Decir televisión y cocina nos lleva a pensar, de forma casi irremediable, en Karlos Arguiñano (71 años). El de Beasain sigue en plena forma, aunque recientemente fue noticia por una situación poco afortunada: un chiste que indignó a buena parte de los usuarios de las redes sociales. Con este asunto ya casi olvidado, el cocinero visitó este jueves un espacio sobradamente conocido para él: el plató de El Hormiguero.
Eso sí, su faceta humorística quedó patente desde el minuto uno. “Todos los días me pongo algo y hoy voy a estrenar esta careta de cerdo”, inició el cocinero, quien asegura tener la receta de la felicidad: “A todo el mundo le diría que para ser feliz hay que comer bien, si comes equilibrado, estás sano. Si tienes todo esto, estás más fuerte y aguantas más años y mejor. Hay que comer un poco de todo y mucho de nada”.
Además, Arguiñano incidió en la importancia de la vida en el hogar: “En las casas hay que hacer, por lo menos, una comida en familia, eso ayuda a ser feliz. La gente que dice que no tiene tiempo para cocinar es porque no lo ha hecho en su puta vida. Si no cocinas, no consigues la felicidad”, explicó, justo antes de criticar a esos padres que se pasan todo el día fuera de casa entre trabajo y encuentros con amigos, olvidando en muchos casos a sus propios hijos.
Esa familiaridad también salió a colación para que el cocinero confesara que “tengo ya once nietos y tengo que ir a la escuela para aprenderme sus nombres, cada vez me lo ponen más difícil”.
A hablar de su libro
Después de estas reflexiones, llegó el momento de hablar del motivo real de su visita al programa: la presentación de su libro ‘Cocina día a día’, que contiene nada menos que 1095 recetas. “Hay 365 menús, nadie tiene excusas para no cocinar, no os preocupéis más que para echar un vistazo al libro. Están distribuidas por estaciones, entrantes, plato principal y postre”.
Tras ese breve paréntesis, Arguiñano insistió en pasar tiempo con la familia y renunciar a deseos más superficiales: “Todas las semanas hago dos comidas con mis hijos, y eso no se supera con nada, ni aviones privados, ni playas paradisíacas. Vas allí, te quemas y te vuelves. Me pasó una vez, estuve una media hora y acabé en el hospital”.
Al margen de valoraciones como ésta, el cocinero hizo una reflexión vital: “La vida es muy corta, voy para 72, he hecho de todo, para cuando te has dado cuenta se ha acabado. Ahora los que van pasando con sillas de ruedas, miro las marcas que dejan. Antes buscaba playas, ahora mantas eléctricas. Luego he descubierto el váter japonés, ni lo dudéis, antes de morirte, chorrito en el ojal. Si son cuatro tonterías, lo demás no sirve de nada”.
Otro de los asuntos que trató Arguiñano fue cómo está influyendo en la dieta el ritmo de vida que llevamos. “Está cambiando nuestra forma de comer, cuando voy a las grandes superficies veo un exceso de comida precocinada, no está mal, porque la agenda está cargada, pero hay que cocinar. Con los pantalones puestos, la única manera de gozar es comiendo”.
Totalmente desmelenado, el cocinero cargó contra los racistas, a raíz de su afición con la serie ‘Kunta Kinte’: “Cogí manía a los blancos, cómo se puede maltratar a las razas, la gente que piense que alguien es menos que él, es un mierda. Tenemos que ser un poco más bueno todos”.
También tuvo tiempo el cocinero para explicar que ejercerá de cocinero en Nochebuena en su casa para 44 comensales, dando pie a un consejo educativo: “Los niños han comido siempre lo mismo que los padres, en las familias normales. Los menús para niños les das lo que les gusta, no les estás educando. Luego no hay que tener prisa, el niño come normal, con una boca pequeñita, hay que dejarle comer a su velocidad”.
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