Qué significa Crianza, Reserva y Gran Reserva en los vinos españoles
Probablemente sean las etiquetas más valoradas por los consumidores en lo que respecta a vinos españoles, pero ¿sabemos realmente qué significa Crianza, Reserva y Gran Reserva?
17 mayo, 2021 11:51Noticias relacionadas
Si has llegado a este artículo creyendo que las nomenclaturas Crianza, Reserva y Gran Reserva tienen algo que ver con la calidad de los vinos, tú, más que nadie, deberías seguir leyendo.
Punto uno. Los tres apellidos más comunes de los vinos españoles nada (repetimos, NADA) tienen que ver con la calidad. Punto dos. Se trata de una manera de diferenciar o catalogar los vinos en función de su envejecimiento. Y aquí tiene mucho que decir el tiempo. Con esto claro, y antes de meternos de lleno en las diferencias entre cada una de las etiquetas, lo primero que debemos aprender es un poco más sobre la crianza.
La finalidad de la crianza
Entre la fermentación alcohólica y el embotellado, la crianza en cuba, en recipientes de cerámica, cemento o cristal es una etapa fundamental de la elaboración de un vino.
La crianza hace evolucionar los aromas de un vino (preserva los recuerdos jóvenes de la uva, mejora los de la fermentación y favorece la fusión entre los aromas de la variedad y los del roble, el bouquet). También hace envejecer equilibradamente a ese vino (disminuye su astringencia y gana cuerpo), estabiliza su color y lo protege de manera natural frente a posibles precipitaciones en botella, suaviza los taninos en el caso de los tintos y separa el vino de las partículas presentes, las levaduras que produce la fermentación (elimina los residuos no deseados de las fermentaciones, como lías y turbios). Por último, la crianza se usa para quitar el exceso de gas carbónico.
Este valioso proceso puede realizarse en diferentes recipientes. En cuba, tanque o depósito de acero inoxidable, hormigón o resina, que no aporta ningún aroma al vino y que suele usarse para redondear blancos, rosados o tintos sin que pierdan fruta y viveza; en barrica, donde el vino cambia mucho a nivel organoléptico debido a los aportes propios de la madera, por lo que la elección del tostado y el tipo (roblé francés, americano) es fundamental a la hora de conseguir el corte de vino deseado; o directamente en la botella, donde el vino seguirá evolucionando una vez tapado con el corcho.
En cuanto a los tipos, también hay diferencias. Existe la crianza oxidativa (el vino permanece en contacto con el oxígeno a través de los poros de la madera), la reductora (se produce en un ambiente sin oxígeno, que puede ser el interior de un depósito, y siempre se da en la botella) y la biológica (que se debe a la acción de levaduras en la botella -para los espumosos- o en madera bajo velo de flor, para finos y manzanillas).
Clasificaciones oficiales
Entonces, ¿qué es eso de Crianza, Reserva y Gran Reserva? Indicaciones de envejecimiento, ni más ni menos. A efectos de protección, la Ley de la Viña y el Vino de España establece que los vinos pueden usar ciertas denominaciones de acuerdo a las condiciones de crianza.
Se trata de una clasificación que siempre ha creado cierta controversia en nuestro país. Y es que, aunque es una manera de hacer más reconocibles los vinos, resulta muy difícil llegar a un acuerdo a la hora de unificar criterios. Cada bodega tiene su propia forma de proceder, y el tiempo de envejecimiento no es el único factor que determina la tipicidad de un vino. También habría que tener en cuenta su añada, su procedencia, el terroir…
Por esta razón, en 2015 se derogaron algunos artículos de esta ley, incluyendo el que hacía referencia a esta diferenciación por tiempo de envejecimiento. No obstante, la mayoría de nuestros vinos la siguen aceptando, aunque sea de forma orientativa, como guiño al consumidor, para que pueda tener una guía sobre el estilo de vino que va a adquirir, en función del aporte de barrica.
Pero vamos a lo que nos atañe. Los Vinos de la Tierra (V.T.) y todos los vinos de calidad producidos en regiones determinadas pueden hacer las siguientes indicaciones según sea su periodo de envejecimiento:
Noble (18 meses en madera de roble de máximo 600 l o en botella), Añejo (24 meses) o Viejo (36 meses). Estos últimos tienen un carácter marcadamente oxidativo debido a la acción de la luz, del oxígeno del calor o del conjunto de todos estos factores.
Además de estas indicaciones, y solo en lo que respecta a los vinos tranquilos (sin gas carbónico) con D.O.P., también puede clasificarse en Crianza, Reserva y Gran Reserva, según sean:
Tintos
Crianza: Periodo de envejecimiento total de 24 meses antes de salir al mercado. Al menos 6 de ellos en barrica.
Reserva: Periodo de envejecimiento total de 36 meses antes de salir al mercado. Al menos 12 de ellos en barrica. El resto en botella.
Gran Reserva: Periodo de envejecimiento total de 60 meses antes de salir al mercado. Al menos 18 de ellos en barrica. El resto en botella.
Blancos
Crianza: Periodo de envejecimiento total de 18 meses antes de salir al mercado. Al menos 6 de ellos en barrica.
Reserva: Periodo de envejecimiento total de 24 meses antes de salir al mercado. Al menos 6 de ellos en barrica. El resto en botella.
Gran Reserva: Periodo de envejecimiento total de 48 meses antes de salir al mercado. Al menos 6 de ellos en barrica. El resto en botella.
Estos periodos de envejecimiento son mínimos, el periodo total incluiría el tiempo de barrica. Esta, a su vez, debe ser de madera de roble con una capacidad máxima de 330 l. Y aunque los tiempos son los que son, denominaciones como Rioja establecen sus propios mínimos, más apropiados para sus barricas bordelesas de 225 l.
A esta clasificación habría que añadir dos más. Por un lado, aunque no se trate de una categoría oficial, coloquialmente se denomina joven al vino que no ha tenido envejecimiento o que no alcanza el periodo mínimo de 6 meses que se necesitan para considerarse Crianza.
Por otro, Ribera del Duero cuenta con su propia categoría para vinos con periodos de envejecimiento cortos, que no llegan a ser Crianza pero tampoco son jóvenes pues tienen un pequeño paso por barrica. En esta región, se llama Roble a los vinos cuyas crianzas no llegan a los 12 meses.
Sea cual sea el caso, no hay que olvidar que esta clasificación española ofrece información sobre la elaboración del producto, pero en ningún momento define su calidad. Por lo que podemos encontrar vinos excepcionales más allá de que sean jóvenes, robles, crianzas, reservas o grandes reservas.
Otras menciones tradicionales
Además, algunos vinos españoles pueden indicar otras menciones tradicionales reguladas y protegidas por el reglamento de la viña y el vino. Los vinos de Jerez, por ejemplo, que cuentan con las clasificaciones Fino, Oloroso, Palo Cortado o Cream, entre otras; los vinos de la D.O. Madrid, que tienen una categoría propia llamada Sobremadre; en Málaga, donde cuentan con vinos Trasañejos, Pálidos, Lágrima o Pajaretes; los Vinos de Tea de la D.O. La Palma; los Dorados de Rueda y también de Málaga, el Fondillón alicantino, el Txakolí vasco...
Todo esto son, como decíamos, términos tradicionales usados únicamente en España y que hacen referencia al método de elaboración del vino, el envejecimiento, la calidad, el color, el lugar de origen, o incluso un acontecimiento concreto vinculado a la historia. Son menciones protegidas tan sólo en nuestra lengua, y no pueden ser utilizadas en productos de la misma categoría vinícola que no tengan derecho a ellas.