Funcionales o creativas, las mascarillas son el accesorio más utilizado entre las pocas personas que estos días caminan por las calles de Nueva York, una fantasmal capital de la moda cuyos diseñadores, a puerta cerrada, se esfuerzan por contribuir con su granito de arena en la crisis de la COVID-19 y "aportar color en tiempos oscuros".
Según expresó recientemente el diseñador Tom Ford (58 años), presidente del Consejo de Diseñadores de Moda (CFDA, por sus siglas en inglés) de EE.UU., este sector "ha sido golpeado con dureza desde todos los ángulos" por la pandemia de coronavirus: la cadena de suministro ha sido interrumpida por el parón de actividad y se han detenido en seco los engranajes del comercio minorista, con miles de despidos y ya alguna bancarrota.
Con la población recluida y centrada en problemas más graves que el frívolo 'qué me pongo', marcas de todo el mundo como Burberry, Lacoste, Adidas y Nike, o cadenas asequibles como H&M, han reorganizado su flujo de trabajo para producir mascarillas y otros materiales de protección (PPE), mientras que otras han visto un filón en esta pieza que ha llegado para quedarse, de momento.
El color en tiempos oscuros
Una de las primeras firmas de moda que respondieron al mensaje del CFDA fue Collina Strada, que habitualmente enarbola el lema de la moda sostenible en la Fashion Week neoyorquina y ahora se está volcando en ayudar desde su tienda online, ofreciendo instrucciones para coser mascarillas caseras y enviando una de regalo en cada pedido de ropa.
Su diseñadora, Hillary Seymour, ha creado unas vistosas mascarillas fashion en las que se puede introducir un filtro para el aire y que se atan con un lazo, recicladas a partir de colecciones antiguas y con cuyo importe de 100 dólares dona 5 mascarillas a trabajadores sanitarios de Nueva York, una entre muchas opciones ya disponibles en el mercado.
Una búsqueda rápida en internet basta para ver modelos de todos los gustos y cómo las revistas de moda están dedicando sus páginas a esta nueva tendencia: las de Alice + Olivia lucen estampados de caras femeninas; las de Lirika Matoshi dibujos de lentejuelas; las de David Avido diseños tradicionales africanos; la creatividad no tiene límites.
"Las mascarillas son necesarias para todos ahora. Fabricar mascarillas fashion durante estos tiempos es una manera de hacer que la gente se emocione y esté orgullosa de las mascarillas que llevan. ¿Por qué no aportar un poco de color y alegría a las vidas de la gente en estos tiempos oscuros?", ha declarado Seymour, que ofrece otras sin coste en caso de necesidad.
Aprender de la pandemia
Tom Ford, el presidente de los modistos de EE.UU., ha declarado que pese a la incertidumbre y la necesidad de afrontar problemas como el inventario acumulado, el sector minorista debe recapacitar sobre su futuro, y en parte eso implica plantear si "la gente va a correr a gastar su dinero" y "qué productos querrán".
"Creo que el futuro de la moda funcionará si se capitaliza el autoanálisis que está teniendo lugar mientras nuestras vidas y muchos negocios están parados. Si el sector vuelve a los mismos procesos y procedimientos después de la pandemia, no habremos aprendido nada", coincide, en cierto sentido, Mullins.
"Hay que hacer ajustes a los shows de moda, los métodos de producción y las cantidades. Necesitamos estar dirigidos por valores y no solo beneficios", agrega esta experta, que desde su puesto en el Fashion Institute Of Technology también reivindica escuchar a los estudiantes de moda y valorar sus "nuevas ideas".
[Más información: Novias afectadas por el Covid-19: consejos para transformar el vestido]