Ha sido un año tremendamente complicado para Adolfo Domínguez, cuya compañía encara 2017 como año decisivo, como punto y a parte en su desarrollo. A las pérdidas económicas debe sumar pérdidas estratégicas en su consejo de dirección, y la ruptura de alianzas empresariales. Domínguez quiere devolver a su compañía el poder que tuvo antaño y sabe que no será fácil. Por eso se ha puesto de nuevo al frente del negocio.
El otro imperio gallego ha cerrado 157 tiendas en menos de cuatro años, ha aplicado un ERE y ha perdido a su consejero delegado, Estanislao Carpio, que fue nombrado el 31 de agosto de 2015. Todos los movimientos apuntan a que Domínguez quiere retomar las riendas de su negocio en declive y que espera que este año sea el decisivo.
Carpio llegó a AD procedente de Camper, otra empresa familiar en la que lidió con el marcado carácter de Lorenzo Fluixá, otro genio de la moda, un hombre con temperamento y grandes ideas. Así que nadie pensó que le sería difícil entenderse con Domínguez. Pero los números rojos han marcado su mandato y aunque en los últimos meses parece que AD remonta, no ha sido posible el entendimiento con el diseñador creador de aquel famosos eslogan de "la arruga es bella".
Adolfo Domínguez quiere devolver el carácter familiar a su empresa y lo tendrá difícil. Porque Carpio se ha marchado pero también lo ha hecho su hija Valeria, en quién Domínguez tenía puestas sus expectativa. Según publicó Beatriz Miranda en El Mundo, el 15 de octubre Valeria Domínguez abandonaba la empresa de su padre para emprender su propio proyecto. La joven ha creado Digital Influencer, una empresa enfocada en la creación de una comunidad online para profesionales del sector digital. La idea surgió durante su paso por la Harvard Business School en 2015.
¿Más tropiezos? Sin duda. El cese de Carpio como consejero delegado ha sido mal visto por uno de los socios estratégicos de Adolfo Domínguez. Puig, compañía encargada de comercializar los perfumes de AD desde 2000, ha decidido desmarcarse y abandonar la alianza comercial, una de las más antiguas del sector de la moda en España. Puig tiene el 14,8% de AD, lo que le convierte en el segundo accionista de la empresa, lo que no ha evitado que su representante en el consejo de administración, José Luis Nueno, deje su cargo y nadie se plantee reemplazarlo.
Todo ello se suma al cierre de la línea destinada a los más pequeños, la Adolfo Dominguez Kids, en junio de 2015. El 28 de febrero de este año es la fecha en la que Adolfo Domínguez cierra ejercicio económico, lo que servirá para ver hacia dónde se dirige la empresa que, según apuntan desde dentro, ha crecido un 1%.
Las empresas de moda españolas se enfrentan a un cambio de modelo desde hace años y parece que Adolfo Domínguez no está dispuesto a entrar en el juego. La idea del gallego es mantener la impronta familiar en el negocio, todo lo contrario de lo que hacen sus competidores, quienes ganan enteros con la profesionalización de sus compañías.
Así, mientras muchos esperaban que Domínguez nombrara a un alto ejecutivo para reemplazar a Estanislao Carpio al frente del consejo, el gallego ha decidido ser él mismo quien ocupe la silla. Le acompañan su mujer, Elena González Álvarez, miembro del consejo de administración, y hasta hace bien poco sus dos hijas (con la marcha de Valeria, Adriana y Tiziana mantienen su posición). Además, hay que tener en cuenta que la empresa salió a bolsa y que sus acciones llevan tiempo estancados.
Adolfo Domínguez fue un pionero en España aunque no ha sabido mantenerse en primera línea. Estudió Bellas Artes en París, tras lo que decidió volver a su Galicia natal para empezar un negocio de moda desde la pequeña sastrería que su familia tenía en Orense. En 1976 abría su primera tienda y en 1982 ya inauguraba la de Madrid. Poco después ampliaba negocio en Barcelona y en 1985 creaba su primera colección femenina.
En 1991, cambia el modelo de producción adoptando el modelo vertical: la empresa asume las funciones de diseño, producción, comercialización y distribución, además de mantener conectadas todas sus tiendas entre sí (método conocido como just in time, que permite mantener un stock cero, puesto que todas las tiendas saben lo que tienen las demás).
En 1994 se inició su expansión internacional y en 1997 salió a bolsa, lo que implica que sus cuentas deben ser públicas. Según la auditoría realizada por Deloitte en el último ejercicio (el de 2015), la empresa debe hacer frente a las pérdidas.
"En el caso particular del ejercicio 2015 las ventas en tiendas (..) se han reducido en un 7% respecto al ejercicio anterior. (..)", se lee en la auditoría. "Para hacer frente a esta situación y revertir esta tendencia negativa, los planes de negocio de la Sociedad contemplan una serie de actuaciones cuyo objetivo principal es mejorar la rentabilidad y los resultados. Entre estas medidas, que ya han empezado a implantarse en el ejercicio 2015, se encuentra la venta de dos locales comerciales por importe aproximado de 46 millones de euros, lo que ha derivado en una mejora significativa de la posición financiera y la disponibilidad de recursos".
En unos días se hará pública la del ejercicio de 2016, lo que servirá para saber si las decisiones tomadas por Adolfo Domínguez en los últimos meses van bien encaminadas. El profundo estilo familiar que el empresario ha devuelto a su empresa está en entredicho y sólo las cuentas terminarán de poner las cosas en su sitio.