La 1 estrenaba este jueves Lazos de sangre, un nuevo programa que acerca la vida de grandes sagas de nuestro país. Y, para empezar, la saga de las sagas: la Casa de Alba. Un comienzo que sirvió para acercarnos la vida de la difunta Cayetana de Alba, pero también para descubrir la dura infancia que padecieron sus hijos Carlos (69 años) y Cayetano (55) con una madre "implacable".
"Con nosotros era implacable, como una emperatriz", confesaba Cayetano. "Me ha costado 30 años regenerar mi trauma de infancia y mi destrozo emocional. Ahora empiezo a ser yo. Y para ello no he dudado en tratarme con tratamientos psicológicos porque no me dejaba avanzar".
Entre esos traumas se encuentra la muerte de su padre Luis Martínez de Irujo. "No podía hablar de ello hasta hace mucho. Fue uno de mis hermanos el que nos comunicó la noticia. Nos sentó ahí y nos dijo: papá está en el cielo. Todavía se me sube la emoción. Que no te hayan dejado despedirte de tu padre…", recordaba.
"Ella no se dio cuenta. Nos quiso proteger y se equivocó. Y se equivocó mucho más el hermano emisario. Y a día de hoy no me ha pedido perdón. Si un niño de ocho años sale llorando desconsoladamente, al menos intentas ver qué le pasa. No te vas por ahí. Fue Alfonso", reconoció.
Por su parte, Carlos, el actual Duque de Alba, confesó que "nunca me ha mimado mucho. Conmigo era muy exigente, muy dura. Con los pequeños, no, era más permisiva. Nunca me dijo que me quería. Pero yo lo sabía (...) Tenía una institutriz británica que era durísima. Yo tuve una educación victoriana. Tenía una vara con la que me daba".
Respecto a su siguiente marido, Jesús Aguirre, Cayetano contó que no fue una etapa fácil. "A los quince me revelé y me quitaron las nanis. Y de repente llega Jesús y me dijo que iba a estar bajo su mando (...) Visto desde fuera, no entiendo esa pasión con Jesús".
En cuanto a Alfonso Diez (67), el duque de Arjona lo definió "un hombre maravilloso, inteligente, humano, sencillo. Fue un gran compañero. No se puede pedir más”. Eso sí, le costó creer que su madre quisiera volver a casarse a su edad. "Recuerdo diciéndole a mi hermano: ¡No me jodas! ¡Cómo que tiene novio con 84 años! Y mi hermano me decía que sí, que había que hacer algo. Imagínate interrogando a Alfonso preguntando qué intenciones tenía. No te puedo contar nada más".
Y algo hicieron: una estrategia para engañarla para que creyera que había sido idea suya su reparto de herencia en vida. "Hice una estrategia acojonado. ¿Cómo voy a poner en la tesitura de que ceda todo a una señora que me ha dado su confianza? Tuve que engañarla. El abogado me presentó como que era idea de ellos. Yo me hice el duro. ¡Tiene narices! Tuve que hacer la comedia. Pero el argumento principal es que se casara tranquila. Y confió en mí para eso".
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