A pesar de los 88 años de los Premios Oscar siguen surgiendo los mismos patinazos: telas excesivas, escotes innecesarios y colores anticuados. Uno de los errores más comunes es acudir medio desnuda a la Gala.
Olivia Wilde optó por ir desvestida con un escote kilométrico de un Valentino drapeado que quiso hacer volar tipo Lupita Nyong'o con su Prada azul de hace dos años. Trajes especiales, de alta costura y marcas italianas. Los vestidos tenían todo para triunfar pero el escote desmesurado mejor en la intimidad y no ante 40 millones de espectadores que reúnen los Oscar sólo en los Estados Unidos.
Alicia Vikander era la revelación de la noche. Iba correcta, pero esperábamos más de su vestido de Louis Vuitton y como musa de Nicolás Nicolas Ghesquière, el director creativo de la firma francesa.
Eddie Redmayne y Paco Delgado, el único español nominado, fueron los hombres más elegantes de la noche, pero algo abrigados con esmoquin de terciopelo en una noche mágica e igual de calurosa. Hasta 37 grados alcanzó el centro de Los Ángeles: "Estoy mal vestido e incómodo. El año pasado llovió", comentaba Redmayne sobre su outfit.
No estaban preparados para el calor infernal en una alfombra roja con poco riesgo y demasiados brillos.
Las candidatas y nuevas incursiones no estuvieron a altura. Algo ha pasado con Brie Larson que llevaba un Gucci anticuado con el típico fajín de pedrería desfasado, más propio de una invitada paleta a una boda de postín.
Lady Gaga quiso destacar con un traje pantalón con cola de Brandon Maxwell, encargado de House of Gaga. La cantante intentó emular a Emma Watson en los Globos de Oro y le salió mal. El volumen en el escote y la cadera no le favorecía. El palabra de honor perdía toda la gracia, al no haber utilizado alguno de los trucos de las celebrities para levantarse el pecho.
Ya que la artista fue de David Bowie en los Grammy, la nominada a los Oscar hasta doce veces a mejor vestuario, Sandy Powell, tomó el testigo con poca fortuna. Por lo menos no tuvo que teñirse el pelo de naranja ya que suele ser la horrible cabellera habitual de esta virtuosa de los tejidos.
Era la más esperada, pero Jennifer Lawrence casi no llega a la Gala de los Oscar y eso que ya era trending topic sin ni siquiera haber pisado la alfombra roja. Fue la última y pasó sin pena ni gloria con un Dior de encaje confeccionado a medida para ella en su último año de contrato con la marca. Acertó con el maquillaje natural y el peinado.