Álex Lequio (26 años), el hijo de Ana Obregón (63) y Alessandro Lequio (58), está en la recta final de su lucha contra el cáncer. Si bien a principios de año JALEOS se hacía eco de que el joven empresario había comenzado otra fase del tratamiento en la prestigiosa Universidad de Navarra -después de concluir la primera etapa en Nueva York-, ahora llega la información a este periódico de que el joven se enfrenta próximamente a la finalización del tratamiento "con la última fase de quimioterapia". Sin duda, se trata de una excelente noticia para los García Obregón. "Su batalla contra el cáncer está siendo todo un éxito", informa una fuente de total solvencia.
Llegados a este exitoso punto, quedará un tiempo por delante de revisiones y de visitas puntuales a la Universidad de Navarra, "así como una anual a Estados Unidos", se informa. "Ahora todo depende de su evolución y de lo que le aconsejen los médicos. De entrada, se acabaron para la familia los tantos viajes a Navarra", se aclara. Sea como fuere, la familia "no puede ocultar el optimismo que siente" y para todos el joven Álex se ha convertido en un auténtico guerrero.
Toca la precaución, pese al éxito. Lo cierto es que si bien en todo momento el hijo de la actriz se ha mostrado luchador y con una energía desbordante, se apostilla a este periódico que en su ánimo ha influido bastante esa nueva ilusión sentimental que ha llegado a su vida en los últimos meses: "Ha sido vital, un pilar fundamental en su ya de por sí carácter optimista. Está ilusionado". No es para menos; con estas halagüeñas noticias queda patente que el cáncer que zarandeó su vida en abril de 2018 queda poco a poco en el pasado.
Puede que estas buenas nuevas que llegan desde la clínica de Navarra hayan animado a Ana Obregón a retomar parte de su vida cotidiana. Muy aliviada por todo lo que han hecho los médicos tanto de Nueva York como de Navarra, la actriz española está retomando poco a poco su rutina habitual haciendo vida social, e incluso cogiendo de nuevo el timón de su vida profesional rodando algunos proyectos -que comparte en sus redes sociales- y volviendo al barullo de los photocalls, del que se alejó por completo cuando su hijo cayó enfermo. Por su parte, Álex también ha hecho lo propio en este tiempo, aunque si bien es cierto no se ha desvinculado en ningún momento de sus compromisos laborales, incluso en esos arduos meses de tratamiento en la ciudad de los Rascacielos. Fue en diciembre cuando la familia Obregón-Lequio posaba en las páginas de ¡HOLA!.
Arropado por sus padres, Álex contaba en primera persona la lucha que ha librado estos meses: "Ni yo ni mis padres hemos perdido el sentido del humor. Somos una familia que nos reímos de todo", afirmaba Lequio Jr. Su actitud ha cambiado por completo, y ahora ha optado por normalizar y restar importancia a su situación: "Me gustaría llegar a normalizar, incluso vulgarizar la palabra cáncer, para que la gente lo vea como un simple diagnóstico médico. No es un sinónimo de fatalismo y muerte, es sinónimo de vida".
Álex Lequio ya no es el que era y así lo confirmaba en dicha publicación. En concreto, confiesa que ha cambiado su manera de ver la vida, por lo que hace que alguna de las prioridades que antes tenía pasen a un segundo plano: "Esto me ha hecho tomar conciencia de que pueden no pasar más trenes. Estoy intentando aprovechar y subirme a cada tren que pasa. Viviendo con mayor intensidad y de manera más consciente".
Obregón: "Daban un diagnóstico grave"
A mediados del mes de enero fue la actriz y presentadora quien acudía, por primera vez desde que pisaran suelo español tras meses en Nueva York, a un plató de televisión. Lo hacía al programa Volverte a ver, presentado por Carlos Sobera (58). Tras un sentido abrazo, la intérprete de Ana y los 7 quiso dejar patente: "Llevo 7 u 8 meses ausente, haciendo el papel mas difícil de mi vida, el de madre. Y es curioso porque en 40 años no me he puesto nerviosa al pisar un plató y ahora lo estoy, no me siento Ana Obregón, sino la madre de un hijo que está mal".
En ese punto, Ana recordaba el peor viaje de su vida: "Cogí el avión con mi hijo y nos fuimos y allí nos dimos cuenta del cariño de la gente en España. Gracias de corazón, a través de las redes recibimos mucho ánimo y nos han estado ayudando en este camino difícil, de espinas, en el que te sangra el corazón, te sangra todo. El tipo de cáncer de mi hijo hay pocos casos aquí y no había ese tratamiento, y allí sí, y por eso me fui. En España hay los mejores tratamientos para el cáncer, pero en este caso, se necesitaba radioterapia de protonio, que aquí no hay y en Nueva York lo tenían".
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