El marido de Arantxa Sánchez Vicario le pide el divorcio, la custodia de sus hijos y le roba su fortuna
La familia de la tenista siempre sospechó de las intenciones de Josep Santacana con su hija y hermana. Ahora se confirma que estaban en lo cierto. La ha dejado en la ruina y sola.
17 febrero, 2018 13:26Noticias relacionadas
Una guerra familiar, ingresos multimillonarios, grandes deudas, detectives y un villano. Podrían ser lo condimentos perfectos para un guion cinematográfico pero forman parte de la vida de la ex tenista Arantxa Sánchez Vicario (46 años), que ahora vive el peor capítulo de su historia: su marido, Josep Santacana, le ha pedido el divorcio, ha abandonado rápidamente el domicilio familiar y le reclama la custodia de sus dos hijos.
Cuando su pareja ha salido por la puerta de su casa de Miami, lo ha hecho, además, llevándose todos sus bienes e incluso los trofeos ganados por Arantxa. De esta manera, la ha dejado hundida económicamente, algo que los padres y hermanos de la deportista ya sospechaban que pasaría desde que dio el 'sí, quiero' a Santacana.
Para más inri el todavía marido de Sánchez Vicario alega problemas psicológicos por parte de su mujer, motivo con el que ha pedido al juez hacerse cargo completamente de sus hijos. Mientras, Santacana hará su vida en un apartamento de la capital de Florida donde ha acudido directamente al abandonar a la tenista, ya que allí vive con una nueva pareja con la que llevaría ya unos meses de relación.
La noticia la aportaba este sábado LOC, donde también se cuenta que Josep es el que controla absolutamente la fortuna multimillonaria de Arantxa, pues ella misma le nombró el gestor de su economía cuando se enteró que sus padres habían contratado los servicios de un detective para que investigase la vida profesional del hombre. Encontraron que no trabajaba y que, de hecho, acumulaba únicamente grandes deudas, lo que les hizo sospechar de sus intenciones con su hija y hermana. Ella, mientras, aseguró que su marido ya le había contado su situación, y decidió, además de pagar sus 'agujeros' económicos, darle trabajo como su administrador de bienes y poner en él toda su confianza, y al mismo tiempo, alejarse del todo de su familia.
Su relación fue la que acabó con la unión hacia su familia. Y es que antes de casarse, los Sánchez Vicario pidieron al que iba a ser su marido que firmara unas capitulaciones matrimoniales en las que se especificaba que renunciaba a los derechos y la fortuna de la que sería su esposa. Él se negó, y ella le apoyó y reforzó aún más su deseo de que fuera su persona de confianza en el control de su dinero. Una decisión que ahora es la responsable de dejarla en la ruina.
En el 2008, año en el que se produjo su boda, la tenista amasaba un patrimonio valorado en 30 millones de euros. Todo eso estaba ya al alcance de Josep Santacana, y su 'gestión' económica trajo consigo continuos baches e irregularidades. La deportista ya tenía una deuda de impago con Hacienda desde hacía años por impago de impuestos en sus movimientos entre 1989 y 1993 que ascendía a 1,7 millones de euros y otra de 7,5 millones con el Banco de Luxemburgo por un aval incumplido, pero todo empeoró cuando, bajo el control de su marido en su situación financiera, tuvo que vender su casa de Formentera, deshacerse del yate en el que pasaban los veranos en familia en Baleares y poner en venta también su chalet de Barcelona.
Lejos de echar la culpa a su pareja, Arantxa demandó a su padre y su ex abogado, por apropiación indebida de 14 millones de su fortuna y llegó a pedir la casa en la que sus padre vivían en la Avenida Diagonal de la Ciudad Condal y otra vivienda en la Costa Brava. No obstante, frenó los trámites y permitió a su familia seguir viviendo en sus domicilios. Pero mientras tanto, la mala relación entre Arantxa y el resto de su clan no cesaba, porque los Sánchez Vicario tenían claro que Josep Santacana estaba malversando la fortuna de su hija para vivir rodeado de los mayores lujos sin mover un solo dedo.
Precisamente, esa insoportable relación quedó patente durante el último adiós al padre de Arantxa, que falleció hace exactamente dos años tras convivir con duras enfermedades como el cáncer y el alzheimer. La deportista no dudó en acudir al tanatorio, y lo hizo junto a su marido, algo que sentó mal a su hermano Javier que le llamó "indeseable" e incluso llegaron a las manos. Todo acabó aún peor, ya que Arantxa huyó rápidamente del lugar y su madre sufrió un desmayo ante tanta tensión.
En pleno febrero de 2018, Arantxa se encuentra sola, abandonada por su marido, quien la ha engañado tanto en lo económico como en lo sentimental, y ahora no solo le reclama el divorcio sino llevarse a sus hijos consigo alegando la incapacidad mental de ella para cuidarlos. Y además, logró alejarla del todo de su familia y enfrentarla a los de su propia sangre, esos mismos que ahora mismo necesita, más que nunca, a su lado.