Qué fue de Paqui Peña, la amenaza de los castillos de arena que hizo del tropiezo un arte
Durante años sus directos fueron los más esperados porque se sabía que, tarde o temprano, la 'liaría parda'. Destrozó días de trabajo e ilusiones con salero. Este es su presente.
3 febrero, 2019 02:36Noticias relacionadas
Corría el año 2008 cuando su rostro era uno de los más queridos y admirados del programa Está pasando de Telecinco. Paqui Peña hizo de sus tropiezos y su falta de reflejos en los directos de televisión todo un espectáculo. Siempre ocurría algo descacharrante, tarde o temprano; el público esperaba ese desliz. Historia de la tele se ha convertido esa conexión en la que Paqui se maravillaba con un castillo de arena que le había costado a su creador la friolera de 16 días de trabajo; y ella, se lo tiró abajo en décimas de segundo.
Subida a un nevera de playa, Peña se aproximaba al castillo para señalar la puntita de una de las torres cuando, ¡bum!, cae sobre el tinglado de arena destrozando la creación, y suelta un grito de trágame tierra. Mención aparte se merece el comportamiento de ese señor que, al ver cómo su trabajo quedaba sepultado bajo el cuerpo de Paqui, abandona la escena entre el enfado y el estupor. Ese momento marcó un hito y forjó una leyenda en torno a Paqui, la destroza ilusiones oficial. Más: ese día en que no se sentó en el costado de un belén de Navidad de arena, pero al irse tropezó con un palo y lo descuajaringó todo igualmente. De aquello ha llovido mucho y en la actualidad Paqui no se ha desligado de la tele; ahora viaja por el mundo en Telemadrid.
Pero su presente le debe mucho a su pasado. Paqui supo desde pequeña que su mundo estaba entre cámaras y agarrada a un micrófono; daba igual de lo que se informara. Ella estaba hecha para contar historia. Casi sin quererlo, abandonó su sueño de ser presentadora de informativos para convertirse en la más famosa de las reportera del programa Está Pasando. Un salto que le granjeó los mejores momentos de su carrera y se convirtió en carne de cañón de Sé lo que hicisteis, que encontraron el filón perfecto en sus fechorías.
En plena vorágine, ella se trataba de excusar asegurando que, de algún modo, lo hacía adrede. En las posteriores azañas puede ser, pero ese señor del castillo de arena puede que no piense lo mismo. Eso sí, no esconde lo que esto reportó a su fama. "Fue divertido para algunos y menos gracioso para otros. Yo me tomé bien las críticas porque es algo tan banal. Al fin y al cabo tengo mi parte seria y también mi lado más desenfadado", confesó a El Confidencial.
Pero no todo era destrozar obras de arte a pie de playa, también hubo otros momentos. Ese día en que un pony se encabritó de más con Paqui y le atizó una coz que casi la tumba de espaldas, se merece otro renglón. El caso es que para esta dicharachera reportera un día las luces de Está pasando se apagaron. ¿Qué hizo tras esto? "Me apunté a clases de pintura y de inglés y me volqué en el doblaje, que me fascina desde siempre", aseguró en esos días. Pero aquello se le acabó pronto, porque la tele volvió a llamar a su puerta.
En concreto, se fue a transmitir el triunfo de España en Sudáfrica, una experiencia que la marcó sobremanera: "Estuve destacada allí, junto a un equipo de Telecinco, con la iniciativa El Once de la Afición. Once hinchas de la selección -desde una señora de 59, años hasta un joven de 19- acompañaron a La Roja en su épica sudafricana y yo estuve allí para contarlo". Tras esto, le vino uno de sus proyectos más estables: viajar por el mundo con Telemadrid.
Son muchas las temporadas en las que Paqui Peña, apasionada de los viajes y de la televisión, ha mostrado -y sigue mostrando- desde esa ventana alguna parte del planeta. Con el tiempo, ha ido abandonando esa faceta -natural o impostada- tendente al tropiezo y se ha convertido, si no en una reportera seria, sí en alguien más formal: "Nunca he sido tan patosa". Ahora continúa trabajando en la información y contando historias en Telemadrid. Puede que dejara atrás la chanza de aquellos directos, pero hoy en día conserva esa chispa y desparpajo que la hizo tan conocida. Aquí nos despedimos en Milán cuando, entre vítores, Peña es cogida en hombros y manteada. Hay cosas que no cambian.
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