Abel Arana (52 años) es un fenómeno único de la naturaleza. Su apabullante energía te atrapa, te arrastra hasta su terreno, te absorbe, te embruja, te hipnotiza. Este bilbotarra llegó a Madrid en la década de los 90 -y de eso hace ya 30 años- para estudiar Marketing. Lo que nunca podía imaginar es que acabaría haciéndolo todo. Y todo bien.
En estas tres décadas, Arana ha escrito en un sinfín de revistas, ha sido productor musical de artistas como Mónica Naranjo (47) o Kylie Minogue (53), ha presentado programas de televisión, ha liderado proyectos de comunicación de rango internacional y desde hace ocho años está vinculado a Shine Iberia como responsable de la versión online de programas como MasterChef -en todas sus versiones- y Maestros de la costura.
"MasterChef me ha llevado a donde estoy, pero Maestros de la costura es la niña de mis ojos", afirma en una conversación con JALEOS. Este periódico contacta con Abel Arana y con él habla sobre su último libro, Esto te pasa por influencer, sobre la importancia de la visibilidad al colectivo LGTBIQ+ y del mundo de las influencers, contra el que descarga con fuerza.
¡Feliz año!
¡Empieza la temporada! Efectivamente, para los que trabajamos en la tele, además, es que así. Lo malo es que no hay el movidón de la Nochevieja, que es lo que nos gustaría.
Se habla mucho del mundo influencer, de esa gente que supuestamente influencia a otra a través de sus poderosas herramientas -la red social que sea-, pero si hay alguien que vive, de verdad, de las redes sociales es usted.
Bueno, pero hay que hacer una aclaración. Yo no llevo las redes sociales de MasterChef. Esas redes las lleva un equipo de comunicación. Mira, como dicen las señoras, aprovecho esta oportunidad que me das para aclararlo. Hay una confusión y es que hay gente que cree que yo llevo las redes sociales de MasterChef y no. Yo soy la cara B del programa.
Sería imposible, bastante tiene con las suyas. No para de crear contenido.
Mira, esa expresión mola mucho. Igual que la palabra influencer me parece que no puede estar más denostada, eso de crear contenido sí me gusta. Lo último que querría para una hija mía es que fuese María Pombo. Así te lo digo. Pero, sin embargo, creador de contenido se ajusta más a la realidad. Nosotros estamos trabajando, dándole a la cabeza todo el rato para entretener. Igual que tú lo haces desde el periódico o Julia Otero desde la radio, pues nosotros desde las redes. Mola más. Yo me siento mucho más identificado con esa palabra que con la palabra influencer. Nadie quiere ser influencer. Es como de... bueno, de eso, de María Pombo.
Dice que el término está denostado, pero su último libro se llama Esto te pasa por influencer. ¿Qué le ha llegado a pasar a usted por pasarse de la influrraya?
¡Yo no me he pasado nunca de la influrraya! (Risas) A ver, es una crítica. Una crítica a todo el mundo este de los influencers. Hay una frase que me encanta: "El día que se caiga Instagram, ya no volverá a haber más entrenadores ni modelos de fitness". Es un mundo muy vacío, muy peligroso para la gente joven y tienes que saber cómo llevarlo. Pero como tú te fijes de modelo en algunas de estas que anuncian cremas y batidos... te da algo. Es muy loco. Ni de coña. ¡Cómo estará la cosa que hasta la pobre Dulceida se ha tenido que quitar de las redes por salud mental! Eso lo define todo. Cuando a una persona su trabajo hace que le reviente la cabeza, ahí hay mal asunto. Lo mejor de todo es ir por la vida con sentido común y no tomárselo todo demasiado en serio porque igual que está hoy... se acaba.
Rompa una lanza a favor de los influencers. ¿Es fácil nutrir de contenidos las redes sociales todo el tiempo?
No es fácil, pero yo siempre he diferenciado muchísimo entre influencers e influyentes. A mí me gusta mucho leer a Roy Galán porque me parece que es un tipo que apunta sentido común, no va nunca a la pelea, siempre suma... Es un influyente, pero no un influencer. No te vende nada. Yo en mis redes tampoco vendo nada. Gracias a Dios, hay un soporte por detrás con Shine Iberia, que es mi casa, pero es que yo me sentiría un estafador intentando vender cremas o batidos a mis seguidores. Claro que a mi edad también, vaya cuadro... Mira, yo estoy para currar y para entretener.
En sus redes también hay un punto de naturalidad que eso atrae a la gente. Por ejemplo, posa con su novio, lo exhibe, muestran sus viajes con absoluta normalidad... ¿Lo hace porque le apetece o también hay un punto de reivindicación y responsabilidad por visibilidad al colectivo?
Obviamente pertenezco al colectivo porque soy un hombre LGTB, pero es que siempre he preferido contar yo mis cosas porque si las cuento yo, no las cuenta otra gente. Si yo le doy normalidad a "este es mi novio, con el que voy a la compra, a una exposición o a tomar una copa", pues ya dejo la posibilidad a que me joda otro tipo de prensa. Aunque yo no creo que tenga interés para ese tipo de prensa, pero siempre he pensado que si tú le das naturalidad a tu vida y cuentas las cosas sin demasiados filtros, es guay. Aparte, el activismo es una cosa muy individual. Yo como hombre gay siempre quiero ganarme el respeto. Vamos, el respeto que merezco. Pero no por gay, es que todos merecemos ese respeto y si tú me pones en una casilla aparte sólo por ser gay, al final me agarro un mosqueo de cojones. Ser gay me define tanto como tener la nariz grande o tener un 43 de pie. No condiciona mi forma de vida todo el rato.
Le entiendo, pero parece que, a causa de ciertos discursos de determinados grupos políticos, tenemos que estar más alerta que nunca. Como prueba, los últimos acontecimientos con las agresiones homófobas que no cesan. Incluso con una víctima mortal.
Yo me he cansado de decirlo en las redes. Vox es un peligro. Luego sale un titular así y a mí me llaman titiritero. Vale, lo asumo. Pero, para mí, es un peligro. Ellos son los responsables de blanquear ciertos comportamientos que no se pueden blanquear. Y puede que me meta en un jardín, pero es que Vox es un peligro para la sociedad actual.
¿Cómo le contaría usted a alguien de a pie cuál es su trabajo?
Trabajo con Shine Iberia. Hace ocho años le propuse a Macarena Rey, que es una mente privilegiada, contar la historia de la tele en las redes sociales. Contarlo con un lenguaje más propio de las redes y añadiendo cosas como el streaming, que hacemos desde MasterChef o Maestros de la costura, que tiene una cobertura mundial. Es un complemento a todo lo que ves en la tele. Claro, como yo soy pollavieja, de la época del DVD, pues, acuérdate, te lo comprabas porque venían extras: el making off, el videoclip, escenas eliminadas... Ahora lo mismo. A la peña que le gusta el programa disfruta muchísimo porque yo le ofrezco cosas que no pasan delante de la cámara.
¿Y alguna novedad para este año?
¡Por supuesto! Y tú y vuestros lectores sois los primeros que lo vais a saber. Inauguro una sección en el canal de YouTube de MasterChef Celebrity, que son entrevistas muy locas y muy a fondo desde el camerino de los concursantes. Entro en el camerino de Terelu, de Victoria Abril, de Verónica Forqué, de Bustamante... ¿Cómo tienen los camerinos? ¿Tienen amuletos? ¿Qué manías tienen antes de salir? ¿Les puede la presión?
Además, usted es muy ácido, se ríe de sí mismo y de todo.
¡Es la condición! Siempre te tienes que reír de ti. Yo siempre lo he dicho, que con esta cara lo he tenido fácil. Pero me río de situaciones. No me río de una persona porque aparte de fácil, me parece como de un humor de... Arévalo.
¿Hay límites en el humor?
Para mí, el límite es cuando haces daño a alguien. O a los colectivos. Precisamente lo que hablábamos de Arévalo. Menuda puta mierda de personaje que sale en la tele diciendo "yo soy un hombre normal porque no soy gay". Menuda puta mierda de vida, Arévalo, y menudo pedazo de imbécil que eres. Estoy hasta los cojones de que aparezca este cuadro y me diga si soy un hombre de verdad o no. Este es un señor que se ha ganado la vida riéndose de los colectivos y de ciertos grupos: gangosos, mariquitas, catalanes... El humor es reírnos juntos, señalar a la gente es de catetos.
¿Tiene ilusión por la llegada de MasterChef Celebrity y Maestros de la costura?
Maestros de la costura es el gran milagro de la televisión española. Nunca en la televisión se ha apoyado así a una parte de nuestra industria. La moda es 2,8 por ciento del PIB en España, que es una barbaridad. La pandemia ha tumbado la industria de la moda en todo el mundo. Yo flipé la edición pasada cuando hicimos un exterior en Lagartera, en Toledo. Casas como Dior y Chanel van a Lagartera a poner en valor el oficio de la peña. Mira, todo el mundo cocina. Quizá de ahí el éxito tan masivo de MasterChef, pero gente que aprende un oficio relacionado con la moda haga un 15 por ciento de audiencia, es un milagro. Me fascina Maestros de la costura.
Y eso que coser no es igual que diseñar...
Claro. Lo milagroso es que ponemos en valor el oficio del costurero. Ser diseñador es una cosa, ser costurero es otra cosa. Lorenzo Caprile dice que él es modista, igual que tú eres periodista. Nosotros hablamos de modistas. MasterChef me ha llevado a donde estoy, pero Maestros de la costura es la niña de mis ojos.
Llegado a este punto de su vida en el que ha presentado programas, escrito libros, tiene un podcast, dirige un blog, reina en las redes... ¿Cuál es su proyecto soñado de futuro y con quién?
El otro día hablé por WhatsApp con Carolina Ferré. A mí me gustaría presentar algo con ella. Una fantasía muy loca, la ilusión de mi vida sería que volviese El diario de Patricia y lo presentase yo. ¿El diario de Arana? ¡Eso!
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