Berlín

Aunque el formato de una pegatina suela ser pequeño, en él caben los peores insultos. Esto lo sabe bien Irmela Mensah-Schramm, una señora alemana de 70 años que vive en Berlín. Como a toda buena jubilada, le gusta disfrutar de amplios paseos. Sin embargo, los suyos son muy particulares. Armada con un spray de color negro, disolventes, guantes, una espátula, un cuaderno y un bolso para guardar estos aperos de activista, Mensah-Schramm se dedica a borrar, arranchar y coleccionar los intolerantes mensajes que la extrema derecha deja en forma de grafiti o pegatinas en las calles de Berlín y de otras ciudades germanas.

Lleva casi dos décadas coleccionando pegatinas en esta misión “anti-nazi”, según las coloridas palabras escritas a mano que se leen en su bolso. Las pegatinas que puede arrancar íntegras las coloca en su cuaderno y después las mete en un archivador, habiendo anotado previamente la fecha y el lugar en el que las encontró.

Mensah-Schramm se dedica a borrar, arranchar y coleccionar los intolerantes mensajes que la extrema derecha deja en forma de grafiti

Esta curiosa forma de documentación le ha llevado a ser una de las protagonistas de la exposición del Museo Histórico Alemán de Berlín Angezettelt: Antisemitische und rassistiche Aufkleber von 1880 bis heute – traducido como “Mensajes pegajosos: pegatinas antisemitas y racistas desde 1880 hasta hoy”. Parte de la colección de Mensah-Schramm se expone estos días en la exhibición de esta céntrica pinacoteca de la capital germana.

Mensajes pegajosos

Mensah-Schramm empezó a reunir estos mensajes pegajosos en 1986. Ocurrió después de toparse en su camino al trabajo con una pegatina de neo-nazis en la que se leía “Libertad para Rudolf Hess”. No haber arrancado ese gesto de solidaridad con el nazi encarcelado, para apartarlo de la vista de los demás viandantes, le remordió la conciencia durante toda su jornada laboral. Por eso, de regreso a casa, lo rascó con sus llaves hasta hacerlo desaparecer. “Aquello me proporcionó un placer inmenso que todavía me dura”, recuerda Mensah-Schramm en un pequeño documental que puede verse en la muestra del Museo Histórico Alemán.

Para el antisemitismo moderno los judíos son una raza que amenaza a la sociedad

Sin quererlo, sus tareas de recopilación de estas pegatinas se inscriben en una ya larga tradición de quienes han querido documentar este tipo de mensajes. Así, en el primer cuarto del siglo pasado, Wolfgang Haney, un berlinés de madre judía, formó una notable colección de las entonces pequeñas superficies de cartulina o papel que servían de hiperconcentrados de intolerancia y odio destinados a ser vistos en la vía pública. Los hay incluso en forma de billete falso de tren sólo de ida con destino a Jerusalén para los judíos alemanes.

Cartas de amor antisemitas. © Deutsches Historisches Museum

La Asociación de Defensa contra el Antisemitismo, creada a finales del siglo XIX, daba cuenta de la existencia de esos falsos títulos de transporte antisemitas en 1893. Algunos de ellos pueden verse en Angezettelt: Antisemitische und rassistiche Aufkleber von 1880 bis heute. Estos centenarios trocitos de cartón no superan los seis centímetros de largo y tres de ancho. Pero constituyen una prueba clarísima del antisemitismo moderno en Alemania, según el cual, los judíos son “una raza que amenaza la sociedad”, explican en la pinacoteca berlinesa.

Estereotipos antisemitas

Fieles a esta cuanto menos cuestionable doctrina xenófoba son otras exclamaciones antisemitas de pequeño formato recopiladas en su día por Haney en las que pueden leerse mensajes como “¡Fuera Judá!”, “Los judíos son la desdicha de Alemania” o el “No compres a los judíos” que tan suyo harían en los años treinta los nazis. De principios de siglo pasado son también mensajes más elocuentes, como ese de 1920 que recurre al estereotipo según el cual los judíos llevan las riendas económicas del mundo. “¿Quien gobierna a través de los bancos y las bolsas de los estados y de la vida económica? Los judíos”, se lee en unos rectangulitos de cartón azul impresos con tipografía fraktur.

Más pegatinas: No compréis a los judíos, La falta de vivienda es culpa de los judíos, y El odio a los judíos por convencimiento es de tontos. © Deutsches Historisches Museum

Cuando en estos pequeños trozos de cartulina o papel hay representaciones gráficas de los judíos, se recurre a esa visión del hombre rico de lujosa vestimenta, de nariz aguileña, con bigote, barba o patillas largas. Por otra parte, a las mujeres judías se las representa como si fueran seres horrendos. Así ocurre con esa postal que lleva por título “Rebekka en el baño” de principios del siglo pasado. En ella se enfrenta la imagen de una alemana no judía muy femenina con la de una monstruosa mujer de cultura hebrea. No es esto ninguna novedad, pues en la muestra se da buena cuenta de que en el imaginario de las sociedades cristianas, desde la Edad Media, se ha identificado tradicionalmente a los fieles judíos con el cerdo, un animal impuro para la religión judía.

Orígenes comerciales

A mediados del siglo XIX se puso de moda, primero en París y luego en el resto de países europeos, el fidelizar a los clientes de las tiendas con coloridas tarjetas o postales como esa de Rebekka. En ellas se “promovían visiones del mundo”. Estos precursores del flyer, en tiempos de la colonización, daban cuenta del ostensible antisemitismo y del racismo que se respiraba en Europa. En Alemania, potencia colonial desde 1884 hasta el fin de la Primera Guerra Mundial, esos mensajes también fueron populares. Pero habida cuenta de que es en Alemania donde se gestó el Holocausto judío, la muestra del Museo Histórico Alemán de Berlín dedica mucha de su atención al antisemitismo, un mal persistente.

A mediados del siglo XIX se puso de moda, primero en París y luego en el resto de países europeos, el fidelizar a los clientes de las tiendas con coloridas tarjetas o postales

Tanto es así que, en la Múnich de 1948, apenas tres años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, hubo establecimientos en los que se hallaron cartulinas que llevaban impreso el mensaje “6 millones de judíos fueron demasiado poco gaseados”. Era ésta una forma de “denunciar” en tiempos de la desnazificación que en dichos establecimientos se servía a clientes judíos o que estaban regentados por judíos. Nunca se supo quienes fueron los autores de la elaboración y la diseminación de esos mensajes en la capital bávara.

Refugees not welcome

Con todo, la exposición no sólo presta atención al antisemitismo y al pasado. De hecho, un muro lleno de pegatinas del pasado reciente y actuales dan la bienvenida al visitante a gritos de “¡Fuera Extranjeros!”, según el mensaje de la pegatina del ultraderechista Frente Nacionalista, con fecha de 1970.

Otras de las pegatinas de la muestra: refugees not welcome. © Deutsches Historisches Museum

También los hay surgidos de la presente crisis de los refugiados. Sólo en 2015, Alemania acogió a 1,1 millones de refugiados. Del shock que ha dejado en los menos solidarios esa crisis surge el “Refugees not wellcome” que reza uno de los eslóganes antirefugiados recogidos en una de las pegatinas. Este mensaje invierte el popularizado en inglés de “Refugees Wellcome”. Otros son de corte islamófobo, como los que llaman a la destrucción de mezquitas del partido neonazi Partido Nacionaldemócratico de Alemania (NPD).

El antisemitismo es el antisocialismo de los idiotas, reza otra de las tarjetas

Angezettelt: Antisemitische und rassistiche Aufkleber von 1880 bis heute desarrolla un discurso paralelo gracias a las diferentes formas de resistencia al antisemitismo y al racismo también manifiestas a través de una abundante colección de pegatinas contrarias a toda idea de supremacía racial. Porque también a finales del siglo pasado podía leerse, frente a los mensajes contra los judíos, otras pequeñas cartulinas que se preguntaban en los años 20, por ejemplo, “¿Fue un antisemita alguna vez un gran genio?”. Otra, firmada a principios del siglo pasado por la Asociación Central de Ciudadanos Judíos de Alemania, recuerda una cita del Káiser Federico III según la cual “el antisemitismo es el socialismo de los idiotas”.

Otra de las pegatinas reza: Los nazis son nuestra desgracia.

También hay en la exposición otros mensajes de apoyo a los refugiados de finales del siglo pasado, en las que se apunta aquello de “ninguna persona es ilegal”. La actual crisis de los refugiados ha vuelto a poner de moda ese y otros eslóganes. No cuesta verlos por la calles de Alemania, el país de Europa que, con diferencia, más demandantes de asilo ha recibido. Esta circunstancia, sin embargo, ha contribuido a revigorizar a movimientos xenófobos y partidos de ultraderecha como Alternativa para Alemania (AfD).

También hay en la exposición otros mensajes de apoyo a los refugiados de finales del siglo pasado, en las que se apunta aquello de “ninguna persona es ilegal”

No es casualidad que en una pegatina hecha a mano por un visitante en una de las estancias de la muestra utilizada para los trabajos manuales de los asistentes, a los que se invita a crear sus propios mensajes pegajosos, se lea “¡Fuck AfD!” – “¡Que se joda AfD [sic]!”.

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