En 1990, la noche del 15 de noviembre, un miembro de la Familia Real española se enganchó a Twin Peaks, la serie de David Lynch que aquel día se estrenaba en Telecinco y que se convirtió en un fenómeno social. Nunca se dijo de quién se trataba, pero sin duda debió ser la reina Sofía, aficionada a la ufología y los fenómenos extraños. Este lunes se estrena una nueva temporada en Movistar + y tal vez en Zarzuela la emérita ya lo tenga todo preparado para, como muchos otros españoles, sentarse a disfrutar de esta serie 27 años después de que marcara una época.
Hay una anécdota, probablemente falsa, pero que con los años se ha hecho bastante popular, según la cual el entonces presidente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, llamó a George Bush padre para preguntarle quién había matado a Laura Palmer. En España pasó algo parecido.
Según recogieron algunos medios de comunicación, días después del final de la primera temporada de Twin Peaks, que en nuestro país terminó de emitirse la noche del 29 de noviembre de 1990, en el Palacio de la Zarzuela alguien descolgó un teléfono y marcó el número de un ejecutivo de Telecinco. Querían el vídeo del último capítulo de la serie, que un miembro de la Familia Real aficionado a la serie se había perdido.
Era un problema frecuente en la sociedad de la época. Aún quedaban muchos años para que la programación a la carta en Internet o las descargas piratas existieran. Y aunque era posible programar el vídeo para que grabara a partir de una determinada hora, no siempre funcionaba bien y uno corría el riesgo de perderse alguna pista o escena importante. De ahí las continuas peticiones de vídeos recibidas por Telecinco después de cada episodio de Twin Peaks, que en nuestro país logró una audiencia de tres millones de espectadores. No es de extrañar, por tanto, que la noche en que la serie de David Lynch terminó, la centralita de la cadena sufriera un auténtico colapso.
Pero, ¿qué inquilino del palacio estaba enganchado al misterio de Laura Palmer? Jamás trascendió su identidad, aunque siempre se señaló a la reina Sofía, gran entusiasta de los ovnis y los fenómenos paranormales.
El interés de Doña Sofía por el mundo paranormal se remonta, por lo menos, a 1978. En junio de ese año, los reyes realizaron su primera visita oficial a China, y tal y como le contó el periodista Jaime Peñafiel a Iker Jimenez en Cuarto Milenio, el viaje acabó pareciéndose a una de las historias que habitualmente se tratan en este programa.
En efecto, el avión que trasladaba al comité de prensa se cruzó con un ovni mientras esperaba la autorización para traspasar la frontera de China. Un centenar de periodistas españoles, Iñaki Gabilondo o el propio Peñafiel entre ellos, fueron testigos de cómo una luz más potente que la del sol inundaba la cabina de la nave: jamás habían visto nada igual. Doña Sofia viajaba en un avión distinto, y cuando los periodistas le relataron lo ocurrido, se sintió muy desdichada por haberse perdido el fenómeno. Desde entonces, presenciar un suceso paranormal se convirtió en la ilusión de su vida. Solía viajar acompañada de los libros de J. J. Benítez, el gran ufólogo español.
Los fans de Twin Peaks recordarán que, en la recta final de la serie, el misterio del asesinato de Laura Palmer se complicaba con una trama de abducciones extraterrestres y espíritus, elementos que tampoco faltaban en algunas de las lecturas preferidas de la reina emérita. Fue precisamente su admirado J.J. Benítez quien, meses después de aquel episodio del ovni, la llevó a sobrevolar las misteriosas líneas de Nazca en Perú, supuestamente trazadas por los extraterrestres. También medió Benítez en el traslado a los jardines de Zarzuela de una de las famosas piedras de Ica, regalo del doctor Cabrera.
Tanto Sofía como su hermana Irene, por otra parte, comparten con el agente Cooper y el propio David Lynch su afición por la meditación y la filosofía oriental, y juntas suelen viajar a la India todos los años. Hacia allí fletó la princesa Irene un Boing en 1989 para llevar 72 vacas lecheras de Cantabria y evitar que fuesen sacrificadas. No en vano, a Irene de Grecia sus sobrinos la llaman "tía Pecu", de peculiar, por su carácter extravagante. Por tanto, si tuviésemos que apostar por qué habitante de Zarzuela se enganchó a Twin Peaks y pidió el envío a Palacio del último capítulo de la serie, lo haríamos por las dos hermanas.