El 17 de diciembre la burbuja narrativa cubana contraria a EEUU revienta con el anuncio del reencuentro con “el enemigo del norte”. Ahora es “el país vecino”. “En Cuba se viven momentos históricos, en los cuales todo puede redefinirse. Creo que el arte es algo a lo que el Gobierno siempre ha tenido respeto. Saben que una película puede abrir muchas más conciencias que cinco discursos”, explica la artista Tania Bruguera (La Habana, 1968).
“Tu obra es contrarrevolucionaria. En ella parece que no queremos ser amigos de los EEUU”, le dijo a Tania el presidente del Consejo Nacional de las Artes Plásticas en Cuba en su reunión el 29 de diciembre del año pasado. “Pero si hace un mes me decías lo contrario”, alegaba la artista. Tania asegura que el cambio ha sido muy violento. No hubo explicación por el Gobierno, ni tiempo para digerir para los artistas. Los Castro entienden que en un proceso de transición todo se les puede ir de las manos. Por eso continúan con la censura como herramienta para controlar a los artistas. “Desde que tengo uso de razón como artista existe la censura en Cuba”, recuerda la artista.
Tu obra es contrarrevolucionaria. En ella parece que no queremos ser amigos de los EEUU
Tania quería obtener los permisos para presentar una performance en la Plaza de la Revolución en La Habana. Más de 12.000 cubanos se habían reunido en las redes sociales para participar en la obra de Bruguera. La obra consistía en que los participantes tomaran el micrófono en la Plaza para hablar frente a todos sobre lo que pensaban y exigían de los acuerdos que se estaban llevando a cabo con los EEUU. El 30 de diciembre la policía se llevó presa a Tania. Le quitaron su pasaporte y estuvo retenida por las autoridades cubanas ocho meses.
El Gobierno estadounidense se pronunció en contra. En la cuenta oficial de la Casa Blanca el día de la censura de la performance escribieron: “Apoyamos a los activistas que ejercen su derecho a la libertad de expresión y denunciamos los arrestos de hoy en Cuba”. Según explica Bruguera, sus recursos artísticos en la performance fueron la verdad, la ley y el diálogo, “algo que el Gobierno cubano no hace”.
Ecos soviéticos
La censura a Lázaro Saavedra (La Habana, 1964), premio Nacional de las Artes Plásticas en Cuba 2014, es un caso más de las consecuencias que ha tenido en las artes la apertura de relaciones. Las autoridades no permitieron a Lázaro presentar su obra El progreso de una nación en la bienal de La Habana del pasado junio. En la obra el artista comparaba la relación EEUU-Cuba con la que en un día tuvieron Cuba-URSS. Es un vídeo con la foto de Obama y Castro tomados de la mano. Sobre la imagen se colocó un discurso de Castro que decía: “Admiramos a los soviéticos, pero no vamos a ser nunca como ellos”.
Ahora el discurso es el mismo. Se dice que Cuba no perderá la soberanía, que sólo se trata de un intercambio económico. Lázaro plasmó que ocurrirá lo mismo que pasó con los soviéticos. “El artista establece una parábola. Se dará con EEUU la dependencia que se tuvo con la URSS. Es ahí donde duele. Sabemos que los paquetes no se compran por partes. Hasta qué punto seremos independientes de los estadounidenses. ¿Será igual que como lo fuimos con los soviéticos?”, explica Iván de la Nuez (La Habana, 1964), comisario de la exposición Iconocracia, en la que se verá la obra de Lázaro en España a partir del 31 de enero en el Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas.
“Ahora en Cuba se hará un tipo de arte más mercantil, mediocre y oportunista. Porque habrá un flujo de dinero desde EEUU”, subraya Iván. Pero también se tendrá un tipo de arte más conceptual y crítico. Un arte que ponga el discurso oficial en contra de sí mismo. “Es muy jugoso para un artista revertir el discurso. Las últimas tendencias del arte cubano no están en ir contra el discurso oficial del régimen cubano, sino en ponerlo en contra de lo que fue su discurso original”, asegura de la Nuez.
Arte souvenir
Dinero: esa es la promesa del Gobierno cubano a los artistas. Con el deshielo al arte cubano se le han augurado coleccionistas hambrientos de Cuba e inversores para proyectos artísticos.
“La reacción de muchos artistas ha sido hacer un arte para gustarle a EEUU”, asegura Tania Bruguera. Desde el 17 de diciembre ha habido una cascada de coleccionistas estadounidenses en Cuba. Sólo en la bienal de La Habana había 1.500 norteamericanos rondando. “Antes de la bienal los artistas estaban desesperados, trabajando muchísimo, bajo la influencia de lo que se había prometido: coleccionismo y un gran cambio para la vida del artista. La gente se quedó a la espera, al final no fue esa gran cosa”, dice Bruguera.