa en cocinas o ácidos concentrados de los que se emplean para eliminar acumulaciones de sarro, lo haremos con una buena ventilación y, adicionalmente, utilizando algún equipo de protección individual como guantes o mascarillas que nos protejan de los vapores.