El pollo es de las carnes con sabor más suave que hay. Consumido en los hogares de todo el mundo y presente también en sus cocinas, es una opción fácil y económica para elaborar cualquier tipo de receta. Hay muchas opciones para cocinarlas. Las alitas de pollo son muy famosas rebozadas y fritas tan conocidas de una cadena de restaurantes estadounidense de comida rápida, o las alitas de pollo a la parmesana también crujientes, pero sin rebozado. O las alitas crujientes con salsa agridulce. 

Pero también se pueden cocinar al 'chup chup' como si de un guiso de tratase, en cuyo caso, la salsa de las alitas será la gran protagonista. Consumir pollo de manera más o menos frecuente nos aporta una gran cantidad de fósforo, beneficioso para los huesos y dientes, muy poca cantidad de grasa (si evitamos su piel) y altos niveles de selenio, un potente antioxidante, además de vitaminas B3, Y B6. Es también muy fácil de digerir por lo que es una carne que suele ser bien tolerada por aquellas personas que sufren trastornos digestivos.

La salsa para la receta de estas alitas será la clásica de tomate. Clásica, pero que se hará de manera diferente en cada casa. Hay tantas versiones de una salsa de tomate casera, como hogares hay es España. Lo que sí han de tener todas en común es la elección de unos buenos tomates, sobre todo si los encontramos en temporada (en verano) que es cuando tienen más sabor, pues no hay nada peor que un tomate que no sabe a nada.

Fuera de temporada, se puede optar por utilizar tomates pera, escogiendo siempre aquellos que estén más maduros. Dan también muy buen resultado los llamados 'tomates de colgar', que se utilizan normalmente para frotar el pan. Otra opción es utilizar tomates en conserva, que se presentan en multitud de formatos en los supermercados, pudiendo escoger entre los pelados y enteros, o el que ya viene triturado.

Esta salsa de tomate es un básico en la cocina que, siendo la base para infinidad de preparaciones, podremos tener hecha de manera casera, y congelada, para sacar y disponer de ella a demanda. La salsa, por tanto, es la clave de esta receta para disfrutar de estas alitas de pollo, por lo que conviene escoger una conserva de calidad si estamos fuera de temporada, o elegir los tomates adecuados si es verano.
Una vez tengamos nuestra salsa base hecha, a esta se le puede añadir un toque picante con añadir una guindilla y pimienta, pero también podemos acompañar las alitas con otras salsas como la pepitoria, una salsa de setas o una salsa de mostaza.

Es un perfecto plato principal, que acompaña muy bien con unas patatas fritas o un simple arroz blanco cocido.

Cómo hacer alitas en salsa de tomate

Paso 1

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Salpimentar alitas y dorar en una sartén con dedo de aceite. Las tostaremos por todos los lados, simplemente para dorarlas y las retiraremos del fuego una vez tengan un bonito color.

Paso 2

Picar muy finamente el ajo, la cebolla, y la zanahoria una vez pelada. En la sartén donde habíamos dorado las alitas, pochar a fuego bajo las verduras cortadas anteriormente, añadiendo un poco de sal.

Paso 3

Abrir la lata de tomate en conserva, y escurrir muy bien los tomates. Trocear groseramente. Añadir los tomates escurridos y troceados a la sartén con las verduras, y los aromáticos, y cocinar durante 15-20 minutos. Pasado este tiempo, corregir de azúcar si fuese necesario, pues no todos los tomates tienen el mismo grado de acidez, y sal.

Paso 4

Pasar a un vaso batidor y triturar hasta conseguir una salsa de tomate homogénea. Añadir un poquito de agua si vemos que nos ha quedado muy espesa.

Paso 5

Devolver la salsa a la sartén, a fuego bajo, añadir las alitas y cocinarlas durante 10 minutos o hasta que estén tiernas.