Hablar de Queen B es hablar de un huracán escénico y de una mujer que ostenta la corona de los espectáculos en vivo. Pero antes de convertirse en la estrella que hoy conocemos, Beyoncé Giselle (35 años) creció en un entorno humilde en el que su familia luchó hasta prácticamente arruinarse por cumplir el sueño de la entonces pequeña promesa de la canción.
El padre de Be siempre confió en la voz de su hija y fue el impulsor del sello musical del trío Destiny's Child. Gracias al éxito del grupo, la familia Knowles pudo seguir pagando el apartamento en el que vivían y a partir de ahí los pasos hacia el puesto de honor en la Super Bowl son más que públicos.
Pese al triunfo que la respalda, Beyoncé nunca ha dejado de lado a su familia y de hecho, es una de las piezas fundamentales de su vida y no cesa en demostrarlo. A la cantante le encantan las reuniones familiares y una de las últimas que más disfrutó fue la boda de su madre en abril del pasado año. Fue una cita muy especial para ella ya que pudo disfrutar de un momento mágico junto a sus seres más queridos, tanto a los pertenecientes al clan Knowles como al núcleo que ha formado con su marido Jay Z (45) y su hija Blue Ivy.
Aprovechando el evento nupcial la diva colgó en su Instagram una foto que comparaba su presente con su pasado. Una fotografía antigua de su madre junto a ella de niña, y al lado la imagen en la que ella ejerce de madre junto a su hija. Con estas instantáneas la ídola de masas quiso mostrar el parecido físico entre las dos chiquillas. Pero además, podemos sacar mucho más de estas capturas. Ambas imágenes representan dos factores muy importantes de la personalidad de Beyoncé: el vínculo con su familia y la infinita obsesión de la cantante por los vestidos de novia.
Para la esposa de Jay Z toda ocasión es buena para lucir un traje de boda. En la ceremonia de su madre era dress code obligatorio acudir de blanco impoluto, oportunidad perfecta para Be que se puso un maxi vestido ibicenco demasiado sencillo para lo que es ella. Esto sucedió en 2015, pero su fijación con el atuendo nupcial viene de lejos.
Concretamente desde que dio el 'sí, quiero' a Jay Z, su obsesión afloró vorazmente. Quizá el miedo de Beyoncé a que ese día nunca llegara tras varias infidelidades del rapero convirtieron su espera en un trauma. Lo cierto es que tras aquel 4 de abril de 2008 en Nueva York, las apariciones de la diva vestida como novia en el día de su boda se han repetido en varias ocasiones, y todas en los eventos de mayor repercusión para la cantante.
Un años después del bodorrio de los músicos, Queen B actuó para la gala de los premios BET con un vestido nupcial muy particular. Como sucede con el resto de su vestuario, por muy trajes de boda que sean, la artista no pierde ocasión de mostrar sus curvas y cortar tela donde sobre.
Con un corpiño muy escotado y floreado y una capa de tul que hacía de falda, Beyoncé interpretó uno de sus temas más románticos con el atuendo idóneo para ello. Como no podía faltar en la reina del show, una corona deslumbraba en su cabeza gracias a los cristales incrustados.
En 2011 llegó el videoclip de su canción Best thing I never had. Y utilizando como banda sonora este single, la cantante luce dos vestidos de boda diferentes para narrar la historia. Su obsesión por estos trajes abarca todo tipo de formas y colores; porque, aunque en la mayoría de ocasiones la hemos visto optar por el blanco, para la realización del vídeo la diva elige un voluminoso vestido en beige.
Otro detalle a tener en cuenta es que Beyoncé optó por diseños de palabra de honor en sus primeras apariciones con este atuendo. Es el mismo corte que escogió para el día de su enlace, pero poco después veremos que la afroamericana se volverá más recatada con los cuellos, aunque seguirá marcando las partes más sobresalientes de su cuerpo.
Volvimos a verla vestida de novia para los Premios Grammy del mes de febrero de este año. Jugó con las transparencias y las rajas en la falda para mostrar sus piernas, pero el diseño del tronco terminaba en un cuello camisero muy conservador. El traje pertenece al artista textil israelí Inbal Dror y está sacado de su colección 2016 para el otoño.
El fetiche de Beyoncé no es nada barato. El precio de la pieza que lució en los galardones equivalentes a los Óscar en la música oscilaba los 9.000 dólares. Desde luego una opción nada apta para los bolsillos de cualquier humilde fan de la cantante, que no solo gastó esa cantidad de dinero por el vestido de su boda sino que además lo desembolsó para, al menos, cinco ocasiones más, tal y como estamos viendo.
La aparición más reciente de la diva fue la pasada semana en los premios MTV. Para recoger la estatuilla del astronauta al 'Mejor Vídeo del Año' Beyoncé escogió un traje de boda hecho a medida de una firma española. La marca de su vestido es Yolancris, en la que trabajan dos diseñadoras catalanas, Yolanda y Cristina, que se dedican a la Alta Costura ya sea para bodas como para fiestas de gran nivel.
El producto made in Spain tenía todo lo que Queen B busca en un vestido: escotazo, transparencias, bordados y un diseño muy ceñido para marcar cada una de sus curvas. La estrella del R&B debió de conocer la marca indagando en las redes sociales y sobre todo después de que Kim Kardashian apareciera públicamente con un atuendo de la firma.
Según pudimos ver en la gala de los MTV VMA, la madre ha transmitido su fetiche a su hija. Ambas posaron cual princesas de Frozen ante los flashes del photocall del Madison Square Garden. Las plumas, los brillos y la tela de tul fueron los protagonistas de los vestidos de las dos bellezas. La pequeña Blue Ivy ha heredado la afición de su madre por las diademas de cristales para coronar su vestuario. Y es que nada menos que 11.000 dólares es lo que costó el traje de hija de Beyoncé para la entrega de premios. No hay duda de que la reina ya tiene a su princesa.