Desde que el rey Felipe (48 años) asumiera la Jefatura del Estado, las voces contrarias a la monarquía que se habían alzado en España tras los escándalos con el Caso Nóos y el Caso Botsuana cesaron notablemente. Los cortafuegos de Zarzuela basados en el aislamiento de los duques de Palma y en la abdicación del rey Juan Carlos (78) frenaron las críticas a la institución. Hasta ahora. Esta semana, la edición en español del New York Times, dirigida al público hispano, ha colocado al actual monarca, por vez primera, en el punto de mira.
En un artículo de opinión firmado por el periodista argentino Martín Caparrós titulado A Sumajestad, el rey de España, se pide a Felipe VI que se plantee la abdicación y se busque "un buen empleo".
"Sabemos, señor Sumajestad, que usted tiene una vida rara. Para empezar, nunca debió ganársela (...). Le tocó, en esa extraña lotería personal, un trabajo rumboso pero bastante rutinario. Nunca es fácil ser un heredero (...). Su trabajo es aburrido y un poco rancio (...). Debe usarlo para buscar su lugar en los libros de historia", continúa Caparrós, quien se autodefine como republicano por herencia familiar y aprovecha el diario para criticar, de forma irónica, no tanto a la persona del rey sino a la figura de quien representa lo que él considera una institución obsoleta.
El artículo no se olvida del rey emérito, al que no atribuye ningún error en las casi cuatro décadas de reinado. "Su papá, señor, hizo lo más difícil. Reinstauró su monarquía, colaboró con el restablecimiento de la democracia, se hizo querer, hizo mucho dinero. Usted tiene mucho nuevo por hacer. Si acaso repetir y conservar lo que él ya dejó hecho".
Caparrós se permite, casi al final de su extenso texto, dar un consejo al actual rey: "Su única opción para no ser una nota al pie, señor Sumajestad, un párrafo perdido, es abdicar. Imagínese el golpe: usted en la pantalla anunciando que quiere ser un ciudadano como todos, vivir como uno más, hacer las cosas por su propio esfuerzo".
"Imagínese la sorpresa y el respeto (...). Usted se habría ganado en buena ley el lugar que precisa en los libros de historia", asegura el autor, que concluye alabando el que considera que sería el mayor gesto del rey Felipe: "Usted ya no sería un capítulo más: sería un nuevo comienzo".