Ambiente familiar y cinematográfico el que tuvo este miércoles El Hormiguero. La razón estaba en los invitados escogidos por el programa de Pablo Motos (54 años) para ser entrevistados: Cayetana Guillén Cuervo (50), así como Pablo Carbonell (57) y su hija Mafalda (11).
Antes de dar paso a las entrevistas, Motos volvió a recurrir a su habitual monólogo como introducción al programa. Esta vez, el tema elegido fue las rupturas sentimentales: “Hay una cosa que está pasando en todo el mundo, además del coronavirus: se están llenando los bufetes de abogados de solicitudes de divorcio”. A partir de esa realidad, Motos se basó en los consejos de un psicólogo para comentar que “cuando te dejan te debes fiar de cualquier persona, menos de ti. El primer error es querer saber por qué rompen contigo, una respuesta nunca te va a valer. Como no puedes recurrir a la persona que quieres, acudes a los recuerdos. Cada vez que espías a esa persona en redes sociales estás reenganchándote a esa adicción y estás dando pasos atrás en tu rehabilitación”.
Además, el presentador de El Hormiguero, también recomendó “aceptar que te han dejado y que no van a volver. Otro error es idealizar los recuerdos. Hay que hacer una lista detallada de las cosas malas que te hizo esa persona, llevarla en el móvil y ante cualquier ataque de nostalgia recurrir a ella. Además, debes llenar todos los vacíos sociales. Así que cuando veáis a alguien a quien le han dejado, tened paciencia con él, lo está pasando muy mal”.
Asuntos de familia
El asunto de la convivencia y los roces que produce durante el confinamiento siguió teniendo eco en la tertulia, lo que se acabó convirtiendo en un cruce de reproches conyugales entre Nuria Roca y Juan del Val, tanto por los gustos musicales como por el olor que dejan en el cuarto de baño. Frases como “detesto el jazz y que lo ponga Nuria a todo volumen; creo que es una música de locos y me enerva”. “A mí no me gusta el flamenco y llevo más de 20 años escuchando palmas en casa”, contraatacó Roca antes de rematar con una frase para la posteridad: “Cuando sale del cuarto de baño no puedo entrar; es más, en la habitación no hay quien acceda hora y media después; yo creo que te deberías de hacer pruebas”. “Nuria, por favor, para ya, no deberías estar contando esto, no te vengas arriba”, suplicó Del Val.
Tras ello, llegó el turno de entrevistar a Pablo Carbonell y su hija Mafalda. “Os veo liados con el CIS, qué rollo”, comentó el cantante desde la despensa, con una camiseta con fines solidarios. Sin embargo, desde el primer momento quedó claro que iba a dar más juego su hija. Preguntada por Pablo Motos sobre si se estaba portando su padre mejor que ella, respondió con un claro “si digo que no, luego me castiga sin móvil”. Pablo Carbonell lo corroboró: “La que se está portando bien es ella, hace los deberes y acude a la telescuela”, a lo que Mafalda contestó que “andas muy perdido. Mi profesora Rocío me está viendo y la había prometido que le mandaría un saludo. La verdad es que tengo ganas de volver al cole, nunca pensé que iba a decir esto, pero es así”.
Sobre cómo está pasando el confinamiento, la hija del que fuera líder de Toreros Muertos, reconoció que “echo mucho de menos a mis amigas y a veces es un rollo porque de estar todo el tiempo rodeado de gente a estar solo con tus padres…”
Una de las cosas curiosas es que Pablo Carbonell está madrugando sobremanera, se levanta concretamente a las seis de la mañana, pero tiene una razón: “El amanecer me parece tan bonito. No, en realidad estoy escribiendo una novela y lo hago por aprovechar esas horas antes de que se levanten ellas. Es una biografía falsa, negra, porque el personaje está en el corredor de la muerte y va recorriendo su vida hasta el momento que le llevó allí. No voy a revelar más”.
El gaditano se despidió haciendo un cóctel de jamón con jugo de alcachofas para vergüenza de Mafalda.
Con pelos y a lo loco
Pocos minutos después le llegó el turno a Cayetana Guillén Cuervo, aunque su entrevista comenzó con problemas técnicos, uno de los inconvenientes con los que están teniendo que lidiar los programas con estas videollamadas. Una vez recuperada la conexión, con más paréntesis del esperado, la madrileña reconoció que había sido angustiosa la espera. “Estoy en mi casa, llevo 69 días con mi hijo”, dijo antes de saludar a su madre, “que es población de riesgo a tope, está con la señora que la cuida, la última vez que la vi fue el 11 de marzo, que la llevé mascarillas y guantes”.
Sobre su actividad en esta etapa de confinamiento, Guillén Cuervo reconoció que “he descubierto que me gusta planchar, escuchando música o hablando a la vez con mis amigos. Eso sí, los cuellos de la camisa son una putada. Las sábanas al principio las planchaba enteras, sin doblar. Las camisetas las dejo regular, pero acabo contenta”.
A nivel profesional, tiene varios frentes. Uno de ellos es la función ‘Puertas abiertas’ en el Teatro Español: “Era muy importante para mí porque mi padre empezó y acabó allí su carrera. El texto además es una chulada. Cuando volvamos a estrenar, te quiero ver ahí, Pablo”. El segundo trabajo que tiene entre manos es un guion que “estoy escribiendo con Pablo Albacete. Hemos acabado la tercera versión y estamos con la cuarta. Sí, hay besos con lengua, los personajes se meten mano…”. Y, por último, “voy a estrenar ‘La maldición del guapo, el 10 de julio, la protagoniza Gonzalo de Castro, es una alta comedia, que está muy bien. Me han dicho esa fecha y he pensado que hay que agarrarse los machos”.
Para rematar la entrevista, Pablo Motos propuso un juego desenfadado. Consciente del gusto por las pelucas que tiene la entrevistada, la invitó a que se pusiera una al mismo tiempo que los colaboradores de El Hormiguero.