Con casi 30 años de experiencia a sus espaldas, Anne Igartiburu (50 años), presentadora del programa Corazón, se mantiene como uno de los rostros más característicos de la Televisión Española, así, con mayúsculas.
De hecho, se podría hablar de ella como la gran superviviente de la pública, en una época en la que los años de vida laboral de los presentadores parecen peligrar a causa del periodo convulso que vive TVE. Hablar de 'la clave de su éxito' es casi misión imposible. Pero en su caso, su rutina diaria de trabajo, entre otras cosas, es lo que avala su durabilidad.
Según ha podido conocer JALEOS, en el programa diario que presenta desde hace más de 20 años, el mítico Corazón, es la propia Anne quien, por ejemplo, cada mañana se encarga de crear sus propias entradillas. Para quien no conozca este concepto tan televisivo, se trata de las palabras que, más tarde, la presentadora verbaliza en el directo para dar paso a los vídeos que se suceden en el mismo. Ella se preocupa y ocupa de que esas líneas le sean cómodas para leerlas.
Así, se desliza que su implicación en el programa es máxima, y que el hecho de que Igartiburu se vuelque tan de lleno en esas funciones habla mucho de su profesionalidad. En otra línea, se apunta que, en el trato humano, la vizcaína mantiene un trato de apoyo y cariño hacia los miembros de la redacción, y confía, sin fisuras, en la información de sus redactores. Eso sí, supervisa el trabajo que previamente hacen sus compañeros para encontrar la manera más interesante de introducir las noticias.
Tras una mañana de trabajo en redacción, llega el directo. Una vez en plató, es el teleprompter -el aparato en el que la presentadora puede leer la información- su mayor aliado, aunque no todo es cuestión de leer. La buena improvisación diferencia al profesional y, en algunos casos, depende de Anne que la emisión se ajuste al tiempo delimitado. Si hay un problema, lo resuelve con naturalidad; es el precio del directo y así lo entiende ella.
En todo momento, y pese a cualquier imprevisto, lo que nunca desaparece de su rostro es su sonrisa. Esa imagen amable y cercana funciona, a pesar de que en el ámbito de la crónica social se haya experimentado una tendencia hacia el periodismo que se ejerce, por ejemplo, en Sálvame, de más confrontación. TVE apuesta por Anne porque sabe que el resultado va a ser un formato familiar, blanco y humano. Por eso Campanadas o Gala Inocente están a salvo de su mano.
Su faceta más desconocida
En otro orden de cosas, su faceta humana trasciende más allá de la pequeña pantalla. Es coach e imparte conferencias inspiradoras a diferentes colectivos, cree en el poder de la inteligencia emocional y así lo comparte con todos sus seguidores a través de sus redes sociales, gestionadas por ella misma.
Su marido, Pablo Heras-Casado (41), forma con Anne el tándem perfecto. Tanto ella como él están involucrados en causas benéficas con las que pretenden no sólo colaborar económicamente, también visibilizar causas y servir de ejemplo a sus tres hijos.
Con esta rutina de vida y trabajo, Anne Igartiburu ha conseguido lo que quisieran muchos grandes profesionales de su sector: convertirse en un icono inamovible de la televisión de España.
[Más información: Anne Igartiburu y su marido, Pablo Heras, derrochan amor en el tenis]