Todos tenemos un pasado, es algo irremediable, y a veces nos gustaría borrar ciertos aspectos y pasajes; hacer borrones, desordenarlo o incluso congelarlo en el caso de que sea más fructífero que el presente, y quedarnos a vivir en él. ¿Quién no se ha avergonzado o ha suspirado con nostalgia echando la vista atrás? Ay, si se pudiera manipular el tiempo. Pero no, no se puede. Esta reflexión estoy convencido de que se la ha hecho estos días Joaquín Prat (45). El pasado, como se decía en Hormigas Blancas, siempre vuelve.
Bueno, antes de nada, vaya por delante mi admiración sincera y serena hacia Joaquín. Considero que es uno de los profesionales más versátiles y válidos que hay en la televisión actual, fiel espejo de su magnánimo padre. Hoy sería imposible escribir algún episodio televisivo sin mencionar su impronta al lado de otra grande, la mamma de todos, Ana Rosa (64). Y así sigo viendo a Joaquín, como alguien en quien mirarse. Lo que pasa es que a veces el pasado viene a recordarnos cosas que querríamos desterrar...o no. Retorna para agitarnos y, puede, fustigarnos.
Resulta que Yola Berrocal (49) en La casa fuerte ha hablado de un presentador que le robó el corazón en el pasado. De tan completo y perfecto como era ese prohombre. "Hay un presentador que me gusta mucho. No voy a decir el nombre. Su nombre empieza por Jota. JP. Es una persona súper divertida, aventurera, que le gusta todo tipo de conversación. Si nos hubiésemos conocido en otro momento hubiera pasado algo muy bonito", fueron sus palabras. Aquí no hay ningún juego y Joaquín, elegante y caballeroso, ha tratado el tema con la naturalidad que yo me esperaba. Cortando de raíz toda tontería o posibles cebos de Berrocal para seguir facturando.
Ese hombre soy yo. Señalándose a sí mismo y, mirando a cámara, retando a la concursante, siempre desde la atalaya de un presente pleno: "Lo más apropiado es que sea la propia Yola Berrocal quien cuente su historia. Lo único que le pido a Yola es que cuente la verdad, solo la verdad. Nos sentamos y contamos la verdad". Y la verdad no es otra que ambos mantuvieron una relación. Bueno, corrijo, un affaire, un rollete, como se dice hoy. Fue en 2008.
La revista Diez Minutos los sacó en portada, felices y pletóricos, prodigándose arrumacos, besos, carantoñas, deseo al fin, en un parque de Madrid. A pleno sol, al aire libre. Las imágenes no dejaban lugar a dudas: había atracción, química entre esas dos personas. El problema -y el motivo por el que Joaquín le pide a Yola hoy que cuente la verdad y no su posible postverdad-, es que esas imágenes no tendrían que haber visto la luz. Nadie tendría que haberlos seguido, ningún paparazzi. Ahí estriba todo. ¿Qué hacía ese profesional en ese parque ese día de 2008?
Joaquín no es alguien que tenga seguimiento más allá de momentos puntuales en su vida... y Yola, bueno, no voy a ser malo. Tampoco es que tenga cuatro coches en la puerta de su casa las 24 horas del día. Ni ahora, ni antes. Nunca. Lo cierto es que eran, son, dos personas que juegan en ligas diferentes. Que vivían, que viven, en mundos completamente opuestos, me atrevería a decir. Pero el amor, la atracción, la química, el flirteo es así de caprichoso. Llega y te golpea. Y Joaquín se dejó llevar... y le salió rana. Sí, porque Yola llamó al fotógrafo, ella traicionó a Prat vilmente. Por eso -por las pocas fotos que he visto- ella es la que lleva la batuta en esa tarde de parque. La que no para de moverse, la que cabalga sobre él, la que ríe estruendosamente... Porque sabía que la estaban grabando, porque quería salir mona en las fotos. Se lo llevó calentito. No sé lo que costaría aquel reportaje y lo que le pagó la publicación por detrás a ella, pero teniendo en cuenta que era 2008 y que todavía las vacas eran muy gordas... una pasta gansa. Porque no estábamos hablando de Yola con alguien de Gran Hermano. No, era ella con Joaquín Prat.
Sea como fuere, intuyo que en cuanto Joaquín vio el percal y se vio en la revista salió huyendo de aquel tinglado y de aquella vida. Nunca le hizo falta y siempre ha tenido claro dónde está su sitio. Y el amor le llegó de verdad un año más tarde, en 2009, cuando conoció a su mujer Yolanda Bravo con la que mantiene un sólido matrimonio. En fin, vivencias. Esa es la vida, ¿no? Nuestro presente es el resultado de nuestro pasado. Por eso hoy Joaquín se ríe del tema este con Yola. Porque él no tiene nada que ocultar. En cambio, ella sí. ¿Aceptará el reto Yola y se sentará con Joaquín en AR? Ya os digo que no.
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