El zapatero exclusivo y el podólogo que calzan al rey Juan Carlos
El monarca emérito acudió el miércoles al taller de zapatos en Madrid, donde se los hacen a mano por 300 euros el par.
10 septiembre, 2016 00:50Noticias relacionadas
Este miércoles pasado, 7 de septiembre, a las 8 en punto de la tarde, un monovolumen gris se detuvo en el callejón de Jorge Juan, una de las calles mas 'cool' de Madrid, cuajada de tiendas y restaurantes de moda. Del asiento del copiloto se bajó nada menos que el Rey Juan Carlos (78 años), quien acompañado de un hombre de mediana edad, entró en la tienda de zapatos de caballero Glent, una joven marca española pionera en fabricar calzado a medida con tecnologías de vanguardia. Allí, el monarca repartió abrazos y apretones de manos entre el personal, ante la curiosidad de unos clientes que fueron testigos de la escena.
Según relata uno de ellos "se estuvo probando los zapatos que había encargado, un modelo marrón muy clásico de cordones, cuyo precio es de 330 euros. El hombre que iba con el Rey estaba muy pendiente de que el calzado le ajustara bien y le quedara cómodo. Después, ambos permanecieron bastante rato en la tienda viendo muestras y departiendo con los empleados de futbol, del veraneo y cosas intrascendentes. Se nota que al monarca le divierte el contacto con la gente y que ahora además tiene tiempo para hacerlo".
El misterioso acompañante de Don Juan Carlos no era otro que uno de los podólogos más inminentes del país, Ángel Gonzalez de la Rubia, presidente de la asociación española de podología y especialista en biomecánica y podología deportiva. Por su consulta en la madrileña calle Rafael Calvo, que tiene una kilométrica lista de espera, han desfilado gran número de 'celebrities' de este país, sobre todo futbolistas y estrellas del deporte. No es extraño por tanto que a él se haya encomendado también el monarca emérito para cuidar su "joya de la corona", es decir, sus pies, que son el vehículo esencial de uno de sus bienes más preciados: su milagrosa y cada vez más recuperada movilidad.
Y es que el panorama pintaba muy negro para Don Juan Carlos, quien desde el año 2010 ha sufrido nueve intervenciones quirúrgicas y salvo el nódulo que le extirparon en el pulmón, las ocho restantes se han cebado en su aparato locomotor: rodillas, tendón de Aquiles, espalda y caderas. Algo que le provocó un deterioro físico tal que, unido al escándalo Noos que llevó a la Infanta Cristina e Iñaqui Urdangarin al banquillo, y a su relación con la princesa Corina, que precisamente se destapó cuando el monarca se rompió la cadera en Botswana, dinamitaron su imagen, desencadenando su abdicación en junio de 2014.
Fueron momentos duros para el monarca, que le afectaron mucho anímicamente, ya que además del vacío de perder el trono, temía acabar atado a una silla de ruedas como su madre, Doña María. Sin embargo, su optimismo innato y sus ganas de vivir vencieron al fantasma de la depresión, empujándole a concentrar sus energías y la mayor parte del tiempo libre del que ahora disponía en recuperar su movilidad. Bajo la pauta de un novedoso programa de rehabilitación dirigido por Fernando Serrano, jefe de servicio de medicina física del hospital Beata María que llevó a cabo Alejandro Huerta, un jovencísimo fisioterapeuta de 25 años que se desplazaba mañana y tarde a Zarzuela, don Juan Carlos comenzó a mejorar, hasta el punto de que actualmente puede caminar sin demasiados problemas, ayudado tan solo por un bastón.
Según un miembro de su entorno "Don Juan Carlos, que tiene una herencia genética complicada en cuestión ósea agravada por sus múltiples accidentes, no se centraba ni dedicaba tiempo suficiente a su recuperación estando en el trono, sobre todo por la situación tan complicada que vivió en sus últimos momentos de reinado. Ahora que se esta cuidando, los resultados son patentes".
Parte de estos cuidados tienen relación con su podólogo, Ángel Gonzalez de la Rubia, quien, como hace con los deportistas de élite, tras hacerle un estudio exhaustivo de sus pies, le fabricó un "soporte plantar" o plantilla adaptada a sus necesidades. Quedaba pendiente un problema importante y era encontrar un calzado con el que el monarca caminara sintiéndose cómodo y sobre todo seguro, algo que no le permitían unos zapatos normales. Según la fuente antes citada "Don Juan Carlos no tiene ningún defecto en sus pies, pero al estar operado de la cadera en vez de levantarlos los arrastra un poco al pisar, y eso afecta al equilibrio provocando algunos tropezones".
La solución era hacerle los zapatos a medida. El monarca tiene un número de pie pequeño para su estatura, pero se encuentra dentro de la media española. El problema es que es un hombre coqueto y cuidadoso de su imagen y los quería además estéticamente bonitos. Se encontró en una marca española nacida tan solo hace dos años, Glent, cuyos artífices eran uno grupo de jóvenes emprendedores que elaboraban zapatos a medida especialmente adaptados para todo tipo de pie, sano o con problemas, con ayuda de novedosas técnicas digitales.
En el escaparate de su tienda, un glamuroso local ubicado en el callejón de Jorge Juan, se exhiben tanto modelos clásicos de cordones y mocasines como modernos botines que nada difieren estéticamente de las marcas de lujo. A Don Juan Carlos además le gustó la idea de que fuera una marca española y los zapatos tuviesen un precio razonable, pues oscila entre los 260 y 330 euros, aunque algunos modelos como los de cocodrilo alcanzan los 1.350 euros. Así que en febrero pasado el soberano emérito acudió en persona a Glent para encargarse su primer par.
Su naturalidad sorprendió a los presentes, ya que no tuvo inconveniente en meter su pie en el escáner de la tienda, que asimismo cuenta con podólogo propio, y donde la extremidad de los clientes queda digitalizada como una radiografía con todos sus datos para que el zapato se adapte como un guante. El calzado, que está listo en cuatro semanas, se fabrica en 24 modelos diferentes, y en distintos colores y pieles. Parece que el Rey, un hombre muy clásico, se decanta por los modelos de cordones y los mocasines en tonos marrones, negros, granates o azul marino.
Aunque estéticamente no se aprecia, estos zapatos llevan una discreta suela de goma antideslizante para mejorar el equilibrio y una cámara de material acorchado que presiona para que el zapato se adapte al pie. Esto permite al monarca caminar, además de cómodo, muy seguro de su pisada, lo cual para el es de suma importancia, ya que era una de sus caballos de batalla. Quizá por ello se ha convertido en cliente asiduo, pues desde febrero se le ha visto frecuentar la zapatería para encargarse mas pares, entre ellos los que lució el pasado 30 de agosto en Sotogrande, cuando entregó el trofeo de polo en el Santa María Polo club. Ese día el padre de Felipe VI llamó la atención por su aspecto saludable y más ágil, pues aunque se ayudaba de su inseparable bastón, permaneció un buen rato de pie al entregar la copa.
Lo cierto es que a sus 78 años, el maratoniano verano que ha vivido este año Don Juan Carlos no lo hubieran soportado físicamente muchos veinteañeros. Y es que desde que el 26 de junio representó a España en la inauguración del nuevo canal de Panama, ha cruzado tres veces mas el charco, desplazándose Argentina, Perú y República Dominicana en viajes oficiales. De forma privada, recaló también en Mallorca el 30 de julio para asistir al 80 cumpleaños de la Infanta Pilar, asistió en agosto a dos corridas de toros en San Sebastián y Bilbao, participo en dos regatas en Pontevedra el 20 de agosto y 4 de septiembre y aun tuvo tiempo de escaparse a Venecia y a la final de polo de Sotogrande. Como señala el citado miembro de su entorno "sin el peso de la Corona, con tiempo libre y sobre todo tras el milagro de haber recuperado buena parte de su movilidad, Don Juan Carlos quiere disfrutar al máximo de la vida, pues es consciente de que no le quedan muchos años de poder llevar ese ritmo. Por eso cuida como un tesoro todo lo relacionado con su movilidad, extremando sus precauciones para evitar nuevas caídas".