Berta Vázquez y Afkar: "Nuestra generación es la de la depresión: las pastillas son insuficientes”
“La ley no tendría que prohibirnos las drogas: muchas las trae la naturaleza” / “La mujer sigue siendo un objeto sexual en el inconsciente colectivo”.
27 julio, 2021 02:12Noticias relacionadas
Afkar y Berta Vázquez son compañeros del alma y hermanos artísticos: llevan diez años de conexión simbiótica hablando de lo divino y de lo humano -“a veces nos creemos Descartes”, ríen-, dejándose “con el cuello torcido” mutuamente con sus ideas y sorprendiéndose en el plano creativo. Quedan para bailar “de manera libre” en un estudio y acaban sus sesiones haciendo un poquito de música. Cuando ese placer se convirtió en hábito se dieron cuenta de que querían mostrar al mundo las canciones que parían juntos y han estado dos años y medio trabajándolas antes de lanzarlas al aire en su proyecto Museum.
“Para mí el arte es la forma natural que tienen los seres humanos de comunicarse: cuando somos niños lo vivimos mucho y al hacernos mayores lo vamos perdiendo”, cuenta Berta. “Los artistas mantienen eso de la infancia, por eso son infinitos y gracias a dios nos dejan un banco de información y de contenido y de material que nos hace seguir conectados a ese lenguaje para expresarnos o desahogarnos o canalizar nuestra energía de lugares oscuros a lugares luminosos”. Afrkar, por su parte, destaca la “humildad” de los grandes artistas. Sus referentes son variados: van de Dalí a Beyoncé pasando por Lorca o Marina Abramóvic.
El espíritu de este proyecto es contemporáneo pero antimoderno -en el sentido más espídico, acumulativo, superficial y pernicioso de la palabra “moderno”-: “Las redes sociales inciden mucho en eso: nos afectan a la capacidad de atención, nos impiden estudiar las cosas, nos hacen perder sensibilidad. Las cosas relativas no pueden ser profundas, no te hacen pensar. Todo dura diez segundos”, mantiene Berta. “Nos pasa con el consumo pero también con las relaciones”.
Sobre las crisis vitales
Este álbum parte del relato de una chica que pasa un año encerrada en su habitación masticando una crisis vital. ¿Qué tipo de hendidura es esa y a qué conclusiones llega? “Lo hemos comparado con un término muy presente en psicología y en poesía que es ‘la noche oscura del alma’. Es ese momento vital en el que te planteas todo lo que crees que sabes en tu vida o todo lo que eres, ese momento en el que sientes que todo ha quedado obsoleto. Entonces planeas desechar tu personalidad antigua y enfrentarte a las partes oscuras de tu propia historia. Las personas mudan de piel como las serpientes”, relatan.
Se refieren a la evolución humana, a la madurez donde surgen las preguntas existenciales: ¿quién soy yo en verdad, qué es lo que me pertenece y qué es lo que finjo? ¿Qué hizo mi infancia de mí, de dónde vienen mis pánicos? “De esas cuestiones, al final, uno sale fortalecido. Entiendes cómo te ha condicionado tu familia, la sociedad en la que vives, la información que consumes, las cosas que reprimes. Este disco va de escalar capas. Estás más cerca de la verdad cuando escuchas que cuando hablas”, señalan.
Ansiedad: drama generacional
Afkar habla de la ansiedad, de nuestra capacidad de autodestrucción que viene, precisamente, del Estado de Bienestar, del tener cubiertas nuestras necesidades básicas y lanzarnos al pozo del pensamiento. “Nuestros abuelos estaban tan preocupados en encontrar comida que no podían hacerse esas preguntas, ni pararse a analizar sus existencias. Nuestra generación es la de la ansiedad y la depresión: sufre porque se plantea quién es, en qué mundo vive y qué puede aportar para cambiarlo”, apostilla el músico. Berta cree que “vivimos en una sociedad tan capitalista y tan individualista en la que hasta los apegos están equivocados porque los centramos sólo hacia cosas materiales”.
“No respetamos nuestros procesos naturales porque nos da muchísimo miedo aceptar que estamos tristes: ¡nos han dicho que siempre tenemos que estar felices! Las pastillas no son suficientes para hacer feliz a nuestra generación. El espíritu humano es mucho más complejo que un químico”, mantiene ella.
Drogas y espíritu
¿Y las drogas, para qué sirven? “Hay drogas psicodélicas y drogas naturales que están vetadas desde los años sesenta porque hacían que la gente accediese a lugares extraños pero reales de su cerebro. Con responsabilidad, todo nos parece bien: el ser humano tendrá que tener libertad de acceder a donde quiera y luego encargarse de dosificarse. La ley no tendría que prohibirnos las drogas. Muchas las trae la tierra, la naturaleza, y nuestro cerebro tiene receptores para esas sustancias. Cómo la gente las use negligentemente es otro tema, pero deberían ser accesibles”, opinan. “Es normal que haya miedo y respeto después de la tragedia de los ochenta, no obstante, pero eso no puede convertirnos en ignorantes y temerosos de lo que trae la naturaleza”.
Afkar cree que cada uno tiene que conocerse y explorar con sustancias acorde a sus necesidades. “A mí, por ejemplo, la teína me vuelve loco y no puedo tomar té. Bajo mi experiencia, creo que las drogas no te añaden nada que tú no tengas, sólo son un atajo. Yo toco el piano y es impresionante el grado de concentración al que accedo cuando estoy dos horas con él sin parar: bien, pues a ese punto puedo llegar con dos tiros de un porro de marihuana en diez minutos”, expresa. “Bajo ningún concepto pretendo depender de eso, pero a veces juego y lo aplico a mi lado artístico”.
Feminismo y cultura
Como grupo, también apoyan la revolución femenina que está viviendo la industria musical. “La mujer sigue siendo un objeto sexual en el inconsciente colectivo, desgraciadamente. Yo, gracias a dios, me rodeo de gente con mentalidad igualitaria y nunca me han hecho sentir menos”, sostiene Berta. “Yo me doy cuenta de que como banda sufrimos un micromachismo, y es que como ella interpreta las canciones, hay mucha gente que piensa que yo soy el productor, pero no: ella también es productora, como yo”, lanza Afkar.
Sienten que en España aún late un gran desprecio hacia la cultura: “Yo he vivido en Londres y nada que ver, hay muchas más oportunidades para la cultura. Aquí sigue existiendo ese paletismo de ‘cultura’ igual a ‘perroflauta’. Es muy difícil tener oportunidades si no tienes espacio ni medios”, cuentan. ¿A quién harían ministro o ministra de Cultura? “De repente podría ser un Sabina, una persona que lee y escribe poesía, que tiene sensibilidad y que entiende tanto la vida como la cultura, mezclando pasión y vocación”.