De la política al entretenimiento y el humor. El Hormiguero recuperó su esencia este miércoles 3 de abril con la visita al plató de Ernesto Sevilla (40 años) para presentar una comedia que lleva por título Lo dejo cuando quiera. Aunque no llegará a la cartelera hasta el viernes 12, el monologuista manchego dejó algunas pinceladas de esta producción en el talk show de Pablo Motos (53).
Hechas las aclaraciones sobre la ausencia de Alejandro Sanz (50) este jueves y la próxima visita de Will Smith (50), llegaba el momento de dar paso al programa del día. "Hoy el día estaba guardado para el presidente Pedro Sánchez (47), pero como no ha venido hemos hecho el mismo recibimiento a Ernesto Sevilla", comentó Pablo Motos. Y así fue, subido en una limusina, como un jefe de Estado cualquiera, el humorista entró en el plató rodeado de guardaespaldas.
Ya sentado en la mesa del plató, lo primero que comentó Sevilla fue su relación con el todavía presidente del Gobierno: "Tuve el placer de estar con él en La Moncloa, me la enseñó, pero no muy efusivo, fue como el que te enseña una casa pero no te la quiere vender", bromeó.
Tras el paso por publicidad, siguieron las bromas sobre la ausencia de Sánchez. "Yo teniendo a Casado el día anterior tampoco habría venido, dejó el pabellón muy alto", comentó Sevilla poco antes de contar la intrahistoria de una foto suya con otro expresidente, Mariano Rajoy (64). "Era el día siguiente de los Goya. Yo iba con esmoquin porque se me hizo larga la gala. Muy simpático el tío, y nos vio que no nos habíamos acostado. El filtro que puso un usuario le queda a él muy bien, mejor que a nosotros".
Puestos a imaginar, Pablo Motos siguió con la línea política para preguntar a su invitado qué haría si fuera presidente: "Prohibiría trabajar muchas horas seguidas, propondría trabajar un solo día a la semana”, un argumento que propició los gritos del público de "presidente, presidente”. En ese supuesto, Ernesto Sevilla tiene claro a qué personaje famoso le daría una cartera de ministro: "A Jordi Hurtado lo pondría en el Ministerio del Tiempo", al mismo tiempo que emularía a José María Aznar, pero no con bonsáis precisamente. "En La Moncloa cultivaría alguna planta, claro que sí, no hace falta decirlo: orégano abundante, que todo el monte sea orégano. Este bloque lo cerró mandando un mensaje a la cámara como si fuera el presidente: "Españoles, tened cuidado, dormir vuestras horas e ir al cine el 12 de abril a ver Lo dejo cuando quiera".
"Como una pesadilla"
Esa invitación sirvió a Motos para preguntar a Sevilla por la película. "Esta vez he hecho una comedia", bromeó poco antes de contar algo sobre el argumento: "Somos tres profesores que nos va fatal, no tenemos un duro, uno de nosotros inventa un complejo vitamínico que te pone muy contento, comenzamos a petarlo y nos ponemos a venderlo. He tenido que investigar muchísimo, porque no sé cómo se comporta un profesor", destacó con su punto irónico.
Una vez que se había hecho esta pequeña introducción, tocaba contar algunos secretos de rodaje, como, por ejemplo, el hecho de que Sevilla salga desnudo, aunque no del todo. "Llevaba algo para taparme el ciruelo. Era como una pesadilla, ir al instituto completamente desnudo. A lo mejor había 50 personas sólo de extras. Lo que te pones para taparte es muy humillante, de color carne, te la pones y te deja la magreta como los huevos de un tigre, muy pegado al cuerpo, te humilla como hombre, parece que hay poco que ocultar y no es así. Hay otro plano donde se me ve la chucha. No es mía, es de goma, no lo iba a decir, pero mira, lo he dicho. Llevaba pantalones y sacaba la prótesis. Tenía que ser de pega, porque Ernesto Alterio la saca, la estira, le acerca una cuchilla… En fin, no me parecía bien hacerlo con la mía".
Tras esa experiencia, Ernesto Sevilla recordó otra aventura de su juventud. "Mi primera borrachera gorda que yo recuerde fue a los 13 años", algo que sirvió para proponerle a Pablo Motos para que le consiga una cita con El Cigala, "porque eso para mí es una ilusión". "Puede que seas la única persona que acuestes a El Cigala", contestó el presentador.
Ese pequeño inciso no impidió que el humorista acabara de contar su anécdota juvenil. "Me dio una especie de coma etílico. Una nochevieja en Albacete, me pegó un parraque y mis amigos me dejaron tirado prácticamente en una zanja. A mi hermana le dijeron que estaba un poco regular, ella salía con un torero de Albacete. Los dos me cogieron y me llevaron al hospital, mi padre no se lo tomó bien", recordó.
Hablando de su padre, Sevilla adelantó que en el programa que estrenará próximamente en #0, "va a haber un capítulo dedicado a mi padre. Es un hombre muy guapo, muy atractivo, se cuida mucho, lo que pasa es que no se parece a mí en el carácter; era buen estudiante y se preocupa por sus hijos, tú le das un disgusto y lo puedes medir en el tiempo que pasa metido en la cama".
Esa confesión familiar dio pie a una historia de lo más hilarante: "Mi hermana melliza, Josefina, se chupaba el dedo hasta muy mayor. Mi padre se ralló, lo primero que hizo fue echar líquido en un dedo, acabó chupándose otro. Luego se acostumbró al sabor y siguió con la manía. El siguiente paso fue ponerle calcetines y cordones en las manos. Por la noche se lo mordía y se lo quitaba. Mi padre pasó a atarla a la cama y ponerle un gorro para que las orejas no las tuviera tanto de soplillo".
Entre tanta broma y anécdota, apenas quedó tiempo para los colaboradores habituales del programa. De hecho, sólo Cristina Pardo tuvo su hueco, eso sí, después de la entrevista de Trancas y Barrancas que sirvió para que el invitado contara otro capítulo humorístico de su vida. Tras asegurar que le donaría un riñón a Joaquín Reyes porque le quiere “mucho”, recordó que "una vez estábamos actuando en la sala Galileo, él llenó varias cervezas con orina porque no podía ir al baño. Yo me lo bebí sin darme cuenta".
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