Mis tacones, mis leyes. Bajo este título con espíritu de golpe en la mesa Desirée Rodríguez (Desy), finalista de Gran Hermano 14, ha escrito y publicado la primera parte de su libro autobiográfico. "En la segunda parte desvelaré mi experiencia en el porno y otros relatos eróticos míos personales", desliza a JALEOS.
En las 338 páginas de esta obra ha relatado cómo fue su infancia, cómo vivió su adolescencia al descubrir que en realidad sentía y pensaba como una mujer, su incursión en Gran Hermano y el infierno que vivió después de que los focos de la televisión se apagaran para ella, acabando incluso compartiendo cartones con un indigente en Sevilla.
La ex gran hermana ha querido manifestar que "si contaros mi vida con pelos y señales hace que menos suicidios infantiles sucedan y exista menos rechazo social y familiar al colectivo LGTBI, me daré por satisfecha. Libertad y respeto para todo ser humano".
Un respeto que Desy ha tenido que ganarse a base de lucha, pues la vida no siempre se lo ha puesto fácil. Con tan solo cuatro años, sufrió abusos sexuales por parte de su hermano, catorce años mayor que ella. En sus propias palabras: Mi familia era una de las tantas de esta sociedad que están desestructuradas. Yo había sufrido abusos sexuales con cuatro años por parte de mi hermano José Miguel. [...] Con doce años ya empezaba a tener interés por los atributos masculinos y la sexualidad. [...] Por ese tiempo, con las hormonas revolucionadas, empezó a bombardear en mi cabeza un recuerdo que se convirtió en pesadilla. Eran unas imágenes entre mi hermano José Miguel y yo. Me negaba a que fuese verdad. Esas imágenes martillearían mi mente durante mucho tiempo, sin razón alguna y con la misma sin razón le iba cogiendo asco físicamente, a su voz y su sola presencia ya me causaba nauseas. [...] No me rebelé contra el sexo por los abusos sexuales sufridos a manos de mi hermano, de hecho, me costó años y ayuda psicológica asimilar que esos vídeos que martilleaban mi mente con todo lujo de detalle, del lugar, de lo que me decía, de la decoración y disposición de la habitación o que mis órganos sexuales no correspondían a mi personalidad...
Desy y la fama
Años más tarde le llegó la fama. Tras alzarse con la medalla de bronce en Gran Hermano, el programa que según ella le salvó la vida, la maquinaría de la televisión pudo con el personaje. Seis intensos meses de platós y revistas que terminaron sobrepasándola con tantas promesas como días de eterno sufrimiento:
Lo mismo me daban una sorpresa de ánimos que emitían un vídeo dando a entender que desde que salí de GH mi vida se había torcido: llevando malos hábitos, teniendo compañías, inventando un supuesto ataque de ansiedad por el que había sido ingresada en urgencias en estado critico, Antonio Tejado atacándome cuando yo no había hablado más de él... Una investigación donde se habían ido a mi pueblo, preguntado a mi vecinas, a las puertas de mi colegio, a mis trabajos a travestis que presuntamente habían actuado conmigo en muchas ocasiones y me conocían muy bien... [...]
Me ofrecieron hacer un montaje a elegir entre varios futbolistas, cantantes y políticos a los que tenían acceso y solo tendría que acercarme a ellos, mostrarme cariñosa al darle un beso y pillaban la foto a lo cual ni dude al decir que ¡NO!. Al mismo tiempo me ofrecían hacer un reality, grabarme un 24 horas de mi vida para mostrar cómo era, mostrar mi lado mas tierno y emocional. Igualmente no paraban de invitar a mi familia al plató, de grabarles vídeos para Sávame Diario, para que con mis respuestas formaran el show... Al no estar mi tan admirada Belén Esteban en activo -ya que estaba retirada del escenario mediático para hacer el tratamiento de desintoxicación-, ellos pretendían y me comentaron varias veces que querían hacer de mí una nueva Princesa del Pueblo.
El carpetazo definitivo a la televisión
Desirée estaba dispuesta a comentar realities o actualidad del corazón en los diferentes programas. No contaba con la posibilidad de que se cambiaran las tornas y que al ruedo televisivo apareciesen su padre y su hermana cargados de reproches públicos en su contra, razón por la que decidió retirarse.
Fue una montaña rusa, yo quería, por un lado luchar por mi puesto, quedarme en el programa... Me dejaba llevar pero me dejé tanto llevar que terminé por agotarme emocionalmente. Lo que hizo que decidiera dejar la televisión fue que hicieran un reality de un día para otro, Campamento de verano, un reality de relleno para hacer tiempo hasta la edición de Supervivientes 2013 [...] Además de un premio económico, cobraban nóminas con cantidades astronómicas y la estrella del momento era mi padre, al estar en el concurso gracias a mi aparición televisiva y nuestros conflictos. Me obligaron a que tenia que ser yo quien lo defendiera en plato, ya que era personal de Tele5 aunque el se negaba, mis hermanos igual y al final accedí a ir a opinar de su concurso, no a defenderlo [...]
En nada pasé de ser la estrella Desirée Rodríguez a la hija de Modesto Rodríguez, el ensañamiento de conocidos, familia, redes sociales y profesionales del medio ante este echo era total. Un día en un debate de Sálvame sobre Campamento de verano me comunican que mi padre fue hospitalizado esa mañana porque mientras dormía le pico una araña en uno de los testículos [...]. Mi única verdad a día de hoy es que me marcho de la televisión y si esto no lo acabo yo misma que fue quien lo inicio entrando en Gran Hermano no se va a acabar jamás y ya no puedo con mas guerras, muchas gracias por vuestro ofrecimiento pero levantar la audiencia de un reality totalmente improvisado y un despropósito desde su creación no es asunto mio. Adiós.
Desy, después de la fama: exilio e indigencia
En los últimos años, su vida ha dado un giro radical. Tras su salida voluntaria de la televisión, se fue a Italia, donde también le prometieron un puesto de trabajo que finalmente no resultó como esperaba. A su vuelta, le esperaba lo peor: su padre había muerto, renunció a su herencia y se quedó sin casa en la que vivir.
Para mí, ser famosa y no poder ni dar un paseo tranquilamente o compartir una comida tranquila como cualquier chica de mi edad, tener todo el mundo y mis deseos a mis pies y ahora no tener nada, no me resulta nada traumático. Lo mejor que me pudo pasar tras dejar la televisión fue que tuve que aprender que la soberbia no te lleva a nada, lo aprendí cuando me vi obligada a compartir cartones y un cielo lleno de estrellas para comer con un indigente que resultó ser un gran empresario de Castilla y León caído en desgracia.
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