¿En qué momento se había jodido España? Parafraseando a Mario Vargas Llosa, podríamos sugerir que España tiende a joderse a medida que los ciudadanos politizan todo aquello que una vez circuló libre por esta sociedad cainita. De un tiempo a esta parte, esta cruel inercia se ha cobrado una nueva víctima: nuestro querido idioma castellano.
Sí, ese elemento que un día vertebró la cultura y sirvió de puente con un hispanismo cada vez más creciente hoy es manipulado a su antojo por razones extralingüísticas. El motivo no es otro que intentar transformar la sociedad a través de esta arma gramatical: desdoblemos el sustantivo en sus formas masculina y femenina. Pero, ¿es posible cambiar a un pueblo gracias al cambio de una norma lingüística?
Actitud lingüística, actitud opresora
Seguimos haciéndonos preguntas: ¿tiene el lenguaje poder suficiente como para que, recogiendo una pauta discriminatoria ya marcada como pueden ser el sexismo o el racismo, ésta se mantenga en el imaginario colectivo? La respuesta es clara: no.
Por ejemplo, durante años, la RAE ha considerado que el término "gitano" se ha utilizado con el significado "trapacero". ¿Recoge una actitud racista? Sí. Pero no puede potenciarla ni tampoco mitigarla. Porque la actitud no depende del término y sí de los hablantes que lo usan. Esto es evidente, pero quizás no lo sea tanto el hecho de que han existido otras tendencias racistas que han desaparecido, "a pesar" de que no lo ha hecho la relación lingüística.
Para demostrar esta afirmación utilizaremos el término "esclavo", cuyo significado es el de "persona que carece de libertad por estar bajo el dominio de otra". Esta palabra viene del griego "sklavinós" -y éste de "sloveninu"-, la palabra con la que los pueblos eslavos se denominaban a sí mismos. ¿Recogía "esclavo" una actitud racista con respecto al grupo étnico de los eslavos? Probablemente sí. ¿La sigue recogiendo hoy? Probablemente, no. ¿Por qué? Porque ya nadie considera a un eslavo una persona "que carece de libertad por estar bajo el dominio de otra". Es decir, desapareció la tendencia opresora a pesar de que la asociación semántica se sigue manteniendo.
Por tanto, la asociación entre "gitano" y "trapacero" debe desaparecer del imaginario colectivo, del subconsciente popular, para que deje de resultar una asociación racista. Porque, como ya hemos demostrado con el ejemplo eslavo, no es la semántica, es decir, el idioma, el encargado de marginar a una comunidad y que, además, no es necesario que desaparezca la definición para que desaparezca la discriminación.
Tendencia opresora
Otra pregunta más: ¿se atenúa una actitud opresora a pesar de la desaparición de la relación que mantiene con el idioma? Esta respuesta también es fácil: no.
Por ejemplo, en una de sus últimas actualizaciones, la Academia dejó de considerar la unión entre el hombre y la mujer como única posible a la hora de definir un matrimonio dentro de su diccionario académico. De esta manera se añadieron nuevas acepciones que incluían a personas del mismo sexo dentro de la definición, desapareciendo así el reflejo opresor del término.
Sin embargo, la unión entre personas homosexuales ya había sido legalizada en España siete años antes, lo que indica el poco peso que la asociación lingüística tiene en la sociedad cuando ésta se levanta en aquellas plazas extralingüísticas que sí tienen valor estratégico (medidas políticas, legales, etc).
Pero, por si fuera poco, todavía hoy está servida la polémica y, de nuevo por razones extralingüísticas (religión, cultura, etc), la definición del diccionario pasa a un segundo plano. Por tanto, el hecho de que haya desaparecido la asociación lingüística que discriminaba a las parejas del mismo sexo no ha hecho que se atenúe la influencia que otros factores extralingüísticos ejercen sobre aquellos que ni acatan ni acatarán la nueva definición. Es una prueba más de que el lenguaje sólo depende del hablante y nunca de la norma.
Desdoblar el sustantivo
Ahora que ya hemos visto el escaso poder que cualquier asociación lingüística ejerce en nuestra sociedad sobre cualquier actitud opresora, ha llegado la hora de hablar del desdoblamiento de género, un fenómeno en boga dentro del panorama político actual.
En primer lugar, hay que decir que estamos ante un caso diferente al de los aquí explicados con anterioridad. Por ejemplo, sí parece un ejemplo de cómo el lenguaje refleja el machismo de la sociedad la antigua acepción "femenino", que rezaba "débil, endeble". Pero, ¿es el género neutro un ejemplo del sexismo reinante? Aquí se comete un error de base: el género morfológico no se debe relacionar explícitamente con el sexo. Empezando por ahí, el resto de medidas en contra de este desdoblamiento tienen que ver con la visibilidad que esta premisa necesita. Por ejemplo, si alguien escribe: "Los invitados, acompañados de sus parejas, llegarán a la ciudad a lo largo del día de hoy".
¿Alguien lo entendería como "sólo los hombres invitados acudieron acompañados de sus parejas"? Supongamos que sí, que es un lenguaje exclusivo. Si consideramos que nos enfrentamos a una sociedad machista y que, por ello, debemos desdoblar, el enunciado tomaría la siguiente forma: "Los invitados y las invitadas, acompañados y acompañadas de sus parejas, llegarán a la ciudad a lo largo del día de hoy".
Sin embargo, si atendemos a la supuesta sociedad discriminatoria a la que ya hemos hecho referencia, alguien puede entender que "pareja" es la unión entre un hombre y una mujer, por lo que también debemos aclarar este apartado. "Los invitados y las invitadas, acompañados y acompañadas de sus parejas heterosexuales y de sus parejas homosexuales respectivamente, llegarán a la ciudad a lo largo del día de hoy".
Por si fuera poco, también habría que desambiguar el término "día", que en castellano incluye a la noche en ciertos contextos, como puede ser en este caso. "Los invitados y las invitadas, acompañados y acompañadas de sus parejas heterosexuales y de sus parejas homosexuales respectivamente, llegarán a la ciudad a lo largo del día de hoy y a lo largo de la noche de hoy".
Enfangar la sintaxis
Como podemos ver, la sintaxis se enfanga y se comete otro de los errores clásicos a la hora de desdoblar: caemos en el circunloquio absurdo. Esto es lo que la RAE llama economía lingüística (y que nadie catalogue este texto como académico, pues hay algún "sólo" tildado y un "castellano" gigante para referirse al idioma).
La cuestión es que por una simple cuestión de pulcritud gramatical, el lenguaje elige la forma "invitados" para referirse a personas de cualquier género sin que por ello el hablante desprenda machismo; elige la forma "pareja" (por cierto, femenina) para referirse a uniones de cualquier orden sin que el hablante desprenda homofobia o heterofobia; y elige la forma día para referirse a un periodo de veinticuatro horas sin que el hablante desprecie a los noctámbulos.
Como ya se ha dicho, el lenguaje es una "consecuencia de". Si la sociedad erradica sus fobias, éstas desaparecerán del lenguaje sin necesidad de llevar a cabo acciones normativas. El problema llega cuando estas acciones se toman sin pensar en razones lingüísticas. Sin cortar, además, la verdadera raíz del problema que nada de lingüístico tiene. Y cuando se busca arañar un puñado de votos a través de disparates como "miembros y miembras".
Ahí empezó a joderse todo, Zavalita.