Carolina Molas, la suegra 10 de Tamara Falcó: guapa y rica, ¿le hará sombra a Isabel Preysler?
La madre de Iñigo Onieva participa como cargo directivo en 19 empresas que el grupo familiar posee dedicadas a la venta de aparatos eléctricos.
3 diciembre, 2020 01:56Noticias relacionadas
La relación de Tamara Falcó (39 años) con Iñigo Onieva (31), aparte de confirmar que la hija de Isabel Preysler (69) estrena por pares: título y atractivo novio, ha puesto al mundo en la pista de una familia hasta ahora semidesconocida, la de su pareja. Al margen del éxito de su hermana Alejandra Onieva, actriz reconocida por su personaje de Soledad Montenegro en El secreto de Puente Viejo, o sus apariciones en series como Alta Mar, El novato o Presunto culpable, poco o nada sabíamos de la familia política de Tamara Falcó.
La vida del nuevo novio de Tamara es la de una familia acomodada de clase alta, comparable a la de cualquier familia con posibles que reside en la famosa Urbanización de La Moraleja. Iñigo es el primogénito de tres hermanos y un hermanastro y creció junto a sus padres en un chalet de la urbanización más rica de España. Una vida acomodada que podría hacer pensar en una vida "regalada". Nada más lejos de la realidad; el joven creció imbuído en la cultura del esfuerzo y rodeado de un espítiritu empresarial que ha vivido en casa desde pequeño y encarnado en su familia, y muy especialmente en la figura de su madre, Carolina Molas, una mujer de belleza natural, que se ha descubierto como una suegra top para Tamara Falcó.
Suegra 'top' y empresaria
Y es que Carolina Molas, consuegra de Isabel Preysler, llega al mundo del cuore pisando con fuerza. Si Iñigo Onieva, a sus 31 años, destaca por su planta de modelo, su madre no se queda atrás. JALEOS ha podido ver a la suegra de Tamara Falcó esta semana en unas imágenes inéditas, que permite decir, sin miedo al equívoco, que su consuegra tiene de qué preocuparse.
Carolina es una estilosa mujer que no tiene nada que envidiar a Isabel Preysler. Con 3 hijos criados y dos matrimonios en su haber, es una madre elegante y distinguida. Vestida con un visón negro, pantalones negros ceñidos y botas de tacón, la madre de Iñigo Onieva es una mujer de su tiempo. Estilo y glamour le sobran, algo que salta a la vista sólo con echar un vistazo. Separada hace años de su primer marido, Iñigo Onieva, Carolina rehizó su vida casándose con una nueva pareja, con quien convive en la casa familiar de La Moraleja.
Además de culta, es también una mujer forjada a sí misma en el mundo de la empresa. Amante de la moda y entuasiasta de los viajes, un hobbie que practica siempre que puede al lado de sus hijos, Carolina tiene un curriculum profesional brillante, que le viene de familia y que compagina con su vida como madre y esposa.
Carolina, que proviene de una generación de industriales vascos, participa, junto a su hermano Eduardo, como consejera en Lux-May SL, una saga familiar dedicada a las manufacturas plásticas y el comercio de aparatos electrodomésticos.
Carolina es consejera de la empresa que preside su madre María Eugenia Urrutiaciorraga Ibarra. Lejos de ser un mero cargo figurativo, la suegra de Tamara acude a diario a trabajar a la sede de la empresa. Montada en un jaguar deportivo color azul, es habitual verla entrar por la mañana y no abandonar la empresa hasta el mediodía que va a comer a casa. La madre de Iñigo Onieva parece haber dado ejemplo a su joven hijo de lo que es trabajar duro. En las imágenes, tras una jornada laboral, Carolina aún tuvo tiempo para hacer algo de compra en un supermercado cercano a su domicilio y pasarse por una zapateria del centro comercial para hacer varios recados.
Y es que aparte de su faceta más personal, en lo profesional Carolina participa como cargo directivo en 19 empresas que el grupo familiar posee dedicadas a diversas actividades. Desde la comercialización de "toda clase de aparatos eléctricos, electrodomesticos, televisores y aparatos para el hogar", hasta el "alquiler de bienes inmobiliarios por cuenta propia".
La saga empresarial de la suegra de Tamara Falcó hunde sus raices en la tradición emprendedora vizcaína, de donde son originarios. Algunas de las cabeceras del emporio tiene más de 44 años de antigüedad. Otras, como Mundo Color SL, son de más reciente creación. Constituida en 2012 y de la que Carolina Molas es administradora única, no presenta cuentas que den una idea de cómo le ha afectado la crisis, pero mantiene activo un dominio web que indica la actividad de la empresa.
La madre de Iñigo Onieva es dueña del dominio www.electrobuy.es, una página de comercio online de pequeños electromésticos que hacen pensar que la familia, en este caso de la mano de Carolina, ha aprovechado el tirón del comercio electrónico para subirse al carro del comercio online, diversificando así el negocio familiar.
Diferencias y similitudes
Aparte de la evidente diferencia de edad entre ambas, alguna otra distancia salta a la vista con su consuegra Isabel Preysler. En el caso de Preysler, su curriculum profesional se fundamenta en explotar su imagen de todas las formas posibles. Bien prestando su imagen como reclamo publicitario para diferentes marcas como Suárez, Porcelanosa, Ferrero Rocher, o bien a través de sus exclusivas en su revista de cabecera.
En febrero 2015 decidió ampliar mercado, comenzando a explotar su imagen a través de sus propios productos. Para ello creó con su hija Ana Boyer (31), en calidad administradora, Jacaranda Cosmética S.L., una empresa dedicada a comercializar una crema antiedad contra los signos de envejecimiento.
El marketing, que pasaba por hacer la crema algo accesible a todos los bolsillos, sirvió para ver a la Isabel más terrenal que se recuerda. Gracias a ello, y después de 20 años sin pisar un plató de televisión, la diva del glamour bajó de las portadas de Hola para sentarse en un plató de televisión, concretamente en el de El Hormiguero, para ser entrevistada junto a Pablo Motos (55), curiosamente hoy jefe de Tamara. Tras el medido despliegue, sólo un año después, la empresa se dejaba ir poco a poco hasta abandonar la promoción del producto estrella.
La inactividad, sin embargo, no parece haber hecho mella en el espíritu emprendedor del tandem empresarial Preysler-Boyer, ya que cuatro años después, en junio de este año, Isabel y su hija han retomado la actividad de la firma. Con intención -se supone-, de acometer un empujón de las ventas con vistas a la campaña navideña, a través la web que lleva su nombre, los rostros a la última en el cuidado facial pueden disfrutar -como reza la publicidad- de "las últimas novedades cosméticas que ofrecen una eficaz mejora de la piel (...), y evitar los tan temidos signos del envejecimiento". Un circunstancia esta que la acerca a su consuegra Carolina.
Quien sabe si, estilismos y glamour aparte, el tema de conversación entre las suegras del momento pueda ser estas navidades el rating de sus respectivas web o la estrategía de marketing online más productiva para sus negocios. Todo ello con un Ferrero Rocher entre las manos.
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