Entrar en la casa de La Veneno es darte un golpe con la realidad de la artista. Por dentro, una sala sin ningún tipo de lujos, medio derruida, con muebles viejos y destrozados. Allí vivía una de las mujeres más buscadas de los años 90. Ahora, abandonada y a la sombra, su vida pende de un hilo en la cama de un hospital.
El pasado sábado de madrugada, la vedette era ingresada en el Hospital Universitario La Paz después de haber sido encontrada en su casa en estado inconsciente. Según el primer parte médico, Cristina Ortiz (52 años), conocida como La Veneno, aseguraba que habría ingerido una buena cantidad de pastillas y alcohol. Sin embargo, era una fuerte contusión en la cabeza lo que hacía temer lo peor.
Según fuentes familiares, el hospital intentó esconder que entrase en el hospital con numerosas contusiones por todo el cuerpo, provocando un enfrentamiento entre el equipo médico y los familiares, que quisieron hacer fotos al cuerpo de la vedette para tener pruebas. Hasta el Hospital se desplazó la policía, que prohibió la entrada a los familiares hasta que no consiguiesen una orden judicial.
La situación de La Veneno es irreversible y podría morir en cualquier momento
Este martes a mediodía, sin embargo, la familia recibía una llamada del hospital. Cristina había empeorado. Según relatan a este medio los familiares, la situación de La Veneno es irreversible y podría morir en cualquier momento. Ellos se aferran a cualquier señal de esperanza.
A las 17:00 horas, en la capilla, nos encontramos con Mari Pepa (57), la hermana de Cristina. Ella culpa al hospital en todo momento. No quiere escuchar ninguna otra afirmación. Según ella, el hospital no quiso avisar a la policía del estado de Cristina, lo que ha retrasado la investigación policial y ha hecho que ellos actúen como los investigadores que no son.
En ese mismo instante aparecía la policía en escena. Venían a hacerle algunas preguntas a los familiares de Cristina para intentar arrojar un poco de luz a todo este asunto que ha terminado en los medios de comunicación. Después de hablar de las obligaciones del hospital, el equipo policial mostraba sus cartas: querían saber cómo era la relación entre La Veneno y su pareja. El nombre de Alín salía a la luz y EL ESPAÑOL ha hablado en exclusiva con él.
Un frigorífico vacío en casa de un icono
Son las 19:00 horas. Llegamos a la calle en la que residía La Veneno y en su portal nos espera Alín (24). Está compungido. Nos invita a subir a la casa en la que ocurrió todo. En pleno barrio de Tetuán, la casa de Cristina no tiene ningún tipo de lujos. Una vez en el salón, un gran cuadro en blanco y negro de los años mozos de La Veneno cuelga de la pared. Sin duda, es la casa de una artista.
Mientras más te fijas en los detalles, más recuerdos de aquellos años dorados te encuentras por la casa. Cassettes, revistas del corazón donde fue portada, fotografías o pinturas, todo lo que tuvo y todo lo que perdió. Alín está preocupado porque sabe que la policía está preguntando por él. Aunque ya hizo su declaración el pasado domingo, siguen investigando. Sólo nos pide que le demos un poco de comida. Tiene el frigorífico vacío. Después de ir a comprar unos sandwiches, decide contarnos toda la verdad. Su verdad.
Se había tomado una botella de whisky entera de un golpe
“Se había tomado unas pastillas y estaba durmiendo en el sofá. Estaba tranquila. Yo me fui a la calle. Cuando volvía a subir tenía un paquete de tabaco comprado y una botella de whisky vacía. Se la había tomado entera de un golpe. Volví a bajar a la calle porque pensé que estaba dormida. Cuando subí me la encontré sangrando”, cuenta Alín, el principal testigo de lo que ocurrió en la madrugada del sábado.
Así es como arranca esta extraña historia que termina con La Veneno hospitalizada. “Me asusté mucho. Estaba consciente y pudo hablar conmigo. Podía reaccionar. Me dijo que fue a mear al baño y se había caído”, asegura su novio. ¿Y los golpes que tenía por todo el cuerpo? “Se caía muchas veces”, comenta.
En el baño todavía hay manchas de sangre de aquella escena. Alín no ha tenido tiempo ni se ha querido enfrentar a este escenario y ha decidido taparlo con algunas toallas. Debajo se pueden ver numerosas marcas de sangre seca desde la bañera hasta el suelo.
“Cristina me pidió que la llevase a la cama. Me lo suplicaba. No quería cogerla para no moverle la cabeza. Se puso muy nerviosa y accedí. La cogí y dimos tres pasos pequeños. Se desmayó en mis brazos y la volví a poner en el sofá”. Así es como se la encontró la ambulancia a la que avisó desde el teléfono del bar de abajo. No tiene teléfono móvil. Tampoco tiene comida y ahora se encuentra solo en aquel piso donde le recogió Cristina hace cuatro años.
Un amor que nació en la Puerta del Sol
Alín tenía 20 años. Nació en Rumanía y llevaba ya algunos años como residente en Sevilla. Allí comenzó a trabajar como chapero por las calles. No lo dudó cuando le ofrecieron venirse a Madrid a ejercer la prostitución. Tres días después de asentarse en la capital conoció a Cristina en plena Puerta del Sol. Los dos se prostituían en aquel momento.
“Vino a preguntar por su novio. No daba con él. Yo le dije que llevaba tres días sin ducharme y que necesitaba ayuda. Ayudé a buscar a su novio y al final me ofreció irme a su casa a ducharme. Me duché, echamos un polvo y desde entonces estoy con ella”, declara Alín. De eso hace ya casi cuatro años.
Teníamos planes de tener un hijo en Rumanía para traerlo a España
“Cristina es una persona que tenía buena energía, me hacía que estuviese contenido y feliz. Me quería ver bien en el futuro, verme con buena ropa y bien de aspecto. No me dejaba tomar drogas y tener vicios”, cuenta. “De su familia me decía que no la querían, que pasaban de ella. Sólo hablaba con su padre y su madre. Hablaba mucho con su madre con el móvil”.
“Teníamos planes de futuro. Teníamos planes de irnos a Rumanía para pagar a una chica que estuviese en la calle, dejarla embarazada y así tener un hijo para traerlo a España. Que tuviese mi sangre y que ella lo pusiese a su nombre”. Lo dice entre lágrimas, perdido y sin saber muy bien qué va a ser de su vida.
La gran depresión de Cristina
Aunque el entorno de Cristina descartaba por completo el suicidio por el estado actual de la artista, el novio de la vedette tiene un punto de vista muy diferente. El entorno afirmaba que este mes había ingresado unos 8.000 euros gracias a los bolos y a la biografía publicada, lo que la volvía a colocar en la primera línea de interés mediático.
Muchos aseguraron que Cristina ahora estaba contenta y no había ninguna razón para que intentase suicidarse. Alín tiene una versión completamente distinta: “Antes de que esto pasase me dijo que no era feliz, que no quería vivir. Me lo dijo tres días antes. Me dijo que no estaba feliz con su vida. Repetía una y otra vez que Dios le había hecho mitad hombre y mitad mujer y hace unos días me dijo la verdad: que no era feliz”.