Adiós a los limones pochos: con este truco duran frescos más de seis semanas

Adiós a los limones pochos: con este truco duran frescos más de seis semanas Pixabay

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Adiós a los limones pochos: con este truco duran frescos más de seis semanas

Haciendo esto siempre tendremos limones listos para usar en el punto perfecto.

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El limón es una fruta curiosa, de él no se puede decir que esté delicioso -aún no he conocido a nadie que se coma los limones como si fueran mandarinas-, pero, en cambio, es un ingrediente imprescindible en muchas recetas, tanto en cocina dulce como salada. Su zumo nos refresca en los días de calor, evita que se oxiden las frutas de una macedonia, es la base de un montón de postres y helados, sirve para potenciar el sabor de carnes y pescados e, incluso, para cocinarlos sin necesidad de fuego.

Los usamos para muchas cosas, pero casi siempre en pequeñas cantidades y eso tiene un problema, si no los guardamos correctamente, se acaban estropeando en el frutero. Porque ya podemos adelantarlo, a los limones no les gusta ni estar en el frutero con el resto de las frutas ni estar en una bolsa de papel como las patatas, pero si seguimos un pequeño paso para guardarlos, nos durarán en perfecto estado varias semanas. 

Micronutrientes que son un tesoro

En términos generales, el limón es mayoritariamente agua (un 88.9 % según el dato de la Fundación Española de la Nutrición). Es una fruta muy baja en calorías, que apenas tiene azúcares naturales, proteínas o grasas, pero, desde el punto de vista nutricional es un alimento altamente valorado por todos los nutrientes que aporta a nuestro cuerpo.

La pulpa del limón es una excelente fuente de vitamina C, un antioxidante esencial para el sistema inmunológico y la síntesis de colágeno. También aporta vitaminas del grupo B, como el folato, importante para la regeneración celular, y minerales como el potasio, fundamental para la función muscular y la regulación de la presión arterial. Además, contiene fibra soluble, especialmente pectina, que favorece la digestión, mejora la salud intestinal y ayuda a regular los niveles de glucosa en sangre.

El zumo de limón, el líquido que queda al colar el jugo de la fruta y retirar la pulpa, contiene mucha menos cantidad de fibra, pero mantiene la alta concentración de vitamina C y antioxidantes, como los flavonoides, que tienen propiedades antiinflamatorias y protectoras frente al estrés oxidativo. También contiene ácido cítrico -el zumo de limón contiene entre un 3 y un 5 % de este ácido-. Al ser una fruta muy rica en vitamina C, el limón potencia la absorción de minerales como el hierro. A su vez, aporta otros como potasio, fósforo y magnesio.

La cáscara del limón aporta algunos de sus micronutrientes más interesantes, pues es una fuente concentrada de compuestos bioactivos, como los limonoides y los aceites esenciales, con propiedades antimicrobianas y antioxidantes. Así pues, cuando ponemos un poco de ralladura de limón como toque final en nuestros platos, no solo estamos aportando un punto de frescor, sino que también estamos añadiendo compuestos que pueden reducir el estrés oxidativo y retrasar el envejecimiento celular.

Cómo guardar los limones en casa para que duren más

Para que los limones se conserven frescos durante más días hay que entender cuáles son las causas que propician su deterioro. En este caso son dos, por un lado, las bacterias que pueda haber en la superficie, que serán las causantes de la aparición de moho y, por otro, la deshidratación, que es la causante de que, a medida que pasan los días, veamos cómo los limones que se dejan en el frutero van disminuyendo su tamaño y se van "resecando". Si conseguimos evitar estas dos cosas, nuestros limones aguantarán semanas en perfecto estado.

Para neutralizar la primera de las causas, se puede recurrir a la termoterapia, una técnica que ya explicamos en su momento para prolongar la vida útil de las fresas y que consiste en sumergir la fruta durante unos 30 segundos en agua caliente, a una temperatura de 50-55 ºC, enfriarla y secarla muy bien antes de guardarla en la nevera. Con este proceso se puede reducir un alto porcentaje de la carga microbiana en la superficie del limón y retrasar la aparición de moho. La conservación en frío, en la nevera, también reducirá la actividad de los microorganismos que hayan podido quedar.

Para disminuir la velocidad de deshidratación, los limones se deben guardar en la nevera dentro de una bolsa hermética o de un recipiente con tapa. Esto funciona porque la cáscara del limón es porosa y permite que la humedad del interior salga hacia afuera, pero si está envuelto en un material impermeable, la humedad se condensará en el interior de la bolsa manteniendo húmedo el ambiente que rodea a la fruta. Esto evitará que el limón se reseque con rapidez y hará que nos dure muchísimo más tiempo. Haciendo esto, además, evitaremos que los limones absorban olores de otros alimentos.

Lo que no debemos hacer es dejar los limones en el frutero, menos aún cerca de frutas como el plátano o la manzana -emiten etileno, un gas que acelera la maduración y el deterioro de las frutas-

Cómo conservar los limones durante muchos meses

Esto es algo que no suele hacerse en España, pero en otras culturas gastronómicas los limones se conservan durante meses mediante una técnica ancestral que es el encurtido, preparando los que se conocen como limones en conserva o limones encurtidos en sal.

Este método consiste en sumergir los limones en abundante sal y su propio zumo dentro de un frasco hermético, permitiendo que fermenten lentamente a temperatura ambiente o, más lentamente aún, en la nevera. A menudo, se les añaden especias como hojas de laurel, canela en rama, granos de pimienta o clavos de olor  para potenciar su aroma y sabor. Con el tiempo, la fermentación descompone parcialmente la pulpa y la piel del limón, dando lugar a un producto con una textura más blanda y ligeramente gelatinosa con un sabor intenso, menos ácido y más equilibrado.

Este método de conservación transforma los limones en un ingrediente muy versátil en la cocina con un perfil de sabor más complejo y menos astringente que el limón fresco. La cáscara, que es la parte más utilizada, adquiere una textura tierna y un sabor intenso pero suave, mientras que la pulpa se vuelve más líquida y suele desecharse en muchas preparaciones. Estos limones encurtidos se emplean en numerosos platos tradicionales y son un símbolo en cocinas como la marroquí. Se usan en platos como el tagine de pollo con aceitunas y limón en conserva, donde aportan un toque cítrico y salino, pero sin la acidez agresiva del limón fresco.

Además, los limones en conserva pueden usarse en ensaladas, cuscús, guisos, salsas e incluso pasteles. También pueden picarse finamente y mezclarse con hierbas y aceite de oliva para preparar vinagretas o marinadas. Este método no solo permite disfrutar del sabor del limón durante meses, sino que también enriquece los platos con matices que no se obtienen con el zumo o la ralladura de un limón fresco.