Tú a tu casa y yo a la mía. Y de dinero, ni hablamos. Este fue el planteamiento inicial de Mario Conde (69 años) a su todavía mujer, María Pérez-Ugena (50), cuando la propuso firmar el divorcio. Si en una ruptura las negociaciones son siempre difíciles, si te separas de un exbanquero sin duda lo son mucho más. Es lo que debió de pensar la profesora de Derecho Constitucional al leer el convenio regulador que la presentó el expresidente de Banesto con el que pretendía poner fin definitivamente a su matrimonio.
María, que conoció a Mario Conde durante una cena que tuvo lugar en la calle Arturo Soria de Madrid en casa de una amiga común, dejaba atrás con la separación toda una vida de lujos, pero también supuestas infidelidades y engaños negados siempre por el entorno de Conde. Y esto fue lo que la empujó a coger a sus dos hijos, tenidos mediante gestación subrogada en California, y poner rumbo a Almería, concluyendo así casi 6 años de vida en pareja, en un momento en el que el exbanquero y su entorno estaban siendo investigado por la UCO. Un año después, en febrero de 2016, llegaría el momento de legalizar definitivamente la ruptura.
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Según indican a EL ESPAÑOL, Conde quiso que el divorcio se firmara por la vía notarial, al ser el medio más práctico, rápido, y sobre todo, discreto. De hecho, pocas personas estuvieron presentes en la notaría de la calle Velázquez de Madrid: el notario, los dos interesados y sus respectivos abogados. Cuanta menos gente mejor, ya que en todo momento la preocupación principal era garantizar la discreción del proceso, sobre todo para evitar que se filtrara algún tipo de información a los medios. El objetivo era que lo que allí pasara se quedara sólo para ellos; pero no ha podido ser.
Fuentes conocedoras de las negociaciones aseguran que mientras que María deseaba la nulidad del matrimonio, Mario Conde prefería un divorcio rápido y sin complicaciones. Aún así y a pesar de haberse casado en separación de bienes, las negociaciones fueron tensas y nada fáciles. Al no haber hijos en común, el exbanquero entendía que ella tenía que volver a su última residencia antes de casarse, es decir, a la casa de su madre, y sin ningún tipo de compensación económica. Y así se reflejaba en el convenio regulador. Pero la profesora de Derecho aspiraba a una pensión compensatoria, alegando desigualdades económicas entre ambos.
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Además, María tenía más razones para rechazar el convenio de divorcio que Mario Conde la presentó en un primer momento: se sentía agraviada tanto económica como profesionalmente. Durante el tiempo que duró su matrimonio dejó de ingresar importantes cantidades económicas, debido a la imposibilidad de dedicarse de lleno a su carrera docente y al ejercicio profesional como responsable jurídica de Legálitas por los continuos viajes que realizaban de su casa de Galicia a Madrid y por el nivel de exigencia de Mario Conde, que la obligaba a estar pendiente de sus necesidades.
Según fuentes conocedoras de la negociación, María recibió en torno a unos 60.000 euros, cifra que servía para saldar deudas que tenía la pareja. Al final Mario Conde salió triunfador. Aunque quienes conocen bien a la profesora de Derecho argumentan que no le falta carácter y dudan que aceptara firmar el divorcio yéndose casi con una mano delante y otra detrás.
Lo cierto es que la separación de la pareja llegó en un momento muy oportuno para María Pérez-Ugena, evitándo que fuera imputada en la detención que al poco tiempo llevó al expresidente de Banesto a la cárcel.
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